En LN+, el periodista analizó los dichos del líder de Juntos por el Cambio y relativizó los rumores de un posible encuentro con la vicepresidenta
- 6 minutos de lectura'
A buen entendedor, pocas palabras. Para quien sepa interpretar, está claro que el ex presidente Mauricio Macri, jamás se juntará con Cristina. En la entrevista que le hizo Luis Majul anoche por LN+ dijo que “las pocas conversaciones que tuvimos, fueron frustrantes, porque el Lawfare nunca existió. Ella viaja en una permanente negación de la realidad”.
Más clarito, imposible. Pero si alguien tiene dudas, Macri citó a Yuval Harari, para decir que una de las herencias más graves que dejó Cristina fue precisamente “la destrucción del valor de la palabra. No hay sinceridad, autocrítica ni reconocimiento”. Y eso impide cualquier posibilidad de diálogo racional y productivo.
Como si esto fuera poco, el ingeniero Macri, cerró todas las puertas porque “nadie gobierna” a este “ejército de demolición que miente todo el tiempo en un país sin plan y a la deriva”.
La semana pasada, Oscar Parrilitudo, como lo llama Cristina, confirmó que tiene la cara de piedra. No descartó una reunión de su jefa con el ex presidente Macri. Y mintió descaradamente cuando dijo que “ella siempre estuvo dispuesta al diálogo, nunca puso límites para nada”. ¿Hasta cuándo nos van a tratar de estúpidos? ¿Se creen que no tenemos memoria?
No hay ninguna posibilidad de que el ex presidente Mauricio Macri mantenga un encuentro con la ex presidenta Cristina. Son intentos infantiles y voluntaristas de inexpertos de La Cámpora, como los que hizo Andrés “El Cuervo” Larroque. Son globos de ensayo que se pinchan en el aire. Larroque, lugarteniente de Máximo Kirchner en la guardia de hierro de Cristina, no tiene volumen político para interpretar lo que está pasando.
Cristina está desesperada por la condena que se viene en la causa Vialidad y por su desplome en todas las encuestas. Trata de utilizar políticamente el repudiable y nefasto intento de asesinarla. Habla de diálogo y de Jesucristo. Utiliza palabra suaves que antes no utilizó jamás. Y sus lenguaraces como Larroque tienen el estómago suficiente para ser verdugos en sus declaraciones y de golpe, pegar un volantazo y sugerir que puede haber un diálogo de Cristina con Macri. Igual que Parrilli.
Están tan confundidos que van para el norte y para el sur al mismo tiempo. Chocan la calesita. Tratan de vincular a Macri con todo tipo de delitos e incluso con el atentado fallido, pero, simultáneamente, se respaldan en la cúpula eclesiástica para llamar a un diálogo civilizado y democrático. ¿En qué quedamos? ¿Macri basura vos sos la dictadura o hay que conversar con los que piensan distinto como Carlos Melconian, como dijo Cristina?
Larroque como símbolo de ese desconcierto, en declaraciones radiales, no descartó un encuentro entre ambos ex presidentes pero para disimular un poco, puso dos condiciones absolutamente subjetivas y absurdas: “que el diálogo sea sincero y no superficial” y que “no sea un foto para tranquilizar conciencias”. ¿De qué habla? ¿Quién juzga si esas condiciones se cumplen? ¿Máximo dirá si el diálogo es sincero y profundo? ¿Quién dirime si es solo una foto para tranquilizar conciencias? ¿Luis D’Elía que llamó a fusilar a Macri en plaza de Mayo o Hebe de Bonafini que dijo que hay que probar las pistolas Taser con la hija de Macri? Son tan débiles en su formación política que no entienden lo que está pasando. Mauricio Macri jamás se va a sentar a dialogar con Cristina de ningún tema. Ni ebrio ni dormido. Primero porque es consciente que todos los días le están haciendo operaciones para dejarlo pegado a cualquier delito y para fracturar Juntos por el Cambio. Segundo porque sería el final de su carrera política. Cristina y Macri representan el día y la noche en la política. Como dicen sus allegados, “Macri cometió errores y Cristina cometió delitos”. Por eso no hay nada que hablar. Cristina tiene que respetar los fallos de la justicia y la división de poderes. No hay arreglo posible en eso. La democracia se fortalece si todos los que cometen delitos reciben el castigo correspondiente con todas las garantías legales. No hay pacto de impunidad posible. No hay amnistía para todos y todas que pueda funcionar.
En realidad, Cristina tampoco quiere hablar con Macri al que desprecia. Así quedó demostrado cuando ni siquiera tuvo el mínimo gesto democrático de entregarle la banda y el bastón de mando. Lo miró con asco y buscó mil excusas para evitar un acto simbólico que siempre se hizo desde el retorno de la democracia.
Lo que Cristina quiere, lo único que quiere, es zafar de ser condenada por mega corrupta. No teme ir a la cárcel porque por edad, sabe que va a tener una prisión domiciliaria. Pero se encoleriza cuando imagina que en su biografía de Wikipedia va a decir que fue la primera mujer electa y reelecta presidenta pero que, simultáneamente, fue la primera jefa de estado condenada por ladrona y jefa de una asociación ilícita destina a saquear al estado. Esa mancha no se la saca nadie.
Macri tampoco quiere ver a Cristina porque sabe que ella pretende darle el abrazo del oso. O de la osa, mejor dicho. Lo quiere dejar asociado a esta hecatombe económica y al peor gobierno de la historia democrática que decorativamente encabeza Alberto Fernández. Por más sanata que hagan Larroque y Parrilli, no existe ni la más mínima posibilidad que ese delirio de laboratorio se concrete.
El kirchnerismo está tan confundido, cuesta abajo en su rodada, que es capaz de mostrar a Sergio Massa abrazado al Fondo Monetario y a Máximo renunciando a la presidencia del bloque porque no quiso votar el acuerdo con ese organismo. Alberto mendiga una reunión con Joe Biden que no llega y Cristina se junta con los curas villeros que son los más radicalizados y anti norteamericanos de su espacio. No tienen rumbo y solamente dan pasos en falso. Están sobre arenas movedizas y por eso mientras más se mueven, más se entierran. Es el momento del ocaso y de la falta de racionalidad. No se puede acusar a medio mundo de gorilas, fachos, oligarcas y cómplices del ataque a Cristina y a la media hora, convocarlos a un diálogo democrático.
Ni siquiera exhiben sentido común.
Cada uno cosecha lo que siembra.
Cristina sembró vientos y ahora cosecha tempestades. Que no cuente con Macri para apagar el fuego. De nada vale que corra, el incendio va con ella.