El empresario agropecuario dice que los funcionarios no saben cómo generar desarrollo y que Uruguay es más estable desde lo institucional y lo macroeconómico
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Gustavo Grobocopatel es un empresario agropecuario sui generis, no solo porque canta y está por sacar un disco, sino porque, además, fue consultor internacional del gobierno venezolano, cuando aún estaba a cargo de Hugo Chávez, y de los colombianos, durante el proceso de paz con las FARC.
Quien fue alguna vez rotulado como el “rey de la soja” recibió al programa Hablemos de otra cosa, de LN+, que conduce Pablo Sirvén, en su departamento de Puerto Madero, en el que suele recalar cuando viaja a Buenos Aires, ya que actualmente vive en Riachuelo, una localidad aledaña a Colonia, en Uruguay.
“Mi abuelo era un contratista que se dedicaba a hacer los fardos de pasto y nunca pudo acceder a la tierra propia hasta 1960. Su antecesor llegó a la Argentina a principios del siglo XX, cuando tenía tan solo nueve años y se afincó en Carlos Casares. “La idea de los pooles de siembra se vincula a que no es necesario tener la propiedad de la tierra para ser productor agrícola”, agrega.
No le convence que lo definan a él y a los suyos como un “clan”, al que todo el mundo conoce como “los Grobo”, pero reconoce: “Mi familia siempre tuvo una atracción por el campo. Pero somos una familia muy unida en la diversidad ya que priorizamos la libertad sobre otras cuestiones”.
Seguidamente se refiere al episodio en el que el dirigente social Juan Grabois dijo que si tenía que darle un beso en la boca para avanzar en algunas cuestiones lo haría. “Grabois dice que no le importa tanto las ideologías -comenta Grobocopatel- sino resolver el problema de la gente y yo estoy trabajando hace tres años con grupos de la economía popular para que se integren al sistema productivo”.
Ya a esta altura de la entrevista queda claro que no es un empresario de pensamiento convencional. “Soy una persona libre, no tengo ideologías estructuradas y cambio de opinión”, explica.
Y desde esa particular heterodoxia cree en que “la sociedad argentina necesita del Estado, pero no de este Estado. La discusión no es ‘Estado, sí; Estado, no”, sino la calidad del Estado”. Considera que los dueños del capital no deben ser confrontativos con el poder. “Los empresarios siempre debemos tener un discurso de construcción”, subraya y va por más: “Necesitamos un consenso amplio más allá de los partidos políticos”.
Está en contra de las retenciones. “Es un mal impuesto que hay que sacarlo. En un corto tiempo el aumento de producción va a compensar lo que se pierde de recaudación”, considera.
Es el momento en que emerge su costado político: “La Argentina necesita todo un plan de transformación amplio porque lo que hicimos no resultó. Duplicamos el cobro de impuestos, el tamaño del Estado y tenemos más pobreza”.
Igual aclara que no aspira a ocupar ningún cargo en el Estado. “La política me interesa -expresa- y hago política cuando opino y debato. Me parece que se puede hacer política desde el sector privado.”
Y aporta una idea sugerente: “Si tuviéramos una sociedad con más pensamiento artístico estoy seguro de que se podría dialogar mejor”. Y a las pruebas se remite: “Canto y tengo un trío folclórico: el trío Cruz del Sur”.
Se suma a la conversación su pareja, la célebre soprano Verónica Cangemi, que viene de hacer de Mimi, en la ópera La Boheme, que se presentó recientemente en el Teatro Colón. “Verónica ha llenado mi vida de música”, exclama. Ella opina que “Gustavo canta bien, pero todos los días se puede cantar mejor. Si se hubiera dedicado de joven a la música hubiera sido un gran artista”.
Verónica nació en Mendoza y es sobrina nieta del gran referente del folclore cuyano, Hilario Cuadros. Su agenda está llena de compromisos artísticos en varios teatros del mundo, además del Colón y Jorge Telerman, el nuevo director del primer coliseo, le encargó que se ocupe de la organización de festivales.
“La pandemia para nosotros fue un momento de mucha creatividad y transformación”, cuenta él. Ambos son protagonistas de “Entre dos mundos”, el nuevo disco que unirá sus voces. “Somos de mundos distintos -cuenta Cangemi-, Gustavo es un gran empresario y lo mío es solamente artístico”.
Verónica hace para Hablemos de otra cosa una versión muy sentida del tema “Primera soledad”, de Teresa Parodi, en tanto que Grobocopatel canta la zamba “La llamadora”, de Félix Dardo Palorma.
Luego Grobocopatel volvió a sus temas: siembra directa y las polémicas en torno de los transgénicos, el uso abusivo de los agroquímicos y las controversias entre el kirchnerismo y el campo. “Nuestros funcionarios -aclara- no saben cómo generar desarrollo y progreso para la gente”.
¿Por qué se mudó a Uruguay? Responde: “La pandemia me eyectó rápidamente a Colonia. Uruguay es un país estable en temas macroeconómicos e institucionales. Me duele lo que pasa en la Argentina, pero yo la amo y sigo vibrando con ella”.
Hablemos de otra cosa se emite los sábados, a las 22, por LN+
LA NACION