En LN+, el periodista analizó la relación constante de crítica del oficialismo hacia los medios; “Creen que les intoxicamos la cabeza a los argentinos”
- 5 minutos de lectura'
Para Alberto los periodistas somos los que intoxicamos la cabeza de los argentinos. Pero cuando estaba en el llano, rogaba que lo invitaran a desfilar por todos los programas independientes y aprovechaba para darle con un caño a Cristina. Aclaro que el caño no era de ningún gasoducto. Hay cientos de videos que certifican esto que digo.
Para Cristina, directamente, los periodistas somos el enemigo que más odia. Para ella y Máximo hay dos clases de periodistas: sus empleados y los enemigos. Para unos tiene la billetera y para otros el látigo. Esto es así desde la génesis de ese ladri feudalismo nacido y criado en Santa Cruz. La intolerancia, el autoritarismo y la censura están en el ADN del kirchnerismo. Quieren controlar todo para siempre y que nadie los controles a ellos. Y así no funcionan las democracias republicanas. Así funcionan las tiranías nacional populistas como las que ellos admiran y protegen como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Los para periodistas K, por subordinación ideológica o por dinero, están al servicio de las operaciones y mentiras. Siempre lo estuvieron. Hay un dinero ducto muy generoso que premia a los que se arrodillan ante el altar de Cristina y se convierten en alcahuetes. Siempre fue así. Los casos más emblemáticos fueron los de 67 Chorro, como bautizó Lanata al grupo de tareas de Diego Gvirtz, el jefe de los pauta traficantes. Pero la lista es larga y aparece con toda crudeza en el teléfono de Roberto Baratta, el más grande recaudador de coimas de la historia argentina. En los chats que mantuvo con Julio de Vido, se observan con claridad muchas de las maniobras tóxicas que le ordenaron hacer a periodistas del palo a los que tratan como empleados. Los más importantes son Roberto Navarro, Víctor Hugo Morales, Raúl Kollmann, Gustavo Sylvestre y Horacio Verbitsky, entre otros.
Hasta ahí, sus empleados.
Pero como la otra cara de la moneda aparecen los ataques a los periodistas independientes a los que consideran enemigos a destruir. Odian la libertad de prensa. Saben que los medios de comunicación pluralistas y profesionales son un dique de contención al chavismo K y a todo tipo de totalitarismos.
Volvieron a lo peor del pasado. Máximo Kirchner maneja a esos títeres que diseminan insultos y mentiras en las redes sociales y los utiliza para vengarse de quienes se animan a criticarlo. En otra época, esas agresiones, generaban algún tipo de intimidación y, a los colegas menos experimentados, algún nivel de autocensura. Hoy son instrumentos oxidados que disparan balas de fogueo que hacen cosquillas.
Culpar al periodismo es el peor de los caminos. Sacarse la culpa de encima, nunca solucionará los dramas que estamos atravesando.
El clima hostil que están creando contra el periodismo nos obliga a levantar la guardia. Lo digo por todos los ciudadanos. La libertad de prensa no es un derecho de los periodistas, es el derecho que tienen todos los argentinos a ser informados con veracidad y a elegir que periodista o medio prefieren.
No alcanzaría todo un programa para detallar la cantidad de agresiones, discriminaciones y aprietes al que Néstor y Cristina sometieron al periodismo.
Expulsaron de los medios del estado todo vestigio de pluralismo y los convirtieron en unidades básicas que adoctrinan todo el tiempo. Juzgaron en una plaza pública al estilo mussoliniano a distintos periodistas, colgaron afiches con sus caras e incitaron a los chicos a que los escupieran.
Delirantes e ineficientes como Axel Kicillof han llegado a decir que los periodistas somos hinchas del Covid y queremos que la gente se muera. ¿Se puede apelar a semejante bajeza?
El líder judicial autoritario, Eugenio Zaffaroni, funcionario de dos dictaduras y dueño de departamentos donde se ejercía la prostitución, llegó al extremo de calificar a los periodistas que no eran de su gusto como “terrorismo mediático”. Otro sujeto de ese palo, llegó a proponer un tribunal para juzgar a los periodistas como si fuéramos genocidas: “La Conadep del periodismo”, vomitó para bautizar su idea. También utilizaron la AFIP y los espías estatales para amenazar y tirar carpetazos contra los que no se subordinaron.
Los periodistas que amamos y tratamos de honrar este oficio, no defendemos camisetas partidarias ni dirigentes. No somos ni debemos ser el soporte de ningún político. Ni de Cristina ni de Macri ni de nadie. El motor que nos mueve es la búsqueda de la verdad. Nosotros defendemos valores: la democracia, la paz social, los derechos humanos, la independencia de los poderes, la honestidad, el mérito, la igualdad de oportunidades, la seguridad para trabajar y vivir con tranquilidad.
Por eso le digo que con libertad se puede hacer un periodismo bueno, malo o regular. Eso lo juzgará la gente. Pero sin libertad, lo único que se puede hacer es propaganda. Muchos creen que el principal insumo del periodismo son las noticias. Y no es cierto. Nuestro principal insumo es la libertad. Por eso, entre otras cosas, amamos tanto a San Martín. Porque dijo: “Seamos libres, lo demás no importa”. De eso se trata. Feliz día a todos mis colegas que no se venden.