El periodista de LN+ reflexionó en su columna editorial de La Cornisa sobre el escenario que enfrentan el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Kirchner luego de las novedades sobre sus causas
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En su clásica columna de La Cornisa (LN+) de este último domingo, Luis Majul analizó el escenario actual que enfrenta el Gobierno y el contexto en el que se produce la intención de que todos los jueces comiencen a pagar Ganancias. Además, dio una mirada sobre las causas por corrupción que enfrenta la vicepresidenta Cristina Kirchner y los motivos detrás de las reacciones del presidente Alberto Fernández luego de que un participante del reality de Telefe Gran Hermano lo acusara de recibir coimas.
A continuación, la columna editorial completa de Luis Majul:
Quieren romper todo. Antes de la derrota electoral, que ya esperan. A menos de dos meses de la sentencia final contra Cristina en la causa Vialidad. Quieren incendiarlo todo, pero ya se los ve venir, de tanto que abusaron del relato y la mentira.
Son tan visibles los hilos de los títeres, que un humorista genial, como Ariel Tarico, les anticipó la jugada, y colocó a Víctor Hugo Morales en el peor de los escenarios: con su ego magullado, más cerca del ridículo que de la revolución. Por si te lo perdiste: el jueves, pocos después de las 19, el relator del relato, quiso hacernos creer que detrás de “Alfa”, el personaje de Gran Hermano que acusó de coimero al presidente, estaba la embajada de los Estados Unidos, Donald Trump y Joe Biden y la Paramount también.
Pero dos horas antes, Tarico, en el pase entre Jony Viale y Nelson Castro, en Radio Rivadavia, ya se lo había imaginado. Lo mismo pasa con Cristina, la Corte Suprema y los jueces. Se la ve venir. Como la vice no consigue doblegarlos, quiere meter, por la ventana, en el proyecto de ley del presupuesto, un artículo para que todos los jueces paguen el 35 por ciento de sus ganancias, incluida la antigüedad.
Lo explicó hoy, con lujo de detalles, Joaquín Morales Solá, en su comentario editorial, titulado Una Cristina desesperada va por más:
- Su impulsor, el diputado cristinista Marcelo Casaretto, busca que la mayoría de los jueces opte por jubilarse ahora mismo, antes de perder los derechos adquiridos.
- Así, podrían renovar una buena parte del poder judicial, como en Venezuela, Nicaragua, Polonia y Hungría.
- La maniobra, disfrazada de equidad, es un mamarracho jurídico.
- Porque ya están tributando ganancias los nuevos jueces que juraron a partir de 2017.
- Porque todos los funcionarios judiciales abonan un 18 por ciento de cargas sociales, cuando el resto de los trabajadores paga el 11 por ciento.
- Porque los magistrados, no pueden trabajar de otra cosa, mientras permanezcan en su cargo.
- Y porque votar lo que propone Cristina, implica violar el artículo 110 de la Constitución, que impone la intangibilidad de los salarios de los jueces, para garantizar su independencia.
Hasta ahora, todo indica que no conseguirán la mayoría calificada de 129 votos para lograr su cometido. Sin embargo, ya están creando el clima porque se vienen venir:
- Para mediados de noviembre, la reapertura del juicio Los Sauces Hotesur, en el que están procesados, además de Cristina, sus hijos Máximo y Florencia.
- Para antes de fin de año, la sentencia de los jueces Jorge Gorini, Andrés Basso y Rodrigo Giménez Uriburu, en el juicio oral de la obra pública.
Ellos tendrán que decidir sobre el pedido de prisión de los fiscales Diego Luciani y Sergio Mola, cuyo alegato, todavía resuena, como el del fiscal Julio César Strassera, en el juicio que condenó a las juntas militares de la dictadura. Strassera pidió: “Nunca más”. Y Luciani emplazó a los jueces a decidir entre la corrupción o la Justicia.
Los chicos grandes de la Cámpora, esperan que Lula, ya convertido en presidente venga a acompañar a Cristina en la movilización que preparan para el día de su eventual condena. Pero Lula, todavía, no acusó recibo. Y es posible que eso no suceda nunca. Porque los asesores del candidato que Cristina deberá enfrentar, además, el demorado juicio oral por una causa que remite a la del Lava Jato en Brasil: la de los Cuadernos de la Corrupción.
A propósito: las novedades que se acaban de producir, en un expediente paralelo al juicio madre, no son buenas noticias para ella. Porque solo beneficiarían al empresario Armando Loson, quien, a través de una pericia ordenada por el juez Marcelo Martínez de Giorgi, pudo probar que las partes de los cuadernos donde se lo menciona estaban borroneadas, adulteradas o con sobre escritos. Loson viene insistiendo, a través de sus abogados, con que:
- No pagó ninguna coima a ningún funcionario del gobierno.
- No es un empresario de la obra pública.
- Alguien pudo haber incorporado, su nombre, Armando, de manera subrepticia, por sobre el de Marcelo Odebrecht. Ambos tenían oficinas en el mismo edificio, igual que algunas compañías de Cristóbal López.
La esperanza de Cristina, y de decenas de funcionarios procesados, era que esta pericia sirviera para voltear toda la prueba. Sin embargo, sucedió todo lo contrario. Porque también sirvió para confirmar que fue efectivamente Centeno quien escribió todos los datos aparecidos en los Cuadernos de las coimas, incluidos los de los bolsos con dinero recibidos en la Rosada, la Quinta de Olivos y la esquina de Juncal y Uruguay, el edificio en el que todavía viviría Cristina.
Por eso todavía, en el Instituto Patria, sigue haciendo tanto ruido lo que dijo el Presidente, el pasado viernes 14 octubre, en el Coloquio de Idea, cuando les preguntó a los empresarios si durante su gobierno alguien les había pedido coimas para algo. Por eso siguió Alberto defendiendo la pésima idea de responderle a un participante de Gran Hermano, en una nota concedida a un periodista de la señal para oficial C5N.
Cabe preguntarse. ¿Por qué no hizo lo mismo con las descalificaciones personales y hacia la investidura de Fernanda Vallejos, cuando le dijo enfermo, ocupa e inútil? ¿Por qué no mandó a su abogado que pedir disculpas a Sergio Berni, quien lo trató de borracho? ¿Por qué no salió a responder la indirecta/directa de Cristina, cuando dijo que ella podía mostrar con quien habla de desde su teléfono y otros no?
La respuesta es: porque, aunque a muchos les parezca mentira, está en campaña. ¿Para qué? Para competir, dentro de las PASO, contra Cristina, o contra Sergio Massa, que bien podría ser el nuevo candidato de Cristina, aunque el propio ministro hoy lo niega.
¿Pero cuanto tiempo más les puede durar la mentira o la simulación? Recomiendo la lectura de la columna de Martín Rodríguez Yebra titulada El doble juego del kirchnerismo en busca de “la derrota digna”. Porque mientras Andrés Larroque le hace un guiño a la derecha diciendo que hay que reconocer a Massa porque agarró un fierro caliente, Máximo Kirchner, junto a Pablo “El Salvaje” Moyano, juega al Che Guevara de mentirita y le tira una patadita a la CGT.
Eso sí: sin largar las cajas de las empresas públicas, y al mismo tiempo en que desde presidencia le envían fondos discrecionales por más de 1500 millones de dólares a la provincia de Buenos Aires para evitar la derrota el año que viene de Axel Kicillof.
Cristina está desesperada, y es lógico. La inflación de octubre volvería a superar el 6 por ciento. La pobreza, cada vez más cerca del 40 por ciento, está creciendo todos los días un poco más. Ella entiende que, en cuanto empiece a regir la quita de subsidios para las tarifas de la luz y el gas, con el triple de los usuarios afectados, sobre los que en su momento proyectó Martín Guzmán, el Frente de Todos perderá millones de votos, más allá de los que vienen perdiendo desde diciembre de 2019.
Para colmo, el fiscal Carlos Rívolo y la jueza María Eugenia Capuchetti blindaron la causa del fallido atentado para evitar que se politice en medio de la campaña electoral. ¿Lograrán Cristina y sus abogados doblegar al juez Martínez de Giorgi para hacerle creer a los argentinos que el líder de Revolución Federal, Jonatan Morel, era financiado por la familia Caputo, el amigo del alma de Mauricio Macri?
Porque la teoría, a simple vista, parece tan tirada de los pelos, que no resiste el menor análisis. Pero tampoco resistía el menor análisis la desaparición forzada de Santiago Maldonado, y todavía la siguen repitiendo, como si fuera cierta.
Cuando le preguntaron a Ricardo Darín que fue lo que lo impulsó a filmar 1985, él respondió: para demostrar que la verdad siempre llega. Puede tardar un poco más, o un poco menos. Pero al final, siempre llega.