En LN, el periodista analizó cómo quedó el mapa político tras el caso Vialidad, las palabras de la vice y, todo eso, en contexto mundialista
- 8 minutos de lectura'
Dicen los fanáticos que #anulomufa es como tocar madera o tocarse otra cosa para evitar que suceda un desastre: por ejemplo, que pierda mañana el seleccionado argentino contra Países bajos. Ahora que arrancó el fin de semana extra large y nos carcome la ansiedad para saber cómo va a terminar el partido de mañana, permítanme que me suba al humor ácido del que hicieron uso y abuso algunos y los invite a participar del #AnuloMufa Cristina 2023.
En este caso sería para otra cosa. Para evitar que el año que viene, por alguna extraña razón, Cristina vuelva a convertirse en presidente. Porque, dicho con todo respeto y solo entre nosotros ¿Quién se atrevería a votar para las elecciones del año que viene a una candidata que acaba de ser condenada por graves hechos de corrupción, y además inhabilitada para ocupar cargos públicos?
¿Quién tomaría en serio a una candidata a la que un diputado nacional como José Luis Espert usa de ringtone para su teléfono, con la repetición en loop de las expresiones “cooondenadaaaa/ con inhabilitación perpetuaaaa”. ¿Quién depositaría su voto en una candidata apoyada por la asociación de psicólogos de la provincia de Buenos Aires, quienes aseguran que su condena afectaría la salud mental de millones de argentinos?
Pero déjame que comparta con vos la explicación que dio este colega de Clarín, llamado Dante Conti sobre el verdadero significado de #AnuloMufa. Según este criterio, para evitar que Cristina sea presidente el año que viene habría que cantar:
Presidenta
Cristina Presidenta
Cristina presidenta
Cristina Presideeeenta
¿No? Y lo tendría que cantar 7 de cada 10 argentinos. Es decir: La cantidad de argentinos que, según la mayoría de las encuestas, creen, en efecto, que Cristina es ladrona, delincuente, jefa de la banda, o culpable de graves hechos de corrupción. Es más: hay otras encuestas, como la del Observatorio Social de la UBA, que le dan todavía peor. Con 8 de 10 creyendo que es culpable, lo que incluiría, algunos de los votantes del Frente de Todos.
Igual no sigas el anulo mufa al pie de la letra. Porque en el mundo de la superstición no hay muchas reglas inamovibles. Y si no, que lo diga uno de los streamer más populares del fútbol mundial, el español Ibai Llanos. El tipo afirmó hace poco que Brasil sería campeón del mundo. Explicó que lo hizo para mufarlos. Es decir: para que no lo fuera. Entonces miles de argentinos le saltaron a la yugular. Diciendo que el seleccionado de Argentina es uno de los favoritos. Por lo que reaccionó de manera intempestiva. Y graciosa.
Dos semanas atrás, el simpático Ibai ya se había mostrado hasta acá arriba del anulo mufa, porque los argentinos lo usaban hasta para ir al baño. Pero hablando de mundial- y antes de meternos en lo que nos ocupa, que es entender porque Cristina se bajó de la candidatura a presidente el mismo día en que le pegó mal la condena por la causa Vialidad- hablemos un minuto de cómo nos hubiera ido en el Mundial Anticorrupción, según un estudio de la universidad Austral, basado en el ranking de Transparencia Internacional.
¿Estás preparado? Te lo digo derecho, para que no sufras tanto. Nos hubieran eliminado en la primera rueda, junto a México. Porque ocupamos el lugar número 96 entre 180 países evaluados. Dinamarca saldría campeón, después de jugar la final Suiza. Y nosotros estaríamos peleando, de la mitad de la tabla para abajo, contra países como Brasil y Serbia. Y si no querés pasarla peor, no hagamos comparaciones pensando en mañana. Porque los Países Bajos, en el ranking de transparencia, están en el octavo puesto, 20 lugares arriba de la Argentina.
Por si no quedó suficientemente claro. El índice de la Percepción de la Corrupción mide la percepción y el grado de esfuerzo de los Estados en combatir la corrupción, partiendo de 0 (nulo esfuerzo) hasta 100 (máximo esfuerzo).
Estamos mal. En el puesto 96, con 38 puntos. Muy lejos, por ejemplo, de Uruguay, en el puesto 18, con 73 puntos. ¿Pero por qué deberíamos sorprendernos, si el Departamento de Estado acaba de afirmar que Washington podría sancionar a nuestra campeona de la corrupción, después del fallo condenatorio? ¿Por qué deberíamos inquietarnos, en el caso de que le embarguen los bienes o las cuentas que podría tener en el exterior?
Nos faltaría saber, eso sí, si abarca solo a los titulares o a los testaferros, como su ex secretario privado, el fallecido Daniel Muñoz, de quien se llegó a probar que lavó, en ese país, más de 70 millones de dólares, incluida la compra de un piso en el Plaza Hotel y una inversión inmobiliaria en las islas Turk and Caicos.
Pero cuidado. Porque esta nueva información servirá para alimentar la delirante teoría de Cristina presidente 2023, quien, para desviar la atención sobre su acto delictivo junto a Lázaro Báez, sostuvo, y cito textual: “Me quieren muerta o me quieren presa”. Conspiración sazonada con un toque de picante internacional, instalado muy temprano, cuando ella era presidente de verdad, el 30 de septiembre de 2014, para desmentir una información de Clarín sobre terroristas de Medio Oriente en la Triple Frontera, e inmortalizada con la inolvidable frase: “Si me pasa algo no miren a Oriente, miren al Norte”.
Por desgracia para ella, a la banda de lúmpenes de los copitos no le encontraron más conexiones que entre ellos mismos. Y todas en el conurbano. Demasiado poco para su megalomanía. Demasiado berreta para el lugar que pretende ocupar en la historia.
Pero volvamos a la discusión de porqué anticipó que no sería candidata. Les propongo que no nos dejemos llevar por los delirios, las locuras y las supersticiones. Que primero, le prestemos atención, una vez más, al intento de distraernos con una batalla épica contra Magneto y los medios y periodistas críticos. Y ahora pensemos con información y sentido común. Porque todo parece indicar que está abriendo el paraguas antes del tsunami. Que, como es cualquier cosa menos ingenua, sabe no solo que puede ser derrotada. Sino que perdería por paliza. Una paliza más fuerte que la que recibió el Frente de Todos en las últimas elecciones legislativas de 2021.
Te lo recuerdo por si ya te olvidaste. Juntos por el Cambio obtuvo casi 42 por ciento de los votos. El Frente de Todos, poco más del 33 por ciento. Y si tenemos en cuenta que en agosto de 2018, la inflación era menos elevada que ahora, disparada ya hacia más del 100 por ciento anual, el dólar blue estaba en 180, y no en 320 pesos, y la pobreza va a superar, por mucho, el 37 por ciento que medía entonces ¿Cómo va a hacer Cristina para convencernos a todos de que la culpa fue del chancho, y no del que le dio de comer?
Porque ni siquiera se arrepiente de eso. Por lo tanto, si nos preguntás a nosotros, nos parece que Cristina no mintió. Que no va a ser candidata. Y no porque no quiere. Sino porque no puede. Y porque sabe, además, que de acá hasta las elecciones va a tener que prepararse muy bien para el otro tsunami que se le viene: el de los juicios por corrupción.
En las últimas horas, junto con la condena penal, recibió tres nuevas malas noticias. Una: la habilitación de la Corte para que le inicien un juicio civil, como producto de la condena por administración fraudulenta, por más de 22 mil millones de pesos. Dos: la apelación de Diego Luciani ante la Cámara de Casación, para que le consideren jefa de una asociación ilícita. Tres: la posible apertura de una nueva causa para que se investigue la participación Máximo Kirchner en los contratos de obra pública que le daban a Báez.
Y a esas tres malas noticias hay que sumar:
· La posible reapertura de la causa Hotesur Los Sauces, en la que están procesados, además de ella, Máximo, Florencia y su sobrina, Romina Mercado.
· La publicación de los fundamentos del fallo de Vialidad, prevista para el 18 de marzo del año que viene.
· La discusión alrededor del demorado inicio del juicio oral de Los Cuadernos de la Corrupción.
Pero eso no será todo. Porque Cristina, en plena campaña, se lo tendrá que aguantar a Alberto Fernández pretendiendo ser candidato con la idea de que a él lo podrán acusar de cualquier cosa, menos de chorro, como a ella.
Y se lo tendrá que fumar a Sergio Massa, jugando a las escondidas, diciendo que no será candidato a nada, mientras teje alianzas con los intendentes del conurbano para hacer todo lo contrario, e intenta bajar la inflación a 5 o a 4, números suficientes como para presentarse como el hombre que habría salvado a la Argentina de hundirse para siempre.
Por las dudas, mientras esperamos el partido de mañana, te regalo este relato casi en primera persona del senador nacional por Santa Cruz, Eduardo Costa, alguien que conoce a los Kirchner desde hace años, y saben cómo juegan de memoria. No termina con un gol. Pero está claro que si los dejamos seguir jugando, sin la menor resistencia, nos van a terminar de pasar por arriba. A los casi 50 millones de argentinos.