El liberal divide a la oposición, como Massa en 2015 dividió al oficialismo; el avance chino ante la falta de dólares del ministro de Economía; la diplomacia de Fabiola Yañez; una reforma penal a pedido de Washington
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La Argentina está atrapada en una vieja trampa, cíclica, que es la falta de dólares, en la que su economía cae reiteradamente desde hace 50 años de manera dramática. Por un lado, el problema de no producir los dólares que se necesitan para el nivel de vida que queremos mantener y, por el otro, una gran fuga del peso, por el deterioro de la moneda, carcomida por la inflación, que hace que la gente busque refugio en la divisa estadounidense. Es el tema central del Gobierno, determinante para el destino electoral del Frente de Todos.
Este problema nos va a vincular ahora con algunos fenómenos globales, de época, que no tienen necesariamente una conexión directa con la vida doméstica argentina. El primero de ellos es la rareza del clima que estamos viviendo en estas horas. Vamos a ver unos mapas que tomamos siempre del Servicio Meteorológico Nacional que muestran que, aun sin llegar a diciembre, en varias zonas del país se alcanzan altas temperaturas, entre 32° y 34°. Prácticamente todo el centro productivo está tomado por temperaturas altísimas. En el sur de la provincia de Santa Fe se registraron 34°; En Córdoba, 33°; hasta en el norte de la provincia de Buenos Aires ya había temperaturas de ese nivel.
Esto se vincula con otro fenómeno que está sumamente relacionado con el problema de carencia de divisas que puede estar agravado en el Banco Central.
En un mapa que grafica el agua disponible en la capa del campo que se puede arar, vemos que la semana pasada había zonas con sequía, otras prácticamente inundables, pero vemos también lugares con zonas verde intenso donde se registraba mucha agua, mucha humedad.
El mismo mapa hoy, muestra que la sequía ha tomado todo el país. Esto está produciendo una enorme incertidumbre en los productores agropecuarios que se resisten a sembrar pensando que la cosecha se puede perder. Estoy hablando de la siembra de la soja, pero esto amenaza también la cebada, el maíz. Hoy la siembra es prácticamente el 25% de lo que se sembró el año pasado a esta altura del año. El Gobierno está mirando esto con suma preocupación, porque a pesar de la animadversión que el kirchnerismo le tiene por mil razones al campo, nunca como ahora, la Argentina y un proyecto político dependen tanto de él. Tanto que, en términos de Máximo Kirchner, Massa volvió a arrodillar el país delante del sector agropecuario ofreciendo de nuevo un dólar especial para aquellos que, por razones de precio, no se ven tentados a liquidar la producción que tienen retenida: el llamado dólar soja.
En el sector de la producción agropecuaria, pero, sobre todo, de las grandes cerealeras, las grandes comercializadoras de granos, creen que Massa está en lo cierto cuando piensa que con este nuevo dólar va a tener aproximadamente entre 2000 a 2500 millones de dólares más disponibles en el Banco Central. Esto es pan para hoy y hambre para mañana y genera un segundo problema que es que, para comprar esos dólares, hay que emitir pesos y reabsorberlos con tasas de interés exorbitantes. Un problema importantísimo que tiene el Gobierno y Sergio Massa en su política económica es justamente la escandalosa deuda en pesos. Los que tienen esos papeles empiezan a no querer renovarlos. Hoy hubo una licitación, la renovación fue del 84%, no llegó al 100% y eso que hubo muchos llamados para que las compañías de seguro, los bancos, los fondos de inversión, las instituciones, los renueven. Hubo además una extraordinaria colaboración de los organismos del Estado que también tienen -sobre todo la Anses- este tipo de papeles que el Gobierno quiere renovar cada vez con más dificultad y con tasas más peligrosas.
La idea de ofrecer un nuevo dólar al mercado hace pensar que entonces el riesgo devaluatorio cae, y uno de los grandes ofrecimientos que le hace el Gobierno al mercado es un bono en pesos ligado al precio del dólar y, como la perspectiva de una devaluación disminuye, también disminuye el interés por ese tipo de papeles que es lo que pasó hoy en el mercado. Lo que interesa de todo esto es que, a partir de enero, los vencimientos de deuda que va a tener que afrontar Massa son de mínimo un billón de pesos por mes, con vencimientos extraordinarios hacia julio de, aproximadamente, 1,8 billones. Según la mitología de Cristina Kirchner, este es el Gobierno del desendeudamiento o debería serlo.
La desesperación por conseguir dólares hace que el Gobierno realice con urgencia un par de operaciones muy importantes, que tienen que ver con el alineamiento internacional de la Argentina y con su lugar en el mundo. Massa está buscando desesperadamente a través de la Enacom -en donde tiene enorme influencia porque el presidente del organismo, Claudio Ambrosini, le responde a él- licitar espectro radioeléctrico para las telecomunicaciones. El denominado 5G, que usa frecuencias de más alta intensidad que permiten mayor circulación de datos en comparación con el sistema que manejamos hasta ahora que es el 4G. Con el 5G es más fácil bajar grandes volúmenes de datos. Esto produce algo muy importante para entender de qué estamos hablando. Son frecuencias que no solamente habilitan el uso de telefonía, sino que permiten dar saltos hacia otros tipos de utilización del sistema tecnológico, por ejemplo, inteligencia artificial, robótica, lo que se llama Internet de las cosas. Por este camino llegamos al aparato de Defensa. Con la frecuencia 5G se puede, por ejemplo, proveer de tecnología a la dirección de los misiles: se utiliza para todo el sistema de telecomunicaciones bélico, militar, ejército, barcos, entre otras cosas. Por lo tanto, licitar tal o cual sistema de 5G, ofrecérselo a tal o cual tecnología de tal o cual país, empieza a ser una cuestión de alineamiento geopolítico en materia de defensa. Massa calcula que con esta licitación que quiere hacer de urgencia va a conseguir aproximadamente 1200 millones de dólares. Para hacer esta licitación, tiene que modificar un decreto de Alberto Fernández, quien para demostrarle a Cristina Kirchner que él podía ser tan duro frente al Grupo Clarín como ella pretendía, estableció que el precio de las telecomunicaciones sea una tarifa regulada por el Estado. Una vez que se convirtió el precio en tarifa, el estímulo a invertir en ese sector, que es en todo el mundo uno de los sectores más dinámicos de la economía, se retrajo muchísimo. Por lo tanto, antes de llamar a las empresas a invertir en las nuevas tecnologías 5G, el Gobierno va a tener que ir sobre sus pasos y Alberto Fernández le tendrá que demostrar a Cristina Kirchner que no era tan duro con Clarín como le había prometido ser. Van a tener que dar de baja o corregir ese decreto, que por otra parte no está vigente porque la Justicia les dio a las empresas afectadas una cantidad de cautelares que hoy están en discusión en la Corte.
El tema sensible tiene que ver con que según se redacta en los pliegos, según se dispongan determinadas palabras o no, según se hable de sistemas abiertos o no, en la licitación se habilita el uso de tecnología de origen chino. Sobre todo una, que está ligada al gran productor y líder mundial de este tipo de tecnologías, que es Huawei, la gran empresa china que está en competencia con empresas como Ericsson, como Nokia y otras empresas chinas.
Acá hay un tema crucial. El Gobierno de Estados Unidos le ha venido sugiriendo al gobierno argentino y sobre todo a Sergio Massa, que es el que se está encargando de esta licitación, que preferiría por un problema de alineamiento internacional en materia sobre todo de Defensa que la Argentina no adopte este tipo de tecnología, que por otra parte es la tecnología que compró el Grupo Clarín para su sistema de telecomunicaciones, que incluye a Telecom y Personal.
Hay países que ya siguieron esta orientación de Estados Unidos. Australia ha rechazado las ofertas de Huawei. Canadá también, además de que recientemente tuvo un conflicto que se notó en el G-20 donde hubo un altercado entre Xi Jinping y el primer ministro Justin Trudeau, por un antecedente, que pusieron presa en Canadá a la hija del titular de esta empresa. Nueva Zelanda también le cerró las puertas a esta compañía china. Lo mismo sucedió con Suecia, que tiene una empresa propia, Ericsson, muy importante en el desarrollo de esta tecnología. En el Reino Unido adoptaron esta tecnología, pero ahora prometen dejarla en una transición en el año 2027. En Japón, que son vecinos de China, no dicen que no, pero hacen saber, a la japonesa, que los chinos de Huawei no son bienvenidos. Hay otros países en vías de desarrollo que sí están adoptando esta tecnología, entre ellos está Turquía, Sudáfrica, Arabia Saudita. Brasil se iba a prender en esto y finalmente dijo que no, habrá que ver qué hace Lula.
Estas restricciones están produciendo un impacto en la competencia internacional de este negocio que es uno de los más grandes del mundo. En una tabla publicada por The Economist, podemos ver las empresas que compiten en uno de los negocios más importantes del planeta.
En la venta de equipos de telecomunicaciones está Huawei a la cabeza, pero se observa una fuerte caída en los últimos dos años, justamente por las restricciones que le impuso Estados Unidos. Nokia cae, Ericsson se levanta. ZTE, otra empresa china, también está liderando el negocio. Es un enorme problema para los Estados Unidos. Daría la impresión de que en algún momento se distrajeron, y los chinos han picado en punta. Cisco cae, Samsung, coreana, se mantiene. La caída relativa lleva a Huawei a meterse en negocios que no tiene que ver con la defensa, con la telefonía, por ejemplo, ofrece provisión de servicios al campo, tecnología para una irrigación más inteligente, para la fertilización más inteligente, ahí se está volcando esa empresa china.
Hay cosas que son interesantes. Partes de los insumos de estos chinos, de la China Popular, comunista, vienen de Taiwán, con los que en teoría estarían totalmente peleados. Ahora, la presión de Estados Unidos sobre Taiwán está haciendo que haya insumos que complican también la producción de bienes por parte de Huawei y de otras empresas chinas.
Hay que sacarse el sombrero frente al gran poder de lobbying que tienen los chinos de Huawei. Hace cuatro días, en la cuenta de Instagram de la primera dama, Fabiola Yañez, aparece una foto en la que se la ve con las autoridades de Huawei Argentina. Ella agradece el encuentro, que se produjo en medio del diseño de los pliegos de la licitación. “Conversamos sobre las acciones que desarrollamos junto al Banco de la Nación Argentina en pos de fomentar la educación en ciencias, tecnología y las comunicaciones en Argentina”, dice. Y continúa en su posteo: “Pusimos en valor, los proyectos que, mancomunadamente, llevamos adelante en favor de la igualdad de género”. Es interesante que haya un proyecto en común con China, cuando en el ranking de igualdad de género está 102 sobre 155. Es decir, es casi un contraejemplo, pero algo aprenderemos. Siempre se puede aprender aun de aquel que no es un ejemplo.
Me pregunto, alguien tan atenta a las cuestiones internacionales como es Fabiola Yañez, que acompaña al Presidente a cuantas reuniones hay en el mundo, que viene de estar en el G-20, que es periodista, ¿escribe su cuenta o hay alguien que la hace equivocar con este tipo de mensajes y con este tipo de reuniones? Sería interesante que lo conteste Alberto Fernández. Lo cierto es que los chinos de Huawei se sacaron una foto con la primera dama, en medio de esta pelea bastante despiadada que tiene que ver sobre todo con la Defensa.
Cuando se está dirimiendo este tipo de servicios, lo que piensan las cancillerías y aquellos que analizan el país en larga duración es: “¿Y si hubiera una guerra? Si hubiera un conflicto bélico entre Japón y China o entre Estados Unidos y China, ¿Qué tecnología tendrían de telecomunicación militar los países como Brasil y la Argentina, que alimentan a China?”. Eso es lo que está en discusión acá.
Esto tiene que ver con otra novedad que se produjo en las últimas horas y que también está ligada a la falta de dólares del Banco Central. En teoría el Gobierno chino amplió la disponibilidad de yuanes que están en el BCRA para operar en el mercado. Hay 5000 millones de dólares en yuanes en el Banco Central, en una operación de canje de monedas. Hasta ahora se podían usar 400 millones de dólares de esas reservas. Ahora se permitiría llegar a 4900 millones de dólares. Digo potencial porque, en una nota en LA NACION, Sofía Diamante dice que eso se anunció, pero hasta ahora no hay novedades de que se esté implementando.
¿Qué es lo que importa de esto, que es crucial para el Banco Central? Porque si puede disponer de esos yuanes para determinadas operaciones, no gasta dólares, que es lo que le falta. Pero miremos lo mismo desde el lado chino. Hace aproximadamente tres semanas, China le dijo al Banco Central argentino que el comercio bilateral prefería hacerlo en yuanes en un gesto pasablemente agresivo hacia los Estados Unidos. Y la Argentina dijo que sí por este problema de reservas. ¿A dónde estoy yendo? A que en el tema del swap de monedas y la disponibilidad de yuanes que tiene el Banco Central, también hay un tema de alineamiento geopolítico de la Argentina. La de China y Estados Unidos no es la Guerra Fría, pero es un tipo de enfrentamiento internacional que va requiriendo cada vez más alineamientos. Gobierno, falta de dólares, emergencias y decisiones que se toman al calor de esa necesidad y que comprometen problemas de largo plazo.
No es la única iniciativa que está llevando adelante Sergio Massa para conseguir dólares. Desde hace semanas, a través de distintos medios, desde el Ministerio de Economía se está anunciando que va a haber un acuerdo con los Estados Unidos, que consiste en que las oficinas de control de lavado de dinero de ese país -sobre todo la FinCEN- van a proveerle información al Estado argentino respecto de cuentas que atesoren fondos de argentinos no declaradas en la Argentina, en los bancos o en las instituciones americanas y en paraísos fiscales como Delaware. Hay que decir que Estados Unidos es uno de los países más tolerantes con ese tipo de fondos no declarados. En general, en todo el mundo eso se ha ido terminando, aún en países tan discretos como Suiza. Esta noticia propiciada por Massa, que nunca se concreta finalmente, es para inducir a los que tienen esos fondos a que se asusten y los blanqueen, alimentando las reservas del Banco Central. Pero, aparentemente, los Estados Unidos no darían ese paso sin pedir algo a cambio. Y eso es que la Argentina adopte un sistema más estricto de ley de regulación del problema de lavado de dinero. Para conseguir esa concesión de los Estados Unidos, Massa y el Gobierno están presionando a más no poder al Congreso para que el miércoles las comisiones de Legislación General, Legislación Penal y Finanzas sesionen en conjunto en la Cámara de Diputados para aprobar un dictamen de reforma al Código Penal y a la ley de lavado de dinero, adoptando criterios que habría que preguntar en el Instituto Patria si son todo lo agradable que deberían ser para gente envuelta en la bandera de la soberanía financiera como Cristina Kirchner.
¿Cuáles son esas reformas? Por un lado, van a estar sometidos a los controles de lavado las monedas virtuales, es decir, las criptomonedas, que deberán ser informadas. Por otro, un aspecto muy importante: se incorpora a los abogados, entre los sujetos obligados a dar aviso cuando ven o realizan determinado tipo de operación, que eventualmente pueda tener que ver con lavado de activos. A su vez, le da mayor poder a la UIF. Más aún, le garantizan a la UIF la posibilidad de ser querellante, facultad que el organismo resignó en causas que tienen que ver con Cristina Kirchner. Todo eso debe ser aprobado pronto. Hay una discusión en este momento entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Debo aclarar que el proyecto de ley de reforma es anterior a estas presiones y estas necesidades de Massa, pero se acelera justamente en razón de estas urgencias. Y también se justifica porque el año que viene el Grupo de Acción Financiera Internacional, que es el grupo multinacional que controla la calidad de los países en materia de lavado de dinero y de transparencia de sus operaciones financieras, va a examinar a la Argentina. Probablemente la Argentina no salga bien parada, más allá de esta reforma legislativa, porque el país tiene lo que se conoce como un “problema de efectividad”. Se puede tener la ley que sea, pero se conocen muy pocas condenas por lavado de dinero. Es decir, lo que falla es la institucionalidad, no solamente la legislación.
Todo esto, tanto el dólar soja, las relaciones con el campo, la licitación del 5G, con un alineamiento internacional complejo, y la ley que hay que sacar de urgencia para que Estados Unidos empiece a brindar información sobre tenencia de activos no declarados en el exterior, está ligado a que Massa necesita dólares ya. Él apuesta a conseguirlos y apuesta, mediante el plan que está llevando adelante, que es de un ajuste fiscal y monetario bastante severo, a que en el mes de marzo/abril la inflación llegue a una cifra que sea menor de 4% al mes, algo que empiece con 3. Ese es el objetivo político que se planteó. Y les dice a algunos amigos suyos que, si lo logra, empezaría a hablar de su candidatura presidencial dentro del Frente de Todos, sabiendo que le está ofreciendo al barco de náufragos una especie de tabla de salvación muy previsora, pero que le permitiría llegar a puerto sin hundirse.
Lo curioso es que Alberto Fernández también se siente avalado por esta supuesta, imaginaria, hipotética mejora de la economía, que todavía no vemos. Los niveles de inflación son del 100% y la recesión empieza a pegar fuerte justamente por la falta de dólares. Y él también espera volver a postularse, algo que irrita mucho a Cristina Kirchner. Una confianza que el Presidente recuperó desde que tuvo su problema de salud, la gastritis sangrante, porque cree que con ese problema mejoró su imagen. Lo curioso es que el kirchnerismo sigue teniendo una candidata determinante con un problema enorme: es Cristina Kirchner. Es la más apreciada dentro del grupo, pero fuera de él, tiene tanto repudio que no pasaría un ballotage. Ahí está el dilema del oficialismo hoy.
Cristina Kirchner, al igual que todo el oficialismo, se vería en un problema si Alberto Fernández decide verdaderamente postularse. ¿Por qué? Porque obligaría a todo el oficialismo a hacer campaña hablando mal del propio Presidente. Eso, a la larga, a la única que le suma es a la oposición. Porque el oficialismo empieza a funcionar como una especie de arrepentido sospechoso. Porque, ¿quién va a creer que Cristina Kirchner no tuvo nada que ver con este Gobierno, al que designó por un tuit un sábado a la mañana? Por eso, empieza a notarse cada vez más la intención de Cristina Kirchner, como líder del peronismo, de armar una mesa -lo ha pedido ella, lo pide su hijo- donde Alberto Fernández habilite conversaciones de la CGT, los movimientos sociales, el kirchnerismo, y los gobernadores para darse una estrategia común y, en ese contexto, seguramente bajar su candidatura.
Algo de esto tiene que ver con la reunión que Cristina Kirchner mantuvo la semana pasada con un personaje al que hace muchísimo tiempo no veía, con el que ha tenido miles de reproches -sobre todo por el alineamiento que esa persona y su movimiento tuvieron con Macri durante el gobierno de Cambiemos-, que es Emilio Pérsico, el líder del Movimiento Evita. Pérsico y el Movimiento Evita eran, hasta ahora, un soporte del alicaído y problemático liderazgo de Alberto Fernández. Cristina lo tomó para ella. Lo mandó a llamar y lo recibió para preocupación de Fernández. El Presidente le preguntó “¿para qué fuiste?” y él le respondió “fui porque ella quiere un acuerdo con vos”. “¿Será que quiere un acuerdo conmigo o será que Pérsico me está mintiendo para justificar lo que podría ser su deslealtad?”, se pregunta Fernández. En este tipo de tribulaciones y de cavilaciones está el Presidente. Es interesante la conducta de Cristina como líder porque hace una especie de espejo con la conducta de Mauricio Macri, que ve las necesidades de Horacio Rodríguez Larreta de armar una red de sostén, y también le va pinzando eventuales aliados, sobre todo en el radicalismo.
Estas cuestiones son anécdotas de un panorama electoral que hay que empezar a mirar, no por cuántos votos va a tener cada candidato -hoy es muy prematuro- pero sí por la configuración que va adquiriendo. Es interesante ver las tablas de Aresco, la consultora de opinión pública de Federico Aurelio. Hay un cuadro crucial para entender lo que pasa en la política argentina, que es la intención de voto de los consultados, agrupada por partido.
La intención de voto del Frente de Todos -menor a la de Juntos por el Cambio- muestra que el Gobierno es muy malo, pero que el peronismo sigue teniendo competitividad. Hay como una disociación entre la evaluación del Presidente y la cantidad de gente que dice que va seguir votando al Frente de Todos. Esa es una novedad. Pero la gran noticia es el atractivo de los denominados libertarios -en tercer lugar- como Milei y Espert, no como candidatos, sino como grupo político. Esto es importante porque daría la impresión de que estamos en un proceso político que es la inversa del de 2013 y 2015. En esos años la gran novedad es que al peronismo se le había desprendido Sergio Massa. La pregunta es de dónde vienen los votantes de los libertarios. ¿Del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio? Muy probablemente vengan de los dos lados, pero principalmente de Juntos por el Cambio, que está ante un problema de representación de la clase media antikirchnerista. Ese es el dilema central para entender todo el proceso hasta las elecciones del año que viene. Tiene un aire de familia con lo que pasó en Brasil. La gran novedad no es el triunfo de Lula, sino que la oposición a Lula, que antes se la disputaban entre Bolsonaro y el partido de Fernando Henrique Cardoso, quedó monopolizada por Bolsonaro, por alguien más de derecha, si se quiere, mucho más primitivo. Algo de eso se insinúa en este sondeo de opinión pública.
Hay otra tabla de Aurelio, que se divide entre aquellos que ante cada candidato responden: “seguramente lo votaría”, “podría llegar a votarlo” -que es el voto blando-, y la columna de los que afirman “nunca lo votaría”. Horacio Rodríguez Larreta tiene muy poca negatividad, y entre “seguro” y “podría” tiene 61,4%. Milei tiene 23% de personas que seguramente lo votarían. Esto refuerza el problema anterior. Eso es un desafío enorme para Juntos por el Cambio, porque quiere decir que, en una PASO, la organización de la oferta se dividiría por tres. Pero esta vez no por tres como en 2013 o 2015, cuando Massa le quitaba votos al kirchnerismo. Ahora Milei le estaría quitando votos a Juntos por el Cambio.
Eso nos pone ante otro problema. Hay otro gráfico, también de Aurelio, que muestra las preferencias de los votantes respecto de los candidatos de Juntos por el Cambio. Lo que me importa es mirar a Larreta y Bullrich, porque podría haber una interna entre ambos. Es bastante razonable pensar que podría haber esa interna. También podría haber una interna entre tres, con Macri incluido. Creo que el sueño de Macri es reemplazar a Bullrich en aquel momento. Hay que ver si es tan obediente Bullrich. Pero, a los efectos teóricos, imaginemos una pelea entre Larreta y Bullrich. Supongamos que en esa pelea se dicen de todo. Y supongamos -todo es hipótesis, no estoy pronosticando nada, me estoy imaginando un escenario- que pierde Bullrich, ¿el votante desencantado que votó a Bullrich va a Larreta o va a Milei en la general? Eso es otro problema que tiene Juntos por el Cambio porque, está estudiado de sobra en miles de experiencias.
El politólogo Rodrigo Zarazaga tiene un estudio sobre las elecciones internas en municipios de la provincia de Buenos Aires que señala que el votante de una interna, cuando perdió, no vota al mismo partido, puede votar a otro. ¿Hay más afinidad entre Bullrich y Larreta, o entre Bullrich -eventualmente Macri- y Milei? Milei está jugando con esto capciosamente. Él dice “yo los espero”, porque dice “con los radicales no”, y con Larreta tampoco. “Pero si Mauricio Macri y Bullrich, quieren venir, sí armamos un rancho aparte”. Le está hablando al votante de Bullrich y al votante de Macri, no a ellos dos, cuyo negocio sigue siendo estar en Juntos por el Cambio por un problema de volumen político todavía.
Del otro lado, en otro cuadro de Aresco, también se puede ver las preferencias de los votantes del Frente de Todos por los candidatos del propio sector. Ese es el poder de Cristina Kirchner. No la votan afuera, pero sí adentro. Ella está preparándose para manejar la lapicera, eso es lo que está disponiendo en la escena, en el tablero. A lo mejor, muy hipotéticamente -muy difícil, a mi juicio- pueda con esa lapicera escribir su nombre. Pero seguramente pueda escribir el nombre de otro. Ahí se apunta Massa, Kicillof, Daniel Scioli, a seducir a la que sigue siendo la jefa de este grupo por algo muy elemental. Sigue siendo la que representa con mayor adhesión a los votantes más pobres de los grandes conurbanos. Se podría decir de ella, lo que decía Borges en su poema sobre Rosas, un poco espantado: que despierta “idolátrico amor en el gauchaje”. Es lo que pasa con el liderazgo de Cristina Kirchner que se ve en el cuadro.
Cristina Kirchner tiene que hablar este martes a las 9.30 vía Zoom ante el tribunal oral que la juzga por lo de Vialidad. Va a dar una explicación para los que la votan. Cuando ella da explicaciones sobre su peripecia judicial, y los temas de corrupción, que caracterizaron a su gobierno, y sobre todo a su esposo, no está hablándole al que jamás la votaría, está tratando de dar una explicación creíble para aquel que sí la votaría. Más que una explicación, ofrece una excusa, un relato. Ella sabe que, para muchas de esas personas, como diría Santiago Kovadloff, “Cristina no tiene razón, Cristina es la razón”.
Entre esos argumentos, este lunes ocurrió algo que el kirchnerismo festeja. Es un fallo de la provincia de Buenos Aires, de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires, es decir, de la Justicia provincial. Son los jueces Violini, Borinsky y Carral. Resolvieron en un tema que tiene que ver con una causa de los Moyano, de un administrador de Independiente, pero que desarrolla toda una doctrina sobre el uso de la asociación ilícita. Lo que están discutiendo los abogados de Cristina en el caso Vialidad es si va a haber o no condena por asociación ilícita, lo cual significa una penalidad mayor. Los jueces de la provincia de Buenos Aires sostienen -en el caso que ellos están analizando, que es el caso del gerente de Independiente, Héctor Maldonado, de la gestión Moyano- que muchas veces la figura de la asociación ilícita se usa cuando no hay suficiente prueba para involucrar a una persona determinada. Probablemente sea, no sé si el argumento de Cristina Kirchner, pero sí el de sus abogados frente al Tribunal.
Mientras tanto, sigue enredada la cuestión del Consejo de la Magistratura. Un juez le impidió este lunes el ingreso a la representación radical. En un malentendido, el juez considera que, si Pro y UCR forman un interbloque, son el mismo partido. La ley vigente, que es la que repuso la Corte declarando inconstitucional la que regía hasta hace poco tiempo, no habla de partidos, sino de bloques. Con el criterio del juez Cormick tendría razón Luis Juez y debería ser él mismo el representante de la segunda minoría por el Senado y no Doñate, como quiere el kirchnerismo.