El editorial de Laura Di Marco en La trama del poder, por LN+
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A 15 días del balotaje ¿hay riesgo de fraude o de microfraude en la Argentina? Hablamos de un posible robo hormiga de votos en las más de 100 mil mesas que tiene el país. Los votantes de Milei tienen ese miedo, pese a que ahora el líder libertario está asociado a Patricia Bullrich y Mauricio Macri, quien devino esta semana en su virtual jefe de campaña.
Vamos de nuevo: la oposición tiene miedo a que el aparato perokirchnerista le robe la elección. ¿Tiene algún plan diseñado Milei y parte de Juntos por el Cambio para evitarlo? La palabra clave, a dos semanas de la segunda vuelta es fiscalización. Luis Petri, por ejemplo, también se puso al hombro la campaña juntando a jóvenes radicales para cuidar el voto opositor.
Este miedo no es un delirio. Vengo cubriendo periodísticamente al peronismo desde hace más treinta años, cubrí decenas de campañas presidenciales y provinciales y tengo en mi haber miles de charlas en off the record, como decimos los periodistas, con operadores, dirigentes, punteros.
Un día un dirigente muy pero muy importante del peronismo me contó que el aparato está preparado para robar de dos a cinco puntos, sobre todo en la Argentina profunda: en las provincias del interior más pobres del país donde solo el peronismo reina. ¿Es verdad esto?.
Siempre digo que el enemigo de todos los populismos -que siempre son sistemas políticos que se basan en la mentira- es la tecnología y los datos. Y justamente -y esto es novedoso-hay un grupo de jóvenes que está desarrollando una app para ayudar a LLA y a un sector de Juntos por el Cambio para evitar el fraude. La app es gratis y cualquiera la puede bajar: se llama LibertaApp.
Nuestro colega Luis Gasulla explicó que en el recuento de 1700 mesas se encontraron 0 votos a la oposición y 100 por ciento de votos a Sergio Massa. En La Plata, por ejemplo, encontraron dos urnas vacías.
Según los desarrolladores de esta aplicación, que ya se conectaron con el equipo de Milei, es estadísticamente imposible que esto pueda suceder. Por una cuestión estadística no puede haber cero votos en una mesa para un candidato opositor y cien para el oficialismo, sobre todo cuando esos recuentos se repiten en distintas mesas. Te muestro algunas encuestas nuevas. ¿Les creemos o no?
No todas se equivocaron, algunas dieron en el blanco. Por ejemplo, la encuesta de interAtlas, una consultora brasileña que había adelantado el triunfo de Massa en la primera vuelta ahora le da el triunfo a Milei.
Lo mismo sucede con Aresco, la consultora de Federico Aurelio que mide tendencia y proyección de voto. En la proyección, Aurelio le da a Massa el 47,6% y a Milei el 52,4%.
El dato sorprendente es que Sebastián Galmarini, cuñado de Massa -que también anticipó el triunfo de su cuñado- también con su consultora Inteligencia Analítica le da una pequeña ventaja a Javier Milei.
El propagandista del kirchnerismo, Roberto Navarro, parece que está un poco asustado con estos números y dijo que el antiperonismo es como una droga.
Lo que es como una droga, en todo caso -y está estudiado- es el fanatismo para el lado que sea. Y es curioso no lo registre Navarro en sus propias filas: después de la dictadura la palabra amigo-enemigo fue instalada, en democracia, por Néstor y Cristina Kirchner.
Más odio no se consigue. Los Kirchner han sido una escuela del mal. Y han sido maestros de muchas trampas, pero hay dos en las que destacan. Una. Meter miedo para cometerte la cabeza y así poder dominarte. Un día, cuando era presidenta, a Cristina se le escapó el truco que le enseñó Néstor.
Sergio Massa está cada vez más parecido a Néstor. Podría decirte que es su mejor discípulo. De hecho, Néstor lo detestaba porque le notaba la misma ambición de poder que tenía él.
Otra especialidad de los Kirchner -y de todos los populismos- es creer que el Estado no es todos, tuyo, de tus hijos, mío, sino de ellos y de los que piensan como ellos. Por eso sacaron a hacer campaña por trenes y colectivos al vendedor de peines, Gabriel Katopodis, ministro de Obras públicas de “todes” (sic).
¿Se entiende lo que estamos naturalizando y que sería un escándalo en cualquier país normal del mundo? Un ministro de la Nación -de todos- devenido en el militante de un partido.
Y la tercera especialidad que los Kirchner le contagiaron, incluso, a sus periodistas afines es el bullying, el acoso moral a quienes simplemente tienen un punto de vista diferente al de ellos. Ese bullying apunta a tres cosas: provocarte, descalificarte y finalmente a anular y censurar tu punto de vista.