En LN+, el periodista analizó el recorrido de la imagen de la vicepresidenta, desde su llegada al poder hasta los últimos tropiezos en sus movimientos
- 5 minutos de lectura'
Hay un tango fenomenal de Gardel titulado “Cuesta abajo”. Es la historia de un hombre que sufre “la vergüenza de haber sido” y “el dolor de ya no ser”. Y termina diciendo: “Sueño con el pasado que añoro el tiempo viejo que lloro y que nunca volverá”.
“Cuesta abajo” es la historia de la vida; porque en efecto, todo se termina; el retiro; la caída; la vejez; e final. Es natural: a todos nos pasará en algún momento; el problema, claro, son aquellos y aquellas que no lo asumen con dignidad. Aquellos que no asumen la derrota; aquellos caprichosos engreído, vanidosos y soberbios que siempre quieren más.
Más dinero, más fama, más poder, más tiempo, esa gente detestará cada minuto de su decadencia. Ya es tiempo, señora; ya es tiempo de que lo acepte.
Usted no es el genio que nos hicieron creer. Usted se equivocó una y mil veces: con Amado Boudou; con Martín Insaurralde; con Aníbal Fernández (patotero en la provincia de Buenos Aires).
Y se volvió a equivocar poniendo al peor de todos. Usted, señora, nunca fue la brillante estratega que cree ser. Alguien se lo tiene que decir. Y lo que está pasando ahora es la decadencia del final. Como diría un amigo: “No le sale una”. No pudo voltear el acuerdo con el Fondo, no pudo echar al ministro de economía que tanto detesta, no pudo cargarse al presidente de la Corte Suprema. Y ahora nos amenaza con llevarse todo puesto.
Mire, le voy a decir la verdad:
En otra época usted generaba miedo; era un miedo atroz; era un miedo cruel; era un miedo salvaje. Los jueces le tenían miedo; los periodistas le teníamos miedo; los empresarios le tenían miedo; los sindicalistas le tenían miedo; los intendentes le tenían miedo; los gobernadores le tenían miedo.
¿Sabe lo que está pasando? Ya no más. Ya no inspira eso. Y entonces ya no inspira respeto; usted, señora, siempre construyó poder desde el miedo.
Como dice Maquiavelo: ‘Mejor ser temido que amado’. Pero esta última argucia en el Senado, aunque original, terminó siendo patética: tuvo que apelar a un mamarracho institucional para quedarse con un miserable asiento en la Magistratura.
Ni Sergio Massa le siguió los pasos. Y eso es mucho decir. Entonces, señora, le quiero contar lo que viene, prepárese porque lo que viene es duro. La decadencia es dura.
- Primero: ya no podrá despotricar y humillar a sus ministros como tanto le gusta hacer.
- Segundo: ya no podrá insultar a la gente; ni siquiera a su mayordomo.
- Tercero: ya no podrá apretar jueces, una de sus pasiones preferidas.
Todo esto de a poco se va terminando. Esto antes daba miedo, daba pánico. Esto ahora da un poquito de lástima; no se trata de subestimar el poder de fuego; nunca lo haremos. Se trata, simplemente, de ser realistas. La señora de Kirchner está dejando de ser lo que era. Ya no duele, ya no impacta; ya no asusta, ya no asombra, ya no intimida.
Señora, se le está acabando la magia y es normal; también le pasó a Menem...
Carlos Menem fue el hombre más poderoso de la Argentina durante una década entera. Se rendían ante él empresarios, jueces, actrices, conductores, periodistas, futbolistas, corredores, cantantes, vedettes. Y un día ese señor riojano todopoderoso terminó solo y humillado; ni los mozos le servían café porque sabían que se iba a la cárcel o a la Quinta de Gostanián.
¿Sabe dónde se nota la decadencia señora? En los alcahuetes... lo primero que le pasa al líder decadente es que los más alcahuetes son los primeros en huir; los periodistas militantes ya no tienen tantas ganas de defenderla; los mercenarios de la palabra buscan nuevas terminales de poder; los parlanchines están cansados; ya no pelean como antes; se están quedando sin nafta; y los jóvenes rebeldes ya no son tan rebeldes; se los nota aburguesados; achanchados; acomodados; mucho más interesados en defender sus cargos; sus cajas; sus despachos; sus secretarias; sus sueldos; sus choferes; sus privilegios; ¿dónde están esos chicos que se comían al mundo crudo? Están atrincherados en el PAMI; una metáfora perfecta de los “jóvenes-viejos” de La Cámpora.
¿Viste pibe? Ser kirchnerista ya no es transgresor. Se volvieron conservadores, aburridos... ya no interpretan más el humor social. Perdieron el olfato político. Están más preocupados por el consejo de la Magistratura que por el precio del asado; ¿sabe qué, señora? El kirchnerismo está gastado; es un auto viejo, chocado que se queda en el medio de la calle; pero nadie quiere empujar; ¿y sabe qué, señora? No está mal que pase esto.
Ya era hora; porque usted hizo mucho daño:
Dividió al país en dos; inyectó odio en la sociedad; priorizó sus amistades antes que salvar vidas; cooptó la justicia; financió barras; adoctrinó chicos; solventó piqueteros; combatió al campo; se asoció con las tiranías; persiguió periodistas; armó un capitalismo de amigos; corrompió artistas; contaminó los organismos de DD.HH.; le robó a los pobres de Jujuy; liberó delincuentes; desarmó la policía; se rodeó de corruptos. Suficiente señora: ya basta. Creo que ha llegado el momento de que estos revolucionarios del café con leche dejen en paz a un país tan hermoso como la Argentina.
Señora, siga su ruta y asuma que está en decadencia...