En LN+, el periodista analizó el anuncio sobre el Impuesto a las Ganancias que hizo el ministro de Economía
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El que avisa no traiciona. Le robo la metáfora a Hernán Lacunza: “Hicieron una reforma a lo Hood Robin, le sacaron a los pobres para darle a los que más tienen”. El ex ministro de economía defenestró el cambio en el impuesto a las ganancias porque dijo que “genera un agujero que se paga con inflación.” La conclusión es horrorosa: “Estábamos bailando sobre el Titanic y ahora quemamos los botes también”.
En pocas palabras, electoralismo berreta de muy corto vuelo. La desesperación que tiene el cuarto gobierno kirchnerista, lleva a Massa a cometer groserías y a pegarse tiros en los pies. Irresponsabilidad que conduce al suicidio político. Han perdido hasta la mínima sensibilidad y olfato popular. Porque el marco del anuncio, también fue de lo peor. Esa foto del tren fantasma de la mafia sindical rodeando a Sergio Massa es de terror. Produce miedo y pianta votos. ¿A quién quieren seducir con el candidato rodeado de millonarios como Héctor Daer, Pablo Moyano, y Máximo Kirchner, medio escondido en segunda fila?
En las redes muchos chicanearon con memes preguntando si Cristina que ya supera largamente los 10 millones de jubilación de recontra privilegio o la Ana María Figueroa, la ex jueza atrincherada, que cobró 3 millones 700 mil pesos de sueldo, van a pagar impuesto a las ganancias o no? Son provocaciones que se hacen para digerir tanta bronca.
¿Alguien cree que Sergio Massa puede mejorar su actuación electoral con ese acto donde los jerarcas sindicales llevaron poca gente a la fuerza? Repito, poca gente y encima sin ganas de ovacionar a su verdugo y al principal responsable de la hecatombe económica que vivimos y de la inflación que pulveriza los sueldos y los haberes jubilatorios. Como si esto fuera poco, Massa se quiso dar un baño de pueblo y pasar entre los manifestantes y terminó enojado, asustado y sacando violentamente las manos de un militante de su propia cintura.
Toda esa farsa quiso ser una demostración de fuerza y fue una exhibición de debilidad extrema. Hoy en la radio escuché que faltó la azafata de ese tren fantasma en obvia referencia a Cristina que insiste en vivir en la clandestinidad porque cree que si no pone la cara no recibirá los cachetazos. Pero es inútil que se esconda. La inmensa mayoría de los argentinos sabe que ella fue la que eligió con su dedo a Alberto Fernández y a Sergio Massa.
Ella los consagró porque es la dueña del kirchnerismo. Es su gobierno. Son sus mamarrachos. Pero hay algo más terrible. Casi nadie ignora que Cristina es la jefa de la asociación ilícita que produjo el saqueo del estado más grande de la historia. Eso también forma parte de la terrible impotencia que el oficialismo muestra a cielo abierto. En las próximas horas, desde la justicia se viene un balde de agua helada para la reina del Calafate. Los jueces de la Casación Federal van a reabrir la causa Hotesur- Los Sauces donde Cristina, Máximo y Florencia están procesados por lavado de dinero. Se hará justicia.
Llamativamente tanto Alberto y Sergio juegan de arqueros en los picados de la Quinta de Olivos. Hubo dos pelotas que iban afuera y Massa las metió adentro. Golazos en contra. Primero, el papelón de pedirle a los trabajadores que no compraran dólares, que mejor compraran un autito argentino.
Y no contento con eso, explicó gran parte de su mala praxis porque un integrante de su gobierno “boqueó que había que devaluar y produjo una corrida”. Dijo que no era un buen momento para referirse a ese personaje (hablaba de Antonio Aracre, ex jefe de asesores de Alberto) que hoy está acusado de abuso sexual.
Los tuiteros K no sabían cómo sacarse de encima la mochila de piedras de Aracre y Sergio lo abrazó de nuevo recordando que uno de su gobierno había boqueado.
Fue una catarata de malas noticias. La primera es una versión de tres
encuestadoras que reconocen que Massa está bajando en la intención de votos. Y eso que todavía no se conoció el número de la inflación que estará peligrosamente cerca de los 11 puntos, la más alta en décadas.
Pero hay que sumar la paliza monumental que sufrió el peronismo kirchnerista en Santa Fe, el pago chico de Agustín Rossi, el compañero de fórmula de Massa. Sobre llovido, mojado.
Nunca en la historia, el peronismo hizo una elección tan desastrosa. Perdió por casi 30 puntos y Juntos por el Cambio tendrá mayoría en ambas cámaras.
Patricia Bullrich celebró la buena noticia en el escenario triunfador y dijo que “es el momento de desterrar para siempre al kirchnerismo” y que no vuelva más.
En Córdoba la reacción fue igualmente pésima para Massa y su intención de modificar el mínimo no imponible de ganancias. Un ex socio de la antigua avenida del medio y peronista como Juan Schiaretti, descalificó a Massa porque “Se hace el Papa Noel no la plata de todas las provincias. Es poco serio e irresponsable hacer anuncios electoralistas con la plata ajena: el 61% de lo recaudado del impuesto a las ganancias es de la provincias.”
Muchos gobernadores callan por ahora, pero piensan lo mismo que Schiaretti.
La campaña de Massa está en medio de arenas movedizas: mientras más se mueven, más se entierran. El jefe de campaña formal, Wado de Pedro no mueve un dedo y mira el hundimiento desde la platea. Malena Galmarini, la esposa del candidato ejerce como jefa real de la campaña. Pero no tiene la suficiente fuerza política porque fue derrotada ampliamente en su propia tierra de Tigre.
Massa a esta altura no sabe dónde pararse. Del lado de los talibanes de Cristina y acusar al FMI y al imperio de todos los males como ya hizo o recurrir a sus empresarios prebendarios amigos y sacar su costado capitalista asegurando que si es presidente habrá “déficit cero”.
Mientras tanto, Grabois lo cascotea una y otra vez. Ya denunció que su gente está sembrada en las listas de Milei. Ahora avanza con su campaña anti empresaria, castigando una y otra vez a Marcos Galperín. Es el dueño de la empresa más importante de la Argentina y el kirchnerismo le hizo la vida imposible. Por eso, como tantos, se fue a vivir a Uruguay. El creador del primer unicornio argentino es un gran generador de fuentes de trabajo calificadas y en blanco. Grabois lo atacó acusándolo de “planero y okupa” por el mega centro de distribución que la empresa tiene en el mercado central. Y a los que criticaron a
Grabois, este los calificó de “bananeros colonizados”.
Que le hace una mancha más al tigre. Arriba de 35 empresas importantes se fueron del país por la extorsión sindical o piquetera y por la asfixia impositiva. Apoyar a Massa es masoquismo. Sigue bailando en el Titanic, pero ya empezaron a quemar los botes.