En su columna, el periodista se preguntó “en qué planeta viven” cuando van a visitar a Milagro Sala en medio de la crisis del dólar
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Alberto, Cristina y Massa están jugando con fuego, mientras la Argentina, todos los días, se hace pelota un poquito más.
Pero antes de explicar por qué, sería bueno preguntarse.
¿En qué país viven?
¿En qué país vive el presidente cuando dice que no hay gasoil porque la economía está creciendo demasiado?
¿En qué planeta vive, cuando se sube a un avión privado para ir a ver a Milagro Sala, una delincuente con una docena de causas abiertas por violencia, corrupción y lavado de dinero?
¿Qué territorio de ficción habita el presidente al decir que lo mejor que podría hacer la oposición es callarse la boca, cuando en realidad fue la oposición lo que salvó a su gobierno del default?
Porque no solo Alberto parece vivir en una burbuja de fantasía.
¿Y Cristina? ¿Y Andrés Larroque? ¿Y Oscar Parrilli, que plantea nada menos que la intervención federal para la justicia de la provincia de Jujuy?
Porque la agenda de Cristina está a miles de kilómetros de lo que te pasa a vos y lo que me pasa a mí.
Está, por ejemplo, en el Senado, donde un grupo de marcianos sectarios imaginan una corte de 25 miembros para romper a la actual y hacer añicos la división de poderes.
Es decir: una agenda para garantizar su impunidad, atacar a los jueces independientes y a los periodistas y los medios críticos.
Una agenda que le permita romper el juicio oral y público de Vialidad, donde en las próximas semanas deberá comparecer como jefa de una organización criminal que le robó miles de millones de dólares al Estado.
¿Y dónde vive el Cuervo Larroque?
¿De dónde sacó este chico grande de La Cámpora que Cristina es la única dirigente que genera esperanza?
¿Esperanza?
Excepto en su núcleo duro que cada vez es más chiquito, pero también más irracional, lo que genera Cristina es miedo, porque desde que asumió la vicepresidencia no dejó de esmerilar al presidente ni un solo día.
Lo que genera es violencia moral, porque bancó la cuarentena eterna y la Sputnik contra la Pfizer.
Lo que genera Cristina es indignación, porque cobra 4.114.000 pesos de dos jubilaciones de privilegio que la transforman en la empleada del Estado que más dinero percibe. Para ser precisos: 100 veces más que la jubilación que cobran los jubilados de la mínima.
Lo que genera Cristina es rechazo.
Porque acumula casi 73 por ciento de imagen negativa, según Giacobbe y Asociados.
O más del 65 por ciento según Fixer.
Y, más que cualquier otra cosa, Cristina, genera bronca.
Porque habla como si fuera progre, pero vive como una reina. Completamente alejada de lo que sufren y sienten los pobres y desamparados a los que dice representar.
La última vez que Giaccobe hizo una nube de palabras sobre Cristina fue en octubre del año pasado, cuando la cosa estaba recontra mal, pero no peor que ahora.
La palabra que prevaleció es “corrupta”. La segunda, “ladrona”. La tercera “chorra”
Después líder delincuente y maléfica, entre las más repetidas.
¿Y Sergio Massa?
¿En qué laberinto de poder se encontrará?
Se sabe que ahora quiere lo mismo que desea Cristina.
Que se vayan del gabinete, por lo menos, Guzmán y el ministro de Trabajo Claudio Moroni.
Que se organice un super ministerio de Economía que concentre Hacienda, Finanzas y también Producción, donde acaba de aterrizar su archienemigo, Daniel Scioli.
Que Guzmán sea reemplazado por Emmanuel Alvarez Agis y el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, por alguien con el perfil de Martín Redrado.
Que le den la jefatura de gabinete, para intentar cambiar el rumbo.
Solo hay un pequeño inconveniente.
El presidente no quiere.
Sigue bancando a Guzmán.
Resiste el embate de Cristina y de Massa, aunque a veces parece desorientado y perdido.
Por eso decimos que juegan con fuego.
Porque lo de Larroque es, lisa y llanamente un ultimátum.
Una invitación a correrse del poder.
Y a esa invitación, el presidente, le acaba de responder con el anuncio de que va a competir en las PASO, con el siguiente argumento: que no es el único con una alta imagen negativa.
Que en algunos distritos del país, incluso, su nivel de rechazo, es menor al de Cristina, el de Máximo, y el de Massa.
Pero a esta hora, dentro y fuera del gobierno, se maneja una hipótesis más inquietante todavía: que la vice se haga cargo de la lapicera, la banda y el bastón.
¿Te imaginás a Cristina gobernando de nuevo a nuestro maltratado país?