José María Rodríguez Saráchaga analizó la postura de los imputados durante el proceso judicial que se lleva a cabo en Dolores y aseguró que “la imagen que dan es espantosa”
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Luego de transcurridas las dos primeras semanas del juicio por el asesinato de Fernando Báez Sosa, el especialista en lenguaje no verbal José María Rodríguez Saráchaga analizó en +Noticias, en LN+, la actitud corporal durante las audiencias en los tribunales de Dolores de los ocho jóvenes acusados de haber cometido ese brutal crimen.
Para el experto, los imputados recibieron “un mal asesoramiento” en el momento de aconsejarlos sobre la postura que debían tener el banquillo. “La imagen que dan es espantosa”, reveló Rodríguez Saráchaga y resumió que el error consistió en que se los quiso mostrar “enteros en lugar de arrepentidos”.
Viviana Valles, conductora de +Noticias domingo, inició el extenso diálogo con el especialista en lenguaje no verbal con el comentario de que era una cuestión común entre los que siguen el caso del juicio por el crimen de Báez Sosa la “poca empatía” que demuestran los imputados en el juzgado. Ellos están acusados de haber asesinado a través de una feroz golpiza al joven Fernando Báez Sosa en las proximidades del boliche bailable Le Brique, en Villa Gesell, en la madrugada del 18 de enero de 2020.
Con respecto a la actitud de los ocho jóvenes sentados en el banquillo de los acusados, Rodríguez Saráchaga señaló: “Lo que veo es una estrategia de la defensa, que les ordenó esa actitud, esa postura, un mal asesoramiento”.
Luego, el especialista señaló que hay gente que, en el tema de lenguaje corporal, “opina, pero no sabe”. En ese sentido, el experto añadió: “Y alguien les dijo: ‘Mirá, es una idea brillante que se mantengan todos derechos, impertérritos, con las manos firmes, como si fueran un pelotón de fusilamiento’. La imagen que dan es espantosa”.
De inmediato, el experto puso un ejemplo para graficar lo que quería expresar. “Te la hago fácil. Si nos toma la cámara acá que estamos los cinco (se refiere a él y al equipo de +Noticias), vas a ver que los cinco estamos sentados distinto. Es imposible tener ocho personas que, al azar, se sienten de la misma manera. Alguien les dio la orden. Tan simple y tan sencillo como eso”, aseveró.
“El peso del juicio” en la mirada y los hombros
Más adelante, el especialista señaló que, tras mirar atentamente la primera jornada del juicio, se dio cuenta de que “el primero que se mueve de la silla lo hace a la hora cuarenta u hora cincuenta” del inicio del juicio. “Lo peor es que se mueve uno solo y los demás ni lo miran. Imaginate el tema del mal coacheo, qué tan fuerte es que si acá estamos todos quietos y él se empieza a mover, lo lógico es que lo miremos, por reflejo -añadió-. Pero ellos tenían la orden de ‘tengo que mirar adelante’ y veías la concentración de todos en eso’”.
Luego, Rodríguez Saráchaga dijo que también hay otra cosa en la actitud de los imputados: “Para nosotros es una aberración ver a los acusados delante de los padres de la víctima y escuchando el relato del crimen, porque lo habremos escuchado, una, dos, tres o cuatro veces. Ellos lo vienen escuchando hace tres años. Hace tres años que trabajan y preparan eso. Con lo cual, voy a hacer una analogía horrible, cualquier noticia contada un millón de veces deja de impactar. La repetición anula la emoción”.
Luego, Rodríguez Saráchaga se acercó junto al periodista Pablo Corso a una foto grande de los acusados e hizo una comparación entre las imágenes del primer día del juicio y el fin de la segunda semana. Señaló que “el peso del juicio” se puede notar en la mirada y en los hombros de los imputados.
“El primer día, por ejemplo, el que estaba más asustado era él (señaló a Matías Benicelli), que tenía técnicamente los ojos como platos, muy abiertos. Pero él (señaló a Ciro Pertossi) tenía la mirada mucho más arriba y los hombros mucho más arriba también el primer día, y es donde se nota el peso del juicio”, dijo el especialista.
“Pero si vos ves todos los hombros, el primer día estaban todos así (para arriba) y el último día ya (para abajo). El peso del juicio más que nada es en los ojos y los hombros”, remarcó Rodríguez Saráchara.
“Enteros, en lugar de arrepentidos”
Entonces, Viviana Valles comentó que Luciano Pertossi, el único de los imputados que hasta ahora pidió la palabra en el juicio, antes de hablar había comenzado a hacer distintos movimientos con su cuerpo. “No lo vi, pero si pasó eso lo más probable es que ya sabía que iba a hablar, ya le habían dicho que tenía que hablar y se estaba preparando para hacerlo. Estaba precalentando”, dijo el experto en lenguaje no verbal.
Luego, al volver a hablar de la actitud estática de los ocho imputados, Rodríguez Saráchaga señaló que, incluso los policías que se encontraban en la sala del tribunal de Dolores estaban en una postura “menos uniformada” que la de los jóvenes. Y volvió a repetir que ellos estaban “mal coacheados”. “Si los vas a coachear, coachealos que se muestren penitentes, que generen empatía”, apuntó.
“Si los querés mostrar arrepentidos, mostralos con la cabeza baja y apuntando para abajo, las manos caídas y vas a generar el efecto de empatía, porque tu lectura automática va a ser: está arrepentido, tiene culpa”, dijo luego el invitado a LN+.
Más adelante, Rodríguez Saráchaga se refirió a la manera en que los imputados estaban vestidos, y a la intencionalidad que se escondía detrás de ellos. “Se les dijo, bien, que se vistan como chicos, como adolescentes. Si vos estás vestido con camisas y chombas juveniles en lugar de camisa y corbata, que los hace parecer mayores y más responsables. En cambio, con esta ropa llevás a que se diga: ‘Son chicos’. Pero eso vos mismo lo anulás cuando los ponés erguidos”, explicó el especialista en lenguaje no verbal.
Sobre el final, el experto aseguró que no era muy difícil poner a los jóvenes en una actitud más similar al arrepentimiento. Para ello hacía falta “mirar para abajo”. ““Era fácil de lograr porque iban a tener el cansancio natural del juicio. No tenías ni siquiera que actuarlo, no hacía falta”.
Para concluir, Rodríguez Saráchaga señaló que el error en el asesoramiento para la postura de los imputados pudo deberse a algún razonamiento erróneo basado en juicios producidos en los Estados Unidos, como el de O.J. Simpson que, a lo largo de su proceso por homicidio del que fue declarado inocente se mostró “entero”.
El fallo en el asesoramiento a los acusados de matar a golpes a Fernando Báez Sosa estuvo en que “la cultura norteamericana es una y acá es otra. Acá el peso de la culpa, el arrepentimiento, la cultura católica apostólica romana es muy fuerte, mientras que para ellos, los protestantes, el tema de estar entero es un valor en sí mismo. Acá, entre comillas garpa más el arrepentimiento que la entereza y se los mostró enteros en lugar de arrepentidos”, concluyó Rodríguez Saráchara.
LA NACION