El periodista de LN+ analizó el escenario político antes de que el Presidente y la vice se encuentren cara a cara en el Congreso de la Nación para la apertura de sesiones 2023
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Qué vergüenza. En vez de estar analizando los avances o los retrocesos del gobierno que se va, estamos pendientes de si el Presidente, durante la última apertura de la Asamblea Legislativa, va a decir o no la palabra proscripción, y de las caras y de los gestos que va a poner Cristina, antes, durante y después del discurso.
En vez de sacar conclusiones sobre lo que algunos consideran el peor gobierno de la historia de la democracia, muchos otros estarán pendientes de la presencia de los únicos dos miembros de la Corte que asistirán al congreso: Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz, y también de lo que digan o hagan el presidente y los legisladores oficialistas contra Macri, el chivo expiatorio eterno del oficialismo en el poder.
Lo que vamos a contar ahora sería un escándalo en cualquier país del mundo, pero en la Argentina ya no acostumbramos.
- Alberto Fernández y Cristina Kirchner no se dirigen la palabra. La última vez que se vieron fue el 1° de septiembre pasado, después del fallido atentado contra la vice.
- Y la última vez que hablaron personalmente fue cuando Cristina lo llamó después de su internación en un hospital de Bali.
Ayer, Diego Cabot, escribió para LA NACION una excelente nota, titulada: “Los números que Alberto Fernández intentará disimular mañana”.
- La devaluación desde 64 pesos a 202 pesos del dólar oficial. Es decir una pérdida del poder adquisitivo de la moneda del 216 %.
- La devaluación del peso con respecto al paralelo, que hoy se ubica en alrededor de 380 pesos es todavía mayor: casi un 490 %.
- Las reservas del Banco Central habrán caído más de un 13 %.
Pero el Presidente también intentará disimular los números de la inflación, porque en realidad ya superó ampliamente a los dos mandatos de Cristina y también al de Mauricio Macri, con un aumento acumulado de precios del 324 %.
Y por supuesto los de la pobreza, que algunos calculan en cerca del 40 %, y que superaría el 50 % de la población, sin la existencia de los planes sociales.
Cristina y los chicos grandes de La Cámpora dirán que Alberto no cumplió con el único encargo específico que tenía de quien lo ungió: sacarle de encima y hacer desaparecer las causas de corrupción.
Para ponerlo en el lenguaje cuasi mafioso de Andrés “El Cuervo” Larroque: “El presidente cometió el pecado de morder la mano de quien le dio de comer”.
Y Alberto llegará al final de su mandato ejerciendo, junto a un par de fieles como el canciller Santiago Cafiero y la portavoz Gabriela Cerruti la “resistencia pacífica”.
Tienen que estar muy enajenados, para decir, uno, que el Presidente merece la reelección. O que la crisis no existe, es autoconstruida y que no la estamos pasando nada mal. Que la culpa es de la prensa.