El jefe de Estado no entiende esa caída como un grave problema y acepta que después de diez meses su imagen pudo haber sufrido cierto desgaste
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Hasta ayer, Javier Milei parecía atrapado entre dos salidas posibles. Una: la de aparecer más moderado y dócil, cediendo ante reclamos sectoriales, como un mayor ingreso para los jubilados y un aumento del presupuesto para las universidades. Los analistas clásicos lo aconsejaban, para no perder el voto del Pro ni de los mayores de 60 años. Otra: la de radicalizarse todavía más, con su narrativa anticasta, contra los degenerados fiscales, los traidores y los periodistas “ensobrados”. Para que el núcleo duro no empezara a dudar de su coraje y su determinación.
Por supuesto: la mayoría de las veces Milei no se detiene a discriminar a los colegas honestos de los deshonestos. A los mentirosos de quienes no mienten, pero no lo festejan. O a los que, equivocados o no, están a sus antípodas, pero con honestidad intelectual.
Parece, que después del acto de este sábado, el Presidente dobló la apuesta: forzará la narrativa extrema y contestaria para fidelizar a su núcleo duro y evitar una fuga masiva hacia el Pro, o el peronismo no kirchnerista.
Milei, también eligió, empoderar a su hermana, la secretaria general de la presidencia, Karina Milei, para hacer de la Libertad Avanza un partido nacional. Es decir: para pelear, desde esa estructura fortalecida, los lugares en las listas, en vista de las elecciones del año que viene.
¿A que responden semejantes decisiones? Contra lo que opinan los analistas clásicos, el Presidente tomó debida nota de la caída de su popularidad y de la adhesión a su gobierno en las encuestas. La reconoce. La registra. La acepta. Es un dato que está procesando. Sin embargo, ante una pregunta concreta, anticipó que esas encuestas no lo van a condicionar.
Un poco antes de las seis de la tarde de este sábado, mientras se preparaba para el acto de lanzamiento de la Libertad Avanza en Parque Lezama, Milei reflexionó: “Si antes de asumir me decían que, a esta altura, íbamos a mantener este nivel de apoyo, lo firmaba con las dos manos. Porque lo logramos impulsando un ajuste del 15% del PBI, en minoría absoluta y sin lamentar un estallido social”.
Desafiante, el jefe de Estado no entiende esa caída como un grave problema: “¿Caímos tres o cuatro puntos? Bueno: así es la vida. Ya tuvimos un bajón parecido en abril o mayo, con el tema de la marcha por la educación pública. Y es probable que este mes tengamos otro descenso. Pero la vida continua ¿no? ¿Cuántas marchas más podrán hacer? ¿Cuánto crees que van a tardar los argentinos en darse cuenta quienes impulsan la marcha no están defiendo la educación pública, sino negocios de la casta?”.
Milei acepta que después de diez meses su imagen pudo haber sufrido cierto desgaste. Sin embargo, desconfía de algunas encuestadoras que, según interpreta, primero lo subieron hasta el cielo, solo para justificar, meses después, una caída estrepitosa que, según sus propios datos, tampoco sucedió.
“Se cómo operan. Pero tarde o temprano se les va a caer la careta. Lo que no voy a hacer es mandar todo al diablo por que haya caído tres o cuatro puntos. Voy a seguir haciendo lo que prometí. Porque, por supuesto que me puede ir mal. Pero si después de todo lo que prometí, hago lo contrario, seguro que me va a ir peor. Y eso no sucederá nunca”.
El Presidente analiza las últimas mediciones de pobreza con cierto optimismo. Dice que la progresión se fue dando así:
- Primer trimestre, 45%
- Segundo trimestre: 55%
- Tercer trimestre: casi 53%
Lo mismo describe cuando se refiere al porcentaje de indigencia.
- Primer trimestre, 15%
- Segundo Trimestre, 20%
- Tercer trimestre, 16%
Es decir: entiende que la próxima medición oficial de la pobreza será un poco mejor que la de ahora, aunque no lo suficiente.
También dice que, si hubiera estallado la hiperinflación que le dejó, como una bomba de tiempo, el gobierno anterior, la pobreza, ahora mismo, estaría llegando al 95%.
Lo mismo repitió Manuel Adorni, antes de que se conociera el dato del INDEC.
Antes de salir para el acto partidario, todavía en la Quinta de Olivos, Milei volvió a tomar la calculadora y aseguró: “Los salarios reales están por encima de la inflación. La tasa anual de actividad económica creció un 1.7%. Los salarios informales crecieron un 15% por sobre la inflación. La economía se está recuperando. El crédito privado, no financiero, aumenta de manera sostenida. La inflación mayorista es de 2.1%. Y vamos a salir del cepo más temprano que tarde, cuando la inflación promedio se estabilice en un 2%. ¿Por qué debería apartarme de la política de déficit cero?”.
La semana pasada Milei le pidió a su ministro de Modernización, Federico Sturzenegger, que lo ayudara a calcular el impacto del riesgo país en el PBI. Con esa fórmula volvió a tomar la calculadora y aseguró: “Recibimos el gobierno con casi 3000 puntos de riesgo país. Y esta semana cerró en menos de 1300. Entre un número y otro hay una diferencia de 200 mil millones de dólares. Voy a ponerlo de esta manera: nuestras políticas no populistas le hicieron ahorrar al país 200 mil millones de dólares”.
El Presidente afirmó que si no vetaba la ley de movilidad jubilatoria hubiera hipotecado la vida de millones de jóvenes, con más deuda y más default. También consideró como una verdadera “estupidez” la interpretación de que la invitación a un asado para los 87 héroes que garantizaron el veto presidencial era una provocación o una frivolidad, en el medio de la crisis económica.
“No fue una frivolidad ni una provocación. Fue un reconocimiento. Porque esos diputados, juntos con los nuestros, evitaron no solo un despilfarro delirante, sino la posibilidad de que muchos fantasearan con un juicio político contra el Presidente”.
Ante la pregunta concreta, Milei negó un pacto espúreo con los gordos de la CGT en particular y el gremialismo en general. Dio a entender que tarde o temprano avanzará sobre el proyecto de democratizar los sindicatos, mientras lidia con las restricciones políticas que todavía no lo dejan ir a fondo.
Anticipó que lo mismo hará con Aerolíneas Argentinas. “O se las entregamos a los trabajadores o la privatizamos. Pero tarde o temprano va a suceder algunas de las dos cosas. Porque Aerolíneas, así como está, no da para más”.
En los últimos días, le achacaron a Milei:
- Llevar a Parque Lezama a manifestantes en micro y haber contratado a barras bravas para la organización del acto, al mejor estilo “kuka”.
- Tomarse una foto en el balcón de la Rosada con Susana Giménez y subirla, junto con la foto de Susana, Karina Milei y Thor, el perro de la casa de gobierno, a la misma hora en que se conoció el índice de pobreza.
- Adoptar un discurso cuasi fascista al citar, casi al final de la presentación, el concepto “Dios, Patria y Familia”.
Pero Milei interpreta a la mayoría de estas acusaciones como “intentos de desestabilizar a un gobierno que bajó la inflación y terminó con los piquetes, con la mayoría de los medios y casi todo el parlamento en contra”.
La apuesta de Milei, es ser y parecer duro. Showman, irreductible y hasta loco, si eso sirve para lograr su objetivo.
Milei sabe que su destino depende no solo de la baja de la inflación y el crecimiento de la economía, sino también del resultado de la batalla cultural.
El Presidente ignora los desplantes de Victoria Villarruel porque entiende que, si sube a la vicepresidenta al ring, tiene mucho para perder, y casi nada para ganar.
Sueña con un acuerdo con el Pro en la ciudad de Buenos Aires y en la provincia de Buenos Aires, que incluya a Mauricio y Jorge Macri, para ganarle definitivamente a todas las variantes del peronismo, y que no vuelvan más.
La segura confirmación de la condena, por parte de la Cámara de Casación Penal, contra Cristina Kirchner, a seis años de prisión, en la causa Vialidad, ratificando lo que decidieron los jueces de primera instancia, le vuelve a dar otra chance. Porque coloca, una vez más, al kirchnerismo, en el peor de los mundos: el de la corrupción y los negocios de su máxima autoridad política.