En LN+, el periodista se refirió al asesinato de la policía Zalazar en la estación de Retiro; “Se romantizó la delincuencia”, aseguró
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Imaginate un manicomio enorme en el sur de Francia. Una persona es invitada a cenar y conocer un nuevo sistema “de alivio”. Más flexible; más elástico; más permisivo, donde los pacientes pueden pasear por donde quieren y vestirse como quieren.
Un modelo más light. Pero, de pronto, la historia pega un vuelco inesperado y el narrador se da cuenta de que los pacientes encerrados en verdad están cuerdos; están sanos; están bien; y no pueden salir del manicomio.
Peor aún... las autoridades del manicomio están totalmente locos. Es decir, lo que se devela es que un grupo de lunáticos se apoderó de un instituto psiquiátrico... y encarceló a los profesionales cuerdos.
El mundo del revés. Se trata del sistema “del Dr. Tarr y el profesor Fether”. Es un relato humorístico de Edgar Allan Poe.
Y como dice un amigo llamado Marcelo Es la descripción más precisa y más desopilante de un país como la Argentina.
Un país donde los locos gobiernan. Y un país donde los cuerdos están encerrados. Esta es la Argentina de caño que hace 20 años promociona el kirchnerismo. Un país donde ladrones, violadores, corruptos, y asesinos se sienten cómodos. Un país donde la policía tiene miedo de actuar.
Un país cómodo para los delincuentes. Un país incómodo para la gente decente.
Si cortás la calle, no pasa nada.
Si matás a un policía, no pasa nada.
Si robás una imprenta, no pasa nada.
Si violás, salís de la cárcel.
Si evadís, te premian.
Si cumplís la ley, sos básicamente un tarado.
¿Escuchaste algún organismo de derechos humanos salir a condenar el asesinato de ayer de la oficial Zalazar?
Nada. Silencio de radio.
Por el contrario, el kirchnerismo salió a reforzar el relato ideológico de que las pistolas “taser” son la picana; son la tortura; son la dictadura; son de derecha.
El orden es de derecha. La seguridad es de derecha. Por lo tanto... Se va configurando un país proto-delincuencial.
Esta es la Argentina de caño. El relato que se baja hace 20 años es parte de una batalla cultural. El delincuente es víctima porque es un excluido del sistema económico y social.
Y el policía -en todo caso- es victimario porque es una fuerza represora que quiere sostener un statu-quo capitalista, clasista y racista.
Ergo, si el policía despeja un piquete es de derecha. Ergo, si el policía disuade a un punga o a un loquito en una estación de subte es de derecha. Entonces llegamos al absurdo en el cual la policía no puede actuar y el estado entrega el monopolio legítimo de la fuerza.
Ergo, se produce la romantización de la delincuencia.