El periodista de LN+ habló de la vicepresidenta en su editorial y anticipó que el oficialismo podría apostar por un futuro sin ella
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“Cristina Kirchner debería estar presa”, sentenció en el inicio de su clásica columna de opinión Luis Majul en la apertura de La Cornisa. El conductor de LN+ hizo un repaso por las causas que involucran a la vicepresidenta y profundizó en la crisis que atraviesa el Frente de Todos, en especial, en la relación entre la mandataria y Alberto Fernández.
A continuación, el editorial de Luis Majul:
En un país normal, con una Justicia que funcione, Cristina Kirchner ya estaría presa. Se lo dijo hoy, a Joaquín Morales Solá, un juez federal que la investigó durante años. Porqué, hace rato, debería estar presa. Te lo vamos a contar, nosotros, enseguida, aquí, a través de una investigación de la doctora Silvina Martínez.
Pero como el nuestro no es un país normal, la vice no solo permanece libre. También se da el lujo de tratar al Presidente de inútil, y gritarlo a los cuatro vientos. Si el nuestro fuera un país normal, Cristina se estaría haciendo cargo del desastre que ella misma provocó, cuando ungió a Alberto Fernández de Presidente, a cambio de que le garantizara su impunidad y la de su familia.
Si Cristina fuera normal, se debería hacer responsable, por ejemplo:
- De los más de 128 mil muertos por COVID.
- De miles de muertes evitables por no haber comprado la Pfizer en tiempo y forma, un error de cálculo atribuible a “las pendejadas” de Máximo “Peligro” Kirchner, algo de lo que nunca nos vamos a olvidar.
- Debería hacerse responsable de los vacunados VIP, entre los que se encontraban su monje negro, Carlos Zannini, su periodista de cabecera, Horacio Verbitsky, y su personal de limpieza, cocina y jardinería, en la provincia de Santa Cruz.
- De los 18 millones de pobres y 10 millones de indigentes.
- De haber postergado dos años el acuerdo con el FMI, lo que provocó un costo extra de 8 mil millones de dólares.
- De la inflación mensual más alta de los últimos 20 años.
- De haber liberado miles de presos por el COVID, muchos de los cuales volvieron a robar, y a matar, en especial, en la provincia de Buenos Aires.
- De haber estafado a los jubilados con promesas incumplidas.
- De transformar a la carne en un artículo suntuoso, a más de mil pesos el kilo, después de prometer que iban a volver mejores, con el asado debajo del brazo.
Pero el nuestro no es un país normal. Y tampoco la vice se hace cargo. Porque así tendría que admitir que mientras el precio del asado, aumentó un 36.89 por ciento durante el gobierno de Macri, durante los 27 meses en que vienen gobernando ella y Alberto aumentó un 235 por ciento!
En un país normal, con un gobierno más o menos decente, Cristina no estaría cobrando dos jubilaciones de privilegio, por la suma de 3.600.000 pesos por mes, el equivalente a 100 jubilaciones mínimas.
En un país normal la vice no podría decir que no tiene nada que ver con este desastre, y al mismo tiempo seguir manejando más del 70 por ciento del presupuesto nacional, a través de sus perritos falderos de suma confianza, como lo demostró, a través de un estudio, el diputado nacional Rodrigo de Loredo.
Para ser más precisos:
- Un 72 por ciento del presupuesto nacional está en manos de Cristina.
- Otro 23 por ciento en manos de Alberto.
- Y al resto lo maneja Sergio Massa.
Difícil que suelten las cajas ¿no? En un país normal, el Presidente tomaría las decisiones más relevantes y la vice, tocaría la campanita.
Pero en la Argentina, Cristina mantiene ahora mismo una agenda paralela, que incluye, por ejemplo, un apoyo irrestricto al criminal de guerra Vladimir Putin y el congelamiento de las tarifas, una bomba de tiempo que podría terminar de explotar en los próximos días.
Pero a no desesperar. Porque parece que Alberto, después de tres días de licencia por paternidad- empezó a comprender que el tiempo lo apremia. Entonces planea una estrategia un tanto estrambótica.
Una que se podría denominar: “Relanzamiento del Gobierno sin Cristina”…”Pero con algunas de las medidas que aprobaría Cristina”.
Las impulsa el vapuleado ministro de Economía, Martín Guzmán. Las terminó de redondear este fin de semana, su retiro de Chapadmalal. Es el mismo Guzmán que, siempre en la cuerda floja, esta noche voló hacia Washington para encontrarse con Kristalina Georgieva con la intención de “recalibrar” las metas del acuerdo con el Fondo.
El plan incluye, palabras más palabras menos:
- Un impuesto a la renta inesperada que, según el Gobierno, tuvieron algunos sectores. Es decir: la continuación del impuesto a los grandes patrimonios, pero con otro nombre.
- Un beneficio especial para monotributistas y trabajadores en negro. Una especie de IFE, pero menos rimbombante.
- Un bono fijo complementario para ser considerado como base de futuras paritarias.
Y todo eso, como escribió Jorge Liotti, con el objeto de hacer digerible la inminente suba de tarifas de luz y de gas. La Argentina está en medio de una tormenta perfecta. Con una inflación en marzo que, anualizada, ya supera los tres dígitos. Con una inflación de alimentos, también en marzo, siempre por encima de dos dígitos.
- El pan de mesa, 24.8 por ciento.
- Los huevos, 21.6 por ciento.
- El café molido, 19 por ciento.
- El pan francés, 17.7 por ciento.
- El pollo entero, 15.1 por ciento.
- La leche en sachet, 13.9 por ciento.
- La harina de trigo 000 13.2 por ciento.
- El queso cremoso el 13.1 por ciento.
- Los fideos secos el 10.7 por ciento.
- Y el azúcar 10:5 por ciento.
Con una vice a la que ahora, en el medio del desastre impulsan, una vez más, como candidata a presidente, o a senadora nacional, en el caso de que a Martín Insaurralde o a Axel Kicillof, como postulantes a gobernador, le alcancen los votos para ganarle a cualquier candidato de Juntos por el Cambio, a quien el fenómeno Milei le pondría un techo difícil de perforar.
Con gobernadores peronistas con aspiraciones presidenciales como Sergio Uñac, Jorge Capitanich y Gerardo Zamora, quienes le acaban de dar al presidente un elegante ultimátum: o reaccionás de una vez o anticipamos las elecciones en nuestras provincias para asegurar el territorio antes de la derrota de 2023.
Y con una oposición, como la de Juntos por el Cambio, con altísimas chances de ganar las elecciones nacionales, pero con demasiados pre candidatos a presidente, la sombra de Milei al acecho y la pregunta que en los últimos días quedó flotando en el aire: ¿Irá Mauricio Macri por la revancha el año que viene?