El periodista de LN+ analizó los discursos de Scaloni, Messi y “Dibu” Martínez tras ganar cada uno un premio The Best y comparó su actitud con la de los políticos de turno
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El Dibu Martínez no necesitó hablar mal de Cristina, de Alberto, de Massa, de Grabois, de Kicillof o de Baradel para hacernos comprender que, al fin y al cabo, lo que nos hace mejores es el esfuerzo, el trabajo, la constancia y el mérito.
Lionel Scaloni es una persona común que hace cosas extraordinarias. Pero, sobre todo, tiene buena memoria. Nombró al cuerpo técnico, uno por uno, a los 26 que serán eternos y a todos los que lo ayudaron a alcanzar la gloria eterna. Cuando lo estaba viendo, temí que los nervios lo hubieran traicionado. Porque parecía que se estaba olvidando de su pueblo, Pujato. Al final lo recordó, como hace siempre. Eso es lo que implica ser agradecido.
El mejor del año, el mejor del Mundial inolvidable (Lionel Messi), el mejor de todos los tiempos, no podía ser más fiel a si mismo. Nervioso y abrumado, volvió a demostrar que tiene lo pies sobre la tierra, mandando a sus hijos a dormir, una orden paternal que se está viralizando casi tanto como el “anda pa allá bobo”, y que nos atraviesa con su ternura.
Y para entender cabalmente de qué están hechos estos tipos, hay que mirar con detenimiento la foto en donde Messi, el Dibu, Antonella y Mandinha posan sonrientes pero no exultantes, junto al expresidente de la Argentina y presidente ejecutivo de la Fundación FIFA.
Ahora si se entiende un poco más. Lo que no quiere Messi. Lo que no quisieron en su momento Scaloni, el cuerpo técnico y los 26, es ser usados. Pero el deseo de no ser usados no incluye negarle una foto a quien, por protocolo, no tendrían por qué evitársela.
Les voy a contar algo, porque en este contexto es muy relevante. En marzo de 2018 tuve el privilegio de entrevistar a Messi. Y por supuesto, le pregunté por el país. A pesar de mi esfuerzo para que dijera algo bueno o malo del gobierno de Macri, Leo no dijo una palabra que pudiera interpretarse como un apoyo o como un rechazo al presidente que todavía gobernaba.
Messi es todo lo que está bien. Después de ganar el premio, repartió elogios a sus colegas. Incluso a los exjugadores a los que nombró a uno por uno, con cariño y admiración.
Por supuesto que tampoco necesita decirlo. Pero es todo lo contrario a Cristina, quien supone que lo incomoda refregándole cada tanto a Diego Armando Maradona. A Wado de Pedro, quien le quiso robar una foto de asalto.
Y es todo lo contrario a Alberto Fernández: el presidente que, en vez de inflación y pobreza ve gente haciendo cola en los restaurantes. El que en vez de reconocer el bajísimo nivel de los salarios de los maestros manipula la realidad para decir que ahora la mayoría paga el impuesto a las ganancias.
El presidente que alucina que a la Copa América, la Finalísima y la compa del Mundo la ganó él, y no el seleccionado argentino que no olvidaremos jamás.