En LN+, el periodista analizó las intenciones del gobernador Ricardo Quintela; además, hizo un recorrido sobre el vínculo de tensión entre el periodismo y el kirchnerismo
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Es de manual. La libertad de prensa es lo primero que atacan los autoritarios y las dictaduras. El kirchnerismo, en todas sus variantes, es una clara muestra de esta actitud antidemocrática. Y por eso hay que tener siempre la guardia en alto. Denunciar cualquier intento de atentar contra la posibilidad de informar y opinar con total independencia. Es una obligación de los periodistas y un derecho de los ciudadanos.
La excelente periodista Gabriela Origlia nos advirtió en el diario La Nación de las intenciones autocráticas y censuradoras del gobernador Ricardo Quintela. Tiene una obsesión contra el periodismo profesional. No quiere que nadie lo controle. En su discurso de apertura de la Convención Constituyente de La Rioja, donde tiene mayoría absoluta, exigió que los medios sepan “las graves consecuencias de transmitir mensajes sesgados, malintencionados o injuriantes al sembrar odio y noticias falsas”.
El gobernador al que lo sorprendieron regalando plata antes de las elecciones, dijo que “debemos defender el respeto y la verdad”. Pregunta chicanera: ¿Cuál verdad? La que decide Quintela. El único límite a la libertad de prensa debe ser el Código Penal. El resto es intento de manipular a la prensa libre.
Vale la pena encender una luz de alerta. Porque Quintela reporta a Alberto, a Cristina y a Sergio Massa, es decir al Triángulo de las Bermudas donde se hundieron los mejores sueños de los argentinos.
En abril del año pasado, el mandamás riojano ya había vomitado barbaridades ante los móviles de televisión. ¿Se acuerda? Dijo que los medios nacionales que son capitalinos (le faltó agregar que eran pituquitos de Recoleta) difunden información podrida y llamó a bloquear a los canales LN+ y TN. ¿Escuchó bien? Bloquear canales. Incita a cometer un delito.
De paso dijo que iba a alentar la formación de una red canales provinciales del Norte Grande. Se ve que no le alcanza con la TV mal llamada Pública y el resto de los medios que deberían ser del estado, pero que son un instrumento propagandístico del gobierno. Más canales de las provincias significan más empleo público y más chupamedias a sueldo. Ese es el periodismo que le gusta a Quintela. Una especie de Telesur chavista vernácula.
Para los que puedan pensar que se trata solamente del delirio de un tirano marginal al poder verdadero, le cuento que Agustín Rossi, hace exactamente un mes confesó que si fuera presidente, el primer día repondría la nefasta Ley de Medios. El actual jefe de gabinete, candidato a vice de Sergio Massa y perdedor serial en cuanta elección se presente, aseguró que ya está trabajando en el proyecto contra “la enorme concentración de poder mediático que impide una democracia plena”.
Rossi también dijo que si fuera presidente indultaría a Cristina el primer día. Teléfono para Sergio Massa. ¿Haría lo mismo el ministro candidato?
¿Qué proponen hacer con el periodismo? Vigilar y patrullar a los medios. Amordazar a las voces críticas para tener un discurso único. Intimidar a los cronistas para que no pregunten, para que no investiguen? ¿Pretenden criminalizar el pensamiento?
La sociedad democrática y republicana debe permanecer en estado de alerta frente a este tipo de atropellos.
En estas horas reapareció un grupo de intelectuales al servicio del kirchnerismo que resolvieron apoyar a Sergio Massa para que no vuelva la derecha. Además de la humorada de quienes formaron Carta Abierta que en las redes ridiculizaban como “Sobre Cerrado”, registré la presencia de Glenn Alvin Postolski. Se trata de un firme defensor de Hugo Chávez en general y de su “Ley Resorte” en particular. Esta norma denominada ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Resorte por sus siglas) permitió encarcelar periodistas, censurar medios y establece penas de hasta 20 años de prisión para aquellos que no reciten los versos oficiales y se atrevan a contradecir el camino revolucionario de la dictadura de Nicolás Maduro.
Suena insólito y stalinista, pero en Venezuela, instauraron el “Ministerio de la Verdad”, funciona un observatorio de Medios y la que se conoce popularmente como “la ley contra el odio”. Todos y todas han sido excusas y mecanismos para asfixiar la libertad de prensa y perseguir a los periodistas independientes.
Primero Néstor y ahora Cristina, tienen una obsesión infatigable contra los medios de comunicación. Desprecian y combaten al periodismo desde su temprana militancia en Río Gallegos. Hay cientos de ejemplos en estos años. Señalamientos personales de cronistas, escraches de todo tipo, estigmatización cotidiana en los medios del estado, llamado a escupir afiches con la cara de periodistas, látigo y zanahoria con la pauta publicitaria, violentas patoteadas y acción directa, censura y levantamiento de programas y hasta un juicio musoliniano en la plaza pública.
Florencia Saintout, funcionaria cultural de Kicillof, es una militante tristemente célebre porque en su rol de decana de la Facultad de Periodismo de La Plata, condecoró a Hugo Chávez por su aporte a la libertad de prensa. Es tragicómico, pero real. Es tan ridículo como premiar a Pablo Escobar Gaviria por su aporte al combate contra el narcotráfico. Pero es comprensible si tenemos en cuenta que Fernando Esteche, que fue el comandante de Quebracho y que se hizo kirchnerista en la cárcel, fue profesor de esa universidad, en ese mismo momento.
Tal vez el símbolo de todo esto podría ser Jorge Milton Capitanich que, como jefe de gabinete, rompió en pedacitos un ejemplar de Clarín. Más claro, imposible.
Sarmiento le diría: “Bárbaro, las ideas no se rompen”. El kirchnerismo hizo, hace y hará todo lo posible por censurar y controlar al periodismo. Pero debe saber que la libertad de prensa, no se toca. Y las noticias no se manchan.