La movilización del sector agropecuario, la suba de retenciones y un duro análisis respecto a las decisiones oficialistas contra ese sector
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Este desgobierno de los Fernández no aprende nada. El fanatismo ideológico, la fractura expuesta de la coalición y la desesperación por buscar la impunidad de Cristina, empuja al gobierno hacia el precipicio. Chocan y chocan contra las mismas piedras. Rolo Villar, con su humor tan filoso dijo: “Habiendo tantos errores nuevos por cometer, ¿Por qué siguen cometiendo los mismos viejos errores?”. El genio de Albert Einstein definía a la locura como “hacer la misma cosa una y otra vez y esperar un resultado diferente”.
Otra vez los Fernández pisotean al campo. Otra vez le quieren meter la mano en el bolsillo y matar la gallina de los huevos de oro. Y otra vez, los productores agropecuarios argentinos, los más competitivos del mundo, van a ponerse de pie para frenar los atropellos. Autoconvocados de todo el país, ya le pusieron fecha al tractorazo nacional que va a desembocar el 23 de abril en la Plaza de Mayo y el Congreso. “Allá vamos”, dice la consigna diseminada como semilla en la tierra fértil de la bronca campesina. En tractores, con camionetas, maquinas cosechadoras y a caballo, llegarán acompañados por la bandera argentina y el apoyo de miles y miles de ciudadanos que están hartos de las patoteadas de este gobierno.
“Allá vamos”, dicen desde todos los rincones a propuesta de la organización Campo + Ciudad. Los chacareros se sienten perseguidos y maltratados. Por eso aseguran que el 23 de abril, la protesta será multitudinaria. Solo le piden a la Mesa de Enlace que se ponga al frente de la manifestación. Dicen que llegó la hora de la acción y que se terminó la paciencia de las palabras porque desde el gobierno no quieren escuchar. La Mesa de Enlace está consensuando con la oposición de Juntos por el Cambio para voltear el DNU de Alberto Fernández que aumentó las retenciones de la harina y el aceite de soja. Ricardo López Murphy fue más a fondo y le hizo una denuncia penal al presidente por abuso de poder. Dice que su decisión es absolutamente inconstitucional. Hay un antecedente en la Corte Suprema que podría ayudarlos. Podría haber una lluvia de amparos. Se trata de una acordada de 2014 que por unanimidad rechazó las retenciones fijadas por el ejecutivo que atendió el reclamo de una empresa pesquera. De aquella Corte hoy quedan dos miembros: Juan Carlos Maqueda y Ricardo Lorenzetti, hombres de Córdoba y Santa Fé, dos de las provincias con mayor producción agropecuaria que han logrado el apoyo de sus gobernadores para sus exigencias.
Porque el ataque al campo no es solamente por las retenciones últimas. La asfixia impositiva, los cepos de distinto tipo, la intervención tóxica en el mercado, fueron multiplicando el rechazo del campo. Hoy los productores están en estado de alerta, organizando la marcha federal para que sea histórica y algunos piden cese de comercialización y hasta corte de rutas. Un trabajo de FADA (la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) lo dice todo. De cada 100 pesos de la renta agraria, los estados nacionales, provinciales y municipales se quedan con 64,9 pesos. Hablamos de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. Es absolutamente confiscatorio. Pisotea cualquier brote de crecimiento con inclusión. Expulsan las inversiones. Castigan al que trabaja. Así le va a este gobierno en descomposición que agravó todos los problemas y no resolvió ninguno.
Todas las medidas del gobierno son mensajes beligerantes. Les mojan la oreja a los productores agropecuarios, los desafian a otra guerra como en la 125 pero sobre todo, es un daño terrible para el país. Nos costó sangre, sudor y lágrimas volver al mercado internacional y ahora tiramos todo ese esfuerzo a la basura por dogmas jurásicos que perjudican a todos y no benefician a nadie.
¿De dónde viene la vocación suicida de los Fernández? Todo esto resurgió con la destrucción de silo bolsas solo por odio. Después siguió con el intento de expropiar Vicentin. Todos son misiles contra el campo. Nunca hay un gesto de apoyo. Un mimo. Las agresiones y el robo de ganado son sistemáticas. La ayuda por las sequías, es casi nula. Incluso antes de la pandemia, el presidente Alberto Fernández había dicho que los “autoconvocados son opositores disfrazados de chacareros”. ¿Se acuerda?
En aquel momento, el mayordomo de Cristina, Oscar Parrillitudo los quiso humillar diciendo que era un “orgullo” que el campo haya declarado el paro. Dijo que es el sector de los “que se enriquecieron, fugaron el dinero y son los responsables de la crisis económica que vivimos”. El escriba Mempo Giardinelli, trató de “terrorismo agrario” a los reclamos del campo de aquél momento. Fue más a fondo aún. Como un talibán K dijo que los que protestan “son multinacionales latifundistas que defecan sobre lo que votó el Congreso” y “se lanzan al golpismo para eternizar los privilegios que le dio el macrismo radicalismo genuflexo”.
Todos los K tienen el mismo pensamiento del atraso y la decadencia. En aquella ocasión Cristina los denigró como “piquetes de la abundancia con generales mediáticos” y su tropa habló de “agrogarcas”. Nadie se olvida. Hoy repiten lo que hicieron ayer. Siguen chocando con las mismas piedras. Los Fernández pisotean al campo.