En su habitual columna, el periodista de LN+ habló sobre la media sanción para la reforma del Impuesto a las Ganancias en la Cámara de Diputados que lideró el actual Ministro de Economía
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Massa canta: “Nerón, Nerón que grande sos”. Nerón no es Juan Domingo. Hay una letra de diferencia con el fundador del justicialismo. Pero Sergio Massa está jugando con el fuego de la hiperinflación y no siente culpa por incendiar la economía Argentina.
Nerón no era Juan Domingo, aunque su apellido podría rimar con una nueva marchita massista que diga “Nerón, Nerón/qué grande sos/sos el primer emperador”.
Más allá de la chicana y la ironía, lo cierto es que a muchos economistas profesionales y dirigentes racionales, se les apareció la imagen de Claudio Augusto Germánico Nerón, el tirano que prendió fuego a Roma en el año 64 antes de Cristo. Algunos historiadores dicen que mientras ardía la ciudad, este asesino, tocaba la lira disfrutando de ese paisaje horroroso.
La metáfora del fuego que todo lo quema como imagen de hiperinflación no es exagerada. Los que vivimos y sufrimos las hiperinflaciones sabemos que todo se rompe, que se queman los mínimos lazos solidarios de una sociedad donde todos luchan contra todos. Es un momento terrible que genera saqueos entre vecinos, una pelea fratricida y una degradación social aterradora. Ningún argentino sensato debería coquetear con esa tragedia.
De todos modos, la palabra “hiperinflación” fue de las más utilizadas en la sesión de diputados, donde se le dio media sanción a un proyecto que es un caramelo envenenado típico de los populismos.
Porque le pone dinero en el bolsillo a 800 mil personas para tratar de comprar votos, pero en el corto plazo, esa plata se reduce a cenizas por la inflación multiplicada producto de la escandalosa emisión. No tienen otra forma de financiar este festival. Solo con la maquinita de imprimir billetes funcionando 7 por 24. Y cada minuto, esos billetes valen menos.
Como si esto fuera poco, Sergio Massa, el peor ministro del peor gobierno de la historia, celebró como si hubiera ganado el mundial de fútbol. Se abrazó con los jerarcas sindicales millonarios, extorsionadores y mafiosos que conducen la CGT.
Carlos Acuña es el hombre de Luis Barrionuevo que estaba sentado a su lado en el palco. Barrionuevo también es el flamante aliado de Javier Milei, que estaba sentado en la banca y fue capaz de decir una brutalidad: si hay hiperinflación no es grave, porque así los kirchneristas se irían más rápido. No sabe lo que dice ni lo que hace.
En la calle, una movilización modesta, pero ruidosa cantaba “Sergio Presidente” y la marchita mientras degustaba cerveza tirada de primera categoría a 1.500 pesitos el vaso grande.
Votaron a favor 135 diputados que serán los culpables de semejante disparate. Irresponsabilidad al palo. Dale que va, repartan plata que total no pasa nada. Los que pusieron la voz de la prudencia y el sentido común y votaron en contra recibieron, por parte del salvaje de Pablo Moyano, la provocación de un “Fuck You”.
Luciano Laspina dijo que se batieron todos los récords de demagogia y populismo. Con el populismo chavista y el populismo ultraderechista y antisistema votando lo mismo. Relaciones carnales cada vez más explícitas entre Massa y Milei. Y con un sector de la casta sindical bendiciendo ese peligroso concubinato.
Y a las pruebas me remito: Cuatro de cada 10 argentinos son pobres. La inflación mayorista fue del 18,7%. La actividad económica anual cayó un 4,9%. La inflación de agosto fue del 12,4% la más alta desde 1991. La inflación anual prevista por varias consultoras internacionales supera el 180%. El precio del alquiler de un departamento de dos ambientes se triplicó en un año. Este gobierno creó o aumentó más de 20 impuestos. La deuda del gobierno con los importadores es de 40 mil millones de dólares. El Banco Central está quebrado. Tiene un saldo negativo de 10 mil millones de dólares.
Las provincias se van a tener que hacer cargo del 61% del costo fiscal cercano a 3 billones de pesos. Sí con “be” larga, tres billones de pesos. El 0,83% del Producto Bruto. Hasta el gobernador cordobés, Juan Schiaretti dijo que se trata de “un mamarracho porque Massa se hace el Papa Noel con dinero que no es de él”.
La euforia forzada que se vio en el recinto, esos aplausos fáciles y falsos, me hicieron acordar al día nefasto en que los legisladores ovacionaron la declaración de default que hizo el entonces presidente, Adolfo Rodríguez Saa. Insisto: irresponsabilidad al palo. Y que siga la fiesta. Y que la paguen los argentinos. “Que explote todo”, dicen demasiados argentinos que no tienen idea del daño que podemos sufrir. La única verdad es que Massa agarró un fierro caliente y lo convirtió en dinamita.
Ya le dije que Sergio “Massarasa” es una perinola que muestra la cara que el interlocutor quiera ver. Massa le vende humo y les dice a todos lo que quieren escuchar. Massa es el fundador de la chantocracia, del masoquismo militante y del peronismo de Zelig.
En pocas palabras, lo de ayer fue electoralismo berreta de muy corto vuelo. La desesperación que tiene el cuarto gobierno kirchnerista, lleva a Massa a cometer groserías y a pegarse tiros en los pies. Irresponsabilidad que conduce al suicidio político. Han perdido hasta la mínima sensibilidad y olfato popular. Hasta el ex árbitro internacional, Héctor Baldassi les sacó tarjeta roja.
Que le hace una mancha más al tigre. Arriba de 35 empresas importantes se fueron del país por la extorsión sindical o piquetera y por la asfixia impositiva. Apoyar a Massa es masoquismo. Sigue bailando en el Titanic, pero ahora parece más un soldado de Nerón que de Perón. No se puede ser piromaníaco y bombero al mismo tiempo.
Muchos compradores de humo del periodismo y de los empresarios prebendarios, lo vendieron como un superministro. Y resultó ser un mini ministro.
A Sergio Massa solo le falta decir como candidato a presidente que va a tener que lidiar con la pesada herencia que le va a dejar Sergio Massa ministro y presidente virtual. Sería el colmo. Pero cada uno se suicida políticamente como quiere.