La denuncia de violencia de género de Fabiola Yañez a su expareja y expresidente presumen el final del ciclo kirchnerista y el resurgimiento de un peronismo que intentará volver a sus raíces
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La violencia tiene muchas maneras de expresarse. La violencia física, como la que aparentemente sufrió Fabiola Yañez, es la más visible. Pero hay otras violencias, que no son tan visibles (más bien son invisibles), pero son tanto o más dañinas que los golpes de puño porque nos hacen sentir igual de mal. O peor.
La mentira, los insultos, el robo (la corrupción), el abuso de poder, la victimización, la doble moral. La hipocresía. Decir una cosa y hacer lo contrario. La estafa emocional.
Esto decía Alberto Fernández mientras -según las denuncias de Fabiola- golpeaba a su exmujer y la tenía prácticamente secuestrada en el chalet de huéspedes de la Quinta de Olivos.
Violencia es mentir descaradamente haciéndose el macho alfa, cuando él mismo violaba la ley. “Si lo entienden por las buenas, me encanta. Si no, me han dado el poder para que lo entiendan por las malas”, dijo en una con Verónica Lozano.
¿Qué pasa por la cabeza de un hombre que graba a una mujer en el despacho presidencial con su celular y luego le da ese mismo celular a su esposa para que su hijo juegue con él?
Se lo pregunté al psiquiatra Enrique De Rosa este sábado. “La victimología trata de la relación entre víctima y victimario. Es importante incluir en la ecuación la seria perturbación en la mente del victimario. Se trata de un sujeto que, en gran medida, se encuentra en un episodio casi psicótico o cuasi desconectado de la realidad. La impunidad o el abuso de poder juegan un papel crucial. Era una persona que, en su proyección del Yo frente al mundo, creía que dominaba todo. No tenía temor alguno de que alguien lo descubriera. Juega con el poder porque cree que tiene todo bajo control. El hecho de guardar grabaciones como trofeos de guerra y para la autoerótica, lo cual es muy habitual, es un signo del ‘macho alfa’ que domina y presume de haber estado con ciertas mujeres y de haber logrado hacerles eso. Esto supone una cuestión de poder sobre esas mujeres”.
Alberto, el macho golpeador de la Argentina. El colmo de la psicopatía, como explican los psicólogos, fue el intento de volver a culpar a su víctima, Fabiola, amenazando con quitarse la vida, después de la denuncia de ella.
¿Terminó el kirchnerismo en la Argentina, una de las almas del peronismo? También se lo pregunté este sábado al historiador italiano Loris Zanatta, que nos conoce más nosotros mismos: “El ciclo kirchnerista está acabado. Hemos visto en varios lugares del mundo, como Europa, Latinoamérica y Norteamérica, donde se da una especie de resaca en la que resurgen movimientos conservadores, y en otros lugares, no tanto. El peronismo tiene toda su historia atravesada por dos almas. La original, que muchos no saben o han olvidado, es nacional-católica, profundamente religiosa, basada en la idea de que la cultura del pueblo es católica y fundada en la doctrina de la Iglesia. Dentro del peronismo, el kirchnerismo siempre representó otra línea, otra alma, que entraba en conflicto con la más ortodoxa, definida como de izquierda. Estas dos almas del peronismo siempre se unieron para combatir al enemigo común. La caída de Alberto Fernández fortalece en este momento una dirección que ya está tomada. Con la caída y el fin del ciclo kirchnerista, el peronismo tendrá la tentación de volver a buscar sus raíces”.
Cuando hablamos de violencia, también hablamos de violencia económica. A nosotros, los argentinos, Alberto también no dejó el ojo morado, en 2019. Pero Cristina Kirchner, la madre política de esta criatura fallida -fallida, como mínimo- también nos había dejado el ojo morado, pero en 2015. Y la sociedad argentina, sin embargo, los volvió a votar. Les dio una cuarta oportunidad.
¿Será la Argentina una mujer golpeada? La victimización -es decir, echarle la culpa de todos los males a los demás y no hacerse cargo de nada- es otra forma de violencia. Y Cristina volvió a victimizarse cuando quiso despegarse este viernes de Alberto Fernández con un largo mensaje en sus cuenta de X.
Alberto Fernández no fue un buen presidente. Tampoco lo fueron Mauricio Macri o Fernando De La Rúa, sólo por mencionar a los que desempeñaron su mandato en lo que va del siglo XXI. Seguramente la lista sería más larga si extendiéramos la cronología.
— Cristina Kirchner (@CFKArgentina) August 9, 2024
Pero las imágenes que vimos…
Revictimización. Vas a escuchar mucho esta palabra en boca del kirchnerismo. ¿Qué significa? Que los medios -sus enemigos eternos- revictimizan a Fabiola cuando la muestran golpeada. ¿Y por usan esa palabra?
Porque, en el fondo, lo que no quieren que se sepa es que Cristina Kirchner eligió como presidente a un macho golpeador, a quien conocía muy bien desde por lo menos 1998, y que llegó, incluso a convivir con el matrimonio K en Santa Cruz.
Alberto fue el socio político en una alianza que los Kirchner hicieron con Eduardo Duhalde Una sociedad política que nació en 1998 en El Calafate, para competir con La Alianza de De la Rúa y Chacho Álvarez, que finalmente ganó las elecciones de 1999.
Eran el ala progresista del peronismo y se llamaron el grupo Calafate. Alberto era el socio minoritario del experimento K. El tercer socio. Alberto se sumaba así una cultura violenta, como siempre fue el kirchnerismo.
¿Te acordás de como su cómo su inventora trataba a sus colaboradores, aliados, y enemigos? Cuando Cristina Kirchner vivía en el chalet presidencial de la quinta de Olivos nadie podía entrar a la casa, ni verla. Ella ni siquiera saludaba a sus colaboradores, otra forma de violencia.
Y si se tenía que hacer algún arreglo dentro del chalet, debían hacerlo desde afuera de la residencia. Esto lo contó el propio Macri cuando le tocó habitar la Quinta de Olivos. Gente rara. Violenta. Alberto, el macho golpeador de la Argentina.