Invitado a Odisea Argentina, por LN+, el médico psiquiatra habló de las características que debe tener la dirigencia política; además, observó las consecuencias más recientes de la pandemia en la sociedad
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El médico psiquiatra, escritor y dramaturgo, José Eduardo Abadi, participó esta noche de Odisea Argentina, el programa conducido por Carlos Pagni, en LN+, y opinó sobre cómo debería ser un líder positivo. Entre otras características destacó la coherencia y la capacidad de escucha.
Esta definición aparece en medio de un debate político sobre los nuevos y futuros liderazgos que se comienzan a gestar en la Argentina, pero además en medio de una crisis económica y social que exige a los dirigentes. “Un líder de hoy debe poder escuchar, para que puedan crecer en sus ideas, para cambiar algunas de ellas, para crear pequeños líderes. Estamos acostumbrados a que tengan mucho para decir y poco para escuchar. Un líder en la actualidad creo que debe poder tener autocrítica”, enfatizó el psicoanalista.
Y agregó: “Que pueda tener coherencia, un pensamiento fundado, que sea aquel que expresa y aquel que defienda y que pueda transmitir sus ideas a un grupo”.
Asimismo, el escritor que acaba de lanzar Y el mundo se detuvo: La vida nos ofrece una nueva oportunidad, en coautoría con Patricia Faur y su hija, Bárbara Abadi, opinó que un líder positivo “debe poder sospechar de la nostalgia de lo no vivido”. En esta línea, cuestionó: “Terminemos con que tuvimos todo y nos lo sacaron”. Y agregó: “Creo que es una especie de búsqueda de tranquilidad, cierto consuelo a una dificultad que hemos tenido al darnos cuenta de que el pensamiento mágico no sirve, que la idolatría no es provisoria”.
Entre otra de las características subrayadas por el médico psiquiatra aparece la idea de ser líderes capaces de reconfigurar un proyecto. “Que planteen un mapa hacia adonde nos dirigimos”, sumo. En torno a esto, sostuvo que el proyecto permite tener un horizonte, una intencionalidad, un para qué. “Permite el crecimiento de nuestras potencialidades creativas, de nuestra capacidad de inventar. Un proyecto nunca es individual, necesitamos de los otros”, desarrolló Abadi, en diálogo con Carlos Pagni.
En otro momento, mencionó que hoy muchas personas y jóvenes en particulares se quieren ir del país en busca de nuevas oportunidades. Sobre esto, opinó: “Se sienten echados porque sienten que no hay proyecto, no hay para qué, no hay futuro, mientras hay escepticismo y falta de confianza en lo que proponen”.
En su análisis, el médico observó que ve que hay una enorme cantidad de la población que se siente “condenada con cierta irreversibilidad”, y explicó: “No le dan crédito a una posible recuperación. Es una sociedad que se siente herida, muchas veces. Hay una ausencia de una esperanza”.
Sobre qué consecuencias psicológicas tuvo la pandemia y qué se puede aprender luego de estos años, Abadi manifestó: “Empezó con un virus insignificante y pequeño que puso en jaque al mundo, atravesó la fantasía omnipotente e invulnerable del ser humano, donde lo intentamos minimizar pero luego fue imposible. Provocó la ausencia de futuro”.
“La sociedad se siente amenazada ante la falta de reglas, las promesas incumplidas, ante engaños, y con ello se retrae, se reprime, se violenta. Entramos en una variable donde las relaciones que se tiene con los ciudadanos pasan a ser sospechosas y donde cada uno intenta protegerse del otro. Es decir, a los argentinos nos resulta muchas veces difícil ver un aliado y vemos en el otro a un sospechoso porque no hay reglas, no hay una ley que funcione y hay una ausencia de confianza. Eso nos deja en una gran soledad”, dijo.
No obstante, según analizó Abadi, a pesar de que la permanente postergación de un regreso a la normalidad generó una vivencia de que no hay fin, para el psicoanalista esa ausencia de futuro se pierde con proyectos, con horizontes.
LA NACION