El periodista analizó las declaraciones cruzadas del gobierno en torno a los tarifazos y las relacionó a una cuestión más de fondo: la crisis del populismo
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Como ustedes saben, Maléfica es una siniestra y poderosa hechicera, carente de cualquier comicidad. Es fría, es mala, es cruel, pero además vive encerrada en su castillo, alejada del reino, solo rodeada por su séquito de cortesanos de alcahuetes. En particular un cuervo que se llama “Diablo”
Bueno... ¿Qué hace Maléfica cuando llegan malas noticias? Lo mismo de siempre: desaparece, se borra.
¿Saben cómo se llama eso? La crisis del populismo. ¿Qué es el populismo? Imaginate una familia; esa familia está quebrada, no tiene plata, tiene deudas con parientes, con amigos, con prestamistas, pero de todas maneras sigue gastando.
Agarra la tarjeta de crédito y sale a comer al restorán más caro, se compra ropa de marca, se compra un auto de lujo, se va de vacaciones a Hawái, no para de gastar. ¿Eso genera felicidad? Por supuesto.
Se llama felicidad de corto plazo; felicidad efímera, te gastaste el cupo entero de la tarjeta. ¿Qué pasa cuando hay que pagar? No hay plata, ¿qué pasa con la fiesta? Se acaba. ¿Cómo termina la familia? Con más deuda, embargada, en la calle, teniendo que vender cosas para sobrevivir.
Eso es el populismo, te engaña, te miente, te hace creer que vivís bien, de hecho vivís bien por un tiempo corto, y después terminás en la calle. Quebrás, bancarrota; ¿sabés lo que está pasando ahora? Llegó la hora de la verdad. Es la primera vez en la historia que la bomba le explota al populismo durante su gobierno. ¿Qué hace Maléfica? Se borra. Deja al frente a sus nuevos escuderos: Sergio Massa y Malena Galmarini.
¿Qué dice Malena? “No son aumentos. Es redistribución de subsidios”.
¿Qué está pasando ahora? Sube la luz, sube el gas, sube el teléfono, sube el agua, sube el transporte, sube la nafta, suben los alimentos, suben los medicamentos, no sube el salario, no sube el plan, no sube la jubilación… Resultado: gente que se cae, pero ahí está Massa con su cara de piedra para chocar contra su propio relato. ¿Para qué lo puso Cristina? Para esto.
Cuenta Carlos Pagni hoy en LA NACION: “Una versión más que fidedigna afirma que, cuando el Presidente se resistió a que Massa desembarque como ministro, la vicepresidenta, fiel a su estilo, le contestó: ‘Alberto, yo no me olvido de que ese hijo de puta me quiso meter presa. Pero ahora lo necesitamos’”.
¿Para qué? Para poner la cara, Cristina tiene que tragarse tremendo sapo para no poner su cara en el ajuste de su gobierno. El ajuste no encaja con el relato populista. ¿Cuál es el relato? Máximo, el hijo de Cristina, diciendo que se terminaron los tarifazos.
El problema del populismo es que se auto convence de que la mentira es para toda la vida, entonces dilapidan todas las reservas todas las cajas. Esta gente se gastó la caja de la ANSES; la caja del Banco Nación, la caja del PAMI, la caja de Aerolíneas, la caja del Banco Central, la caja de Aerolíneas, la caja de los planes.
¿Qué pasó? No hay más caja, no hay más plata y si siguen imprimiendo vamos a una hiper con estallido social. Lo que no entendió todavía la señora es que, por más que llame a Massa o al mago Mandrake, el derrumbe ya ocurrió. El populismo cae y se lleva todo puesto.