El periodista reflexionó sobre el triunfo del candidato de La Libertad Avanza (LLA) ante Sergio Massa; “Metieron miedo y tampoco les funcionó porque viven en un frasco, lejos de la realidad”, afirmó
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El relato bíblico de David y Goliat se transformó en una metáfora del triunfo de los débiles y valientes contra los poderosos que sojuzgan y humillan a la gente. Es muy conocida la historia de David, el frágil pastor que venció al gigante guerrero, apenas de un hondazo. Algo de eso apareció en el contundente mensaje de las urnas.
Milei era y es extremadamente frágil. Se hizo invencible por el apoyo de casi 14 millones y medio de argentinos. Ahí radica su poder. El poder de la democracia y el voto. Hasta este domingo, Javier Milei tenía un partido en ciernes, sin desarrollo territorial, sin militancia organizada salvo en las redes sociales, sin grandes figuras entre sus dirigentes, sin gobernadores, con tres intendentes de distritos con menos de 2.500 habitantes y con apenas 7 senadores y 38 diputados. Lo que se dice una pobreza franciscana, justo hoy que el Papa Francisco lo llamó para felicitarlo.
Del otro lado estaba Goliat. Un peronismo unido muy difícil de vencer por el clientelismo histórico y por la cantidad de dinero que repartió Sergio Massa. Seguramente deberá rendir cuentas ante la justicia por semejante irresponsabilidad. Montañas de dinero para tratar de comprar votos. Pero no funcionó. El gigante de Goliat recibió el apoyo de todas las corporaciones que uno se pueda imaginar. La CGT que hizo el papelón histórico porque militaron al verdugo de los trabajadores. Los empresarios, los prebendarios y los que no lo son tanto, también apostaron a Massa. Con la inmoralidad de pensar: que le hace una mancha más al Tigre.
Los profesores y docentes del adoctrinamiento, los alumnos que repiten como loros un consignismo apolillado y vacío. Los artistas que por falta de formación ideológica o por interés económico se sumaron a la comparsa de fomentar el voto del peor ministro de economía del peor gobierno de la historia. Periodistas que son kirchneristas vergonzantes y se esconden detrás de Corea del Centro, casi les rogaron a sus oyentes que no votaran al demonio de Milei. Fueron tan autoritarios que empujaron a los clubes de fútbol en operaciones políticas con el Chiqui Tapia a la cabeza y tampoco les funcionó. Porque pedalearon mucho, pero sin bicicleta. Siempre pedalearon en el aire de su fiebre setentista.
Metieron miedo y tampoco les funcionó porque viven en un frasco, lejos de la realidad. No le tomaron el peso al masivo hartazgo que Cristina generó en la mayoría de la sociedad. No se bancan más a estos muchachos hipócritas que le decían a los más humildes que les iban a quitar los derechos y en realidad estaban preocupados porque iban a perder sus privilegios.
Agotaron la paciencia con sobreactuaciones memorables. Escondiendo debajo de la alfombra a violadores por el solo hecho de ser kirchneristas. Hablo de Ezequiel Guazzora o José Alperovich. El colectivo de mujeres copado en la cúpula por las cristinistas se cosió la boca y eso les produjo una brutal caída de su legitimidad y credibilidad. Las Abuelas de Plaza de Mayo no pidieron ni se mosquearon por los bebes y chicos secuestrados por la organización terrorista Hamas. Antes decían con vida los llevaron, con vida los queremos o devuelvan a los nietos y ahora apelaron a la omertá. Silencio cómplice con terroristas. Quedó demasiado en evidencia un gobierno nefasto que multiplicó la pobreza, sobre todo entre los chicos, que hizo coquetear a la economía con la hiperinflación y que hizo todo tipo de trampas y de presuntas avivadas que no van más.
Ya no alcanza con el resumen Lerú de la revolución bolivariana ni con las consignas jurásicas y criminales de los Montoneros. Eso produce rechazo porque en la realidad se nota el fracaso de ese pensamiento que solo parió tiranías que hambrean al pueblo como las de Venezuela y Cuba. Por eso quedó tan en ridículo Nicolás Maduro. Un dictador que no se hace cargo de que más de 5 millones de venezolanos hayan huido del país, por el hambre, la persecución y la censura que ellos han establecido con los militares en las calles y sus fusiles en las manos. Maduro tuvo la caradurez de comparar a Javier Milei con Hitler, Videla o Pinochet.
Un verdadero delincuente que no entiende nada y que banaliza el holocausto y las dictaduras latinoamericanas. Milei nunca mató ni una mosca. Hitler y Videla fueron genocidas que torturaron y asesinaron en masa.
El kirchnerismo está groggy contra las cuerdas. No entendió bien que fue lo que pasó con el tsunami Milei. Cada vez que Maduro, D’Elia, o Juan Grabois hablan mal de Javier Milei lo hacen subir en la imagen positiva. Hay una nueva sociedad, con relaciones laborales muy distintas. Con jóvenes que trabajan en varios lugares y no se quedan años en la misma empresa. Con Uber o repartidores de comidas que no quieren someterse a las arbitrariedades de los sindicatos de los capangas, con médicos que hacen guardia en Uruguay o Chile para ganar dignamente, con brillantes muchachos que trabajan desde su casa para el exterior y ganan en dólares que no podían cobrar y sobre todo hay una colosal economía en negro que fue construía para escapar de la asfixia de 170 impuestos irracionales y para frenar esa idea de bancar a vagos que recitan a Trotsky pero sacan pocos votos porque desconocen los problemas de los más humildes. Solo los utilizan como carne de cañón en las manifestaciones.
Milei es la expresión de algo nuevo que va más allá del voto. Los aparatos cada vez sirven menos. Las redes sociales cada vez sirven más. El apoyo rápido y contundente de Mauricio Macri y Patricia Bullrich se convirtió en la garantía de que el voto a Milei era parte del cambio y la mejor arma para liquidar políticamente a Cristina y al Cartel de los Pingüinos millonarios. Supieron interpretar a sus votantes que querían cerrar la era el peronismo chavista de los Kirchner.
Hay otro clima en las calles. Hay una sensación de alivio. De haberse sacado de encima al insoportable populismo chavista cleptocrático. Hay esperanza de que se haga justicia y que Cristina vaya presa como merece. En 20 días se quedará sin fueros y el ministro del área prometió frenar el ataque a la Corte Suprema y cubrir las vacantes con magistrados independientes y de excelencia profesional. Las grandes cajas donde metían la mano en la lata para llenarlas de ñoquis y militantes rentados dejarán de ser manejadas por La Cámpora. Pami, Anses, YPY, Aerolíneas y muchas más van a extirpar a los vagos y van a premiar a los trabajadores abnegados que se destaquen en su rol productivo. Muchos burócratas extorsionadores del mundo sindical y piquetero van a tener que pensar muy bien si se les ocurre seguir con bloqueos y patotas. Anoche el propio expresidente Mauricio Macri anticipó que son muchos los jóvenes que están dispuestos a defender en la calle al gobierno democrático, que es el cuarto que más porcentaje de votos recibió en la historia, después de Perón (dos veces) y de Hipólito Yrigoyen.
La democracia produjo su milagro igualador. Cada ciudadano es un voto. Los sellos y las siglas corporativas incitaron a votar a Massa, pero la suma de individuos, se sintieron abrazados por la libertad y votaron masivamente por Milei. Produjeron el milagro bíblico del triunfo de David sobre Goliat. Vale parafrasear al astronauta Neil Armstrong: un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la República.