El periodista de LN+ se refirió al ataque que sufrió Cristina Kirchner en la puerta de su casa, cuando un hombre le gatilló en la cara
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Voy al grano directo porque, con total sinceridad y honestidad, estoy muy triste con lo que le pasa a mi país. Esta mañana me levanté y me encontré con una parte de la Argentina acusando al periodismo, a la oposición y a la Justicia de un intento de magnicidio. El Presidente dijo que el intento de asesinar a Cristina Kirchner fue consecuencia de un “discurso de odio”, esparcido desde espacios políticos, judiciales y mediáticos.
Entonces me parece doloroso, triste, lamentable, tener que aclarar que hacer periodismo firme, duro, crítico del poder, de la corrupción, del autoritarismo, de la rosca y de la soberbia no es una incitación a que un loco de mierd... agarre un arma y le quiera meter un tiro a la vicepresidenta de la Nación.
Yo tengo 37 años. Tengo una familia que amo profundamente. Tengo dos hijos y una esposa espectacular, de fierro, que son la razón de mi vida. Tengo dos hijos que me hacen feliz, me hacen reír y me hacen llorar de emoción. Tengo una esposa que me cuida, me ama, me enamora, me protege y me hace reír. Acabo de perder a mi papá por una enfermedad que se lo llevó en dos días. Amo la vida.
No odio a nadie. No me sale odiar. No me enseñaron a odiar. No vas a encontrar en mí una gota de odio. No odio a Cristina. No odio a Alberto. No odio a Massa. No odio a nadie. Simplemente, no odio.
Le hablo directamente al Presidente de la Nación. Presidente: acá no odiamos. El sentimiento que a mí, personalmente, me produce este país que armó el kirchnerismo es tristeza. Me duele en el alma que hayan desaparecido vacunas cuando eran la diferencia entre la vida y la muerte. Me duele en el alma que hayan desaparecido miles de millones de dólares para rutas, hospitales, escuelas y jubilaciones. Me duele que todos los días castiguen a periodistas por pensar distinto.
Me duele ver un país con sus calles secuestradas; piqueteadas; tomadas por grupos extorsivos. Me duele ver un país invadido por planes en lugar de trabajo. Me duele ver un país con sus escuelas cerradas, otra vez.
Me duele ver un país parado.
Acá no hay odio.
En todo caso, hay un profundo dolor y una profunda tristeza por este país que construyeron. No es el país que me contó mi abuelo.
Nunca me imaginé vivir en un país donde por pensar distinto tengamos miedo de caminar por la calle. Nunca me imaginé que un día un ministro de seguridad me iba a llamar por teléfono para ofrecerme custodia por pensar distinto.
Nunca me imaginé vivir en un país donde un loco le pueda disparar un tiro en la cabeza a la vicepresidenta de la nación. Nunca me imaginé vivir en un país en el que me pudieran mandar a escrachar como periodista por pensar distinto.
Nunca me imaginé vivir en un país donde el presidente nos agreda con un agravio personal por decirle que se enamoró de una cuarentena eterna.