La figura de Alberto Fernández, su imagen negativa y el anuncio de la reelección; el repaso por algunas declaraciones que perjudican al jefe de Estado
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Definición de vergüenza: “Sentimiento de pérdida de dignidad causado por una falta cometida o por una humillación”; “sentimiento de incomodidad producido por el temor a hacer el ridículo ante alguien”. Las dos definiciones encajan perfecto con el presidente Alberto Fernández. Tenemos un Presidente que da vergüenza. Veamos de nuevo el papelón que hizo esta mañana ante el Canciller de Alemania. La pregunta era muy simple: ¿Por qué la ministra de Defensa alemana usa el helicóptero del Estado para transportar a su hijo? Al Presidente le parece una pregunta “increíble”.
Claro, él no puede entender que en Alemania sea un escándalo que un funcionario use un bien del Estado para fines privados. Tal vez porque, en plena cuarentena, Fabiola Yáñez viajó seis veces a Posadas en un avión de presidencia. Tal vez porque Alberto usa el helicóptero presidencial para pasear al perro. Lo cierto es que tenemos un Presidente que, lamentablemente, vive de papelón en papelón ¿Se acuerdan del manoseo a John Kerry, exsecretario de Estado de EE.UU, en la cumbre del G-20? Es tan incómodo que Kerry le termina retirando la mano mientras Merkel gambetea por el costado para evitar el encuentro. Y luego vino la “soledad” de Alberto en Escocia: menos de 20 personas escuchando su discurso sobre cambio climático.
Y luego vino el incómodo momento con el presidente Biden, mirá. Alberto le dice: “Me hizo muy feliz su triunfo” y Biden le contesta: “Usted tiene un país muy hermoso” ¿Y cómo olvidar cuando el presidente argentino dijo que los brasileños “salieron de la selva” al lado del presidente de España ¿Te das cuenta que tenemos un Presidente que no solo da vergüenza en Argentina sino también en el mundo? Por su puesto que, de tal palo, tal astilla. Fijate lo que es el canciller argentino, Santiago Cafiero.
¿Qué se puede esperar con semejante canciller? Vos fijate que Alberto Fernández se convirtió en un personaje tan intrascendente que ayer en España se lanzó a la reelección y casi no tuvo repercusión. El otro día, Cayetana Álvarez de Toledo uso una expresión para definir a Alberto: “Pelele”. El pelele es la persona de poco carácter que se deja manejar por los demás. Nadie en su sano juicio puede pensar que un pelele puede ser reelecto. Por definición, el “pelele” es usado y descartado; se usa una vez y se tira a la basura. El pelele es descartable.
Nadie en su sano juicio puede pensar que un Presidente que tiene casi 70 puntos de imagen negativa puede ser reelecto. Defina a Alberto en una palabra: mentiroso, títere, inútil ¿Se acuerdan cuando algunas revistas hablaban hace un tiempo de “Súper-Alberto”? Revista Noticias: “El Presidente se juega a todo o nada en la batalla contra el coronavirus. Mientras su popularidad crece y opaca a Cristina, puede emerger como líder absoluto”. Que mal envejeció esta tapa. De “Súper-Alberto” pasamos a esto, mirá.
Es muy triste pero es así. Tenemos un Presidente que se ha convertido en un meme animado. Tal es así que hasta sus ministros lo humillan públicamente. Sinceramente, nunca vi un Presidente tan humillado en tan poco tiempo ¿Qué es lo peor que le puede pasar a un líder político? Dar lástima. Alberto no produce bronca, no produce miedo, no produce hartazgo, produce lástima. Sin embargo, esa lástima se va cuando recordás que es un inmoral que ofreció US$8.000 para cerrar la causa del Olivosgate. Esta gente no entiende ni entenderá que el dolor no tiene precio.
Alguna vez dijo Daniel Gollán: “Con un poco más de platita en el bolsillo, la foto de Olivos no hubiese molestado tanto”. Así piensan la vida, todo tiene precio, todo se arregla con plata. Es gente que banaliza los valores, creen que todas las personas tienen su precio. Por eso, acaso la frase que mejor resuma al kirchnerismo es el furcio que tuvo ayer Axel Kicillof: “Donde no hay negocio, el Estado no llega”.