La ministra de Educación dijo que, desde Ciudad, sostienen que las clases tienen que ser presenciales porque la evidencia así se los marca, pero aclaró que -de ser necesario- podrían volver a la virtualidad
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La ministra de Educación de la ciudad, Soledad Acuña, se refirió al conflicto entre Ciudad y Nación por la suspensión de las clases presenciales, y criticó al gobierno de Alberto Fernández por tomar decisiones que “no están basadas en evidencias”, lo cual -dijo- “duele y hace difícil la gestión del día a día”. En relación a esto, también apuntó que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó que las escuelas permanezcan abiertas, incluso con el surgimiento de las nuevas cepas.
Entonces, al conversar con el programa Hablemos de otra cosa, de LN+, profundizó: “Nosotros sostenemos que las clases tienen que ser presenciales porque hoy los datos nos dicen que es posible. No somos criminales. No somos asesinos con nuestros propios hijos. No queremos mandar a la gente a enfermarse. Pero hoy la evidencia nos dice que podemos tener las escuelas abiertas; quizás en otro momento tengamos que restringir la presencialidad, y tenemos escenarios diseñados y planificados para que eso sea posible sin perder ni garantizar el derecho a la educación para grupos muy vulnerables”.
Acuña resaltó que habían llegado a un acuerdo social que incluía al oficialismo, a la oposición y a especialistas de distintos rubros de que “lo último que se iba a cerrar iban a ser las escuelas”. Por otro lado, sobre el argumento de quienes dicen que la decisión se tomó para reducir la circulación, la funcionaria puntualizó que, “en la ciudad, las escuelas no suben gente a los medios de transporte públicos”. Además, destacó que las escuelas favorecen la rápida detección de casos.
La ministra de Educación explicó que se pueden tomar “medidas quirúrgicas dentro de los sectores que más se contagian, pero protegiendo a los que más les cuesta no estar en la escuela”. Así, por ejemplo, dijo que se podría restringir solo la presencialidad a los alumnos de edades más avanzadas, y entonces enfatizó: “Hay escenarios más planificados que no impactan tanto a las familias”.
En otro tramo de la entrevista, Acuña contradijo a quienes cuestionan que se redujo el presupuesto en educación. Según dijo, la distribución del presupuesto total cambió porque “la Ciudad fue ganando competencias y fue recibiendo atribuciones a lo largo de los años”, lo cual modificó la distribución de ese dinero. “En términos nominales, el presupuesto de Educación no solo no cayó, sino que es el que más aumentó en el 2021 respecto a otras áreas”, dijo. Y añadió que se sumó un “presupuesto Covid”, que “permite reemplazar a los docentes que son de riesgo”.
La ministra también destacó el deseo de dar clases y “la vocación de diálogo” de los docentes, y criticó a un sector del sindicalismo por “hacer política con la pandemia”. “No quieren trabajar, no han trabajado nunca y le están haciendo daño a los docentes que tienen miedo. No encuentro docentes que no quieran trabajar, y quieren hacerlo de forma presencial”, resaltó. Y aclaró: “No es una tarea de riesgo trabajar con niños si respetamos los protocolos, pero observo mucho miedo”.
Desde una escuela del Polo Educativo Mugica, en la Villa 31, a metros de la actual sede del ministerio que conduce, la funcionaria conversó con el periodista Pablo Sirvén, y contó que la decisión de establecer el edificio de Educación allí se debe a que “tenía que ser el símbolo de la oportunidad y del progreso”. “La educación es el brazo más potente que tiene el Estado para transformar”, subrayó. Y, más adelante, lanzó: “Hoy, basado en la evidencia, el derecho a la educación lo garantizamos con presencialidad”.
Luego, al reflexionar sobre cómo atravesó este año de pandemia como madre de sus dos hijos, Acuña contó que “es un proceso de mucha angustia por lo que les pasa a los chicos”. Y ejemplificó ese sentimiento poniendo como ejemplo una pregunta que sus hijos le hacían al comienzo: “¿No podemos ver a la abuela porque la podemos matar?”. Para ella, ese discurso de que los chicos “son bombas químicas que, si van a la escuela, contagian a los grandes y los pueden matar” es muy dañino para ellos.
LA NACION