En LN+, el periodista analizó los dichos de Cristina, la causa de corrupción por la que fue condenada y las internas del poder
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La banda de delincuentes liderada por Cristina perpetró la estafa más grande de la historia democrática. Nadie robó tanto durante tanto tiempo como los Kirchner. La verdad, el juicio y castigo por semejante cleptocracia está en marcha. El primer paso fue la condena a 6 años de cárcel por corrupción en la causa Vialidad. Pero hay otros expedientes, menos avanzados, pero más graves como “Los cuadernos de las coimas K” o los casos conocidos popularmente como “Hotesur” o “La Ruta del dinero K”.
Sobre este latrocinio creo que la gran mayoría de los argentinos tiene plena conciencia. Fue un plan sistemático para saquear al estado y enriquecer en forma colosal a la familia Kirchner, a sus amigos, cómplices, funcionarios y testaferros. Todas las pruebas están y la pena a 6 años de prisión en la causa Vialidad es solo el comienzo de varias condenas que se vienen.
Pero esta defraudación económica, tiene un correlato en lo simbólico y en lo ideológico. La otra gigantesca malversación que ejecutaron los Kirchner es la apropiación de los derechos humanos. Profanaron algo muy sagrado. Traigo este tema porque todo el show internacional que armaron con el Grupo de Puebla y el Foro de los Derecho Humanos tiene dos objetivos absolutamente repudiables.
Primero, apoyar a Cristina con las mentiras que ella misma dice respecto de una inexistente persecución judicial.
Y segundo, ratificar su complicidad con las dictaduras que más violan los derechos humanos en la región. Alberto, Cristina, Massa y todo el cuarto gobierno kirchnerista repiten como autómatas la falsedad de que la vice es una santa inmaculada y que nunca robó ni un chicle. Le rezan al altar del Lawfare. Pero como si esto fuera poco, se han convertido en secuaces de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Es insólito y repugnante que en un foro de derechos humanos no hayan invitado a una sola voz disidente de esos totalitarismos. Son sus guardaespaldas ideológicos y sus socios estratégicos. ¿Le gustaría a la mayoría del pueblo argentino convertirse en países sin justicia social ni libertad como esos, donde manda el castrismo, el chavismo o el orteguismo?
Hoy el periodista Jorge Sigal, en su columna del diario La Nación se refiere a estas tres corrientes como variantes del estalinismo que dieron como resultado “regímenes sangrientos, dictaduras feroces, burócratas ricos y pueblos miserables”. Es una gran síntesis.
La presencia de un prófugo de la justicia como Rafael Correa, un violador de la Constitución de su país como Evo Morales, el abogado de Alex Saab, el testaferro de Nicolás Maduro como Baltasar Garzón y todo tipo de colaboracionistas con esos sistemas nacional populistas muestran claramente de que lado han puesto a la Argentina. Del lado de los violadores de los derechos humanos. Del lado de los victimarios. Y eso contribuye a que las víctimas sufran más y tengan que huir en multitud de esos países aún a riesgo de perder la vida. Este es un foro de los que violan los derechos humanos. De los Derechos Inhumanos. No de los que son violados en sus libertades esenciales. Kirenia es una exiliada cubana que ruega que la escuchen con su verdad. Denuncia que hay más de 1.800 presos políticos en Cuba.
¿Qué dirá Horacio Pietragalla de Kirenia? Que es una oligarca gorila de derecha o una agente de la CIA? Son tan cobardes que no se atreven a invitar ni a una sola perseguida de verdad por esas autocracias del marxismo decadente. Igual que lo que hicieron con la educación y parte de la cultura, se apropiaron de este foro donde debería haber pluralismo y debate y lo convirtieron en un foco de adoctrinamiento del dogmatismo fanático. A los amigos, todo. A los enemigos, ni justicia.
Eso hicieron con los derechos humanos tradicionales. Los han malversado, los han profanado. No quieren escuchar sobre los presos, asesinados, torturados y la censura de sus gobiernos amigos que solo se mantienen en el poder con los militares armados patrullando las calles.
Pero hay otros derechos humanos que también han ignorado. La diputada Karina Banfi los enumeró en un hilo de Twitter.
Allí denuncia que en este foro, a 40 años de la democracia recuperada, nadie va a decir una palabra de casos que manchan al oficialismo. Por ejemplo:
- La apropiación de 6 mil niños ucranianos por parte de Putin.
- Al menos 23 asesinatos de fuerzas policiales por la vigilancia en la cuarentena.
- El estremecedor caso de Magalí Morales, la primera mujer asesinada en una comisaría en democracia justo en la tierra de la actual ministra de la mujer.
- El crimen de Facundo Astudillo Castro o el de Blas Correa, asesinado por la policía de Córdoba.
La hipocresía y las mentiras sobre el tema de los derechos humanos fueron utilizadas para cooptar a los organismos tradicionales. Abuelas y Madres de Plaza de Mayo fueron convertidas en organizaciones partidarias del cristinismo extremo. Perdieron todo pluralismo universal, algo básico en los derechos humanos. Pero además, hemos contado varias veces que a la hora de la verdad, Cristina y Néstor jamás movieron un dedo por los presos ni por los desaparecidos. Hasta bien entrada la democracia se dedicaron en Santa Cruz a la usura y a quedarse con las casas de familias que no podían pagar sus deudas. Pura codicia y éxtasis.
Cualquier integrante de los organismos de derechos humanos de esa provincia pude certificar esta historia. No hay una foto, ni una noticia de que hayan apoyado esa lucha. Todo lo contrario, no ayudaron ni a las Madres cuando quisieron hacer un acto.
Lo de Alberto es parecido. En la apertura del Foro acusó a la justicia de “ser el brazo ejecutor de los poderes fácticos” y “de ser muy laxos con las condenas a los genocidas”. Alberto, en aquella época era un joven nacionalista derechoso peinado a la gomina que luego compartió listas electorales con Elena Cruz, una actriz defensora ideológica de los genocidas.
En estas cuestiones Alberto y Cristina son lo mismo. Son defensores de los derechos inhumanos. Muchos argentinos ya se dieron cuenta.