El periodista de LN+ analizó la posible llegada de Carlos Melconian como ministro de Economía de Patricia Bullrich si llega a la Casa Rosada
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Los armenios ricos vivían en Palermo. Los de clase media, en Flores y los de abajo, en Valentín Alsina. De esas calles de tierra y sin agua caliente, viene Carlos Alberto Melconian. En su primer trabajo vendía ramos de flores bendecidos en la puerta de la iglesia de Pompeya. En su última declaración jurada, en 2016, confesó que el 85% de los casi 78 millones de dólares que tenía, estaban en el exterior. En una casa de 1.000 metros cuadrados en Punta del Este y en inversiones en Estados Unidos.
Su padre vendía zapatos por los barrios hasta que la reforma financiera de Martínez de Hoz y los cheques rechazados, lo llevaron a la quiebra.
Con la dignidad y la cultura del esfuerzo inmigrante abrieron una pequeña zapatería donde Carlos se fue entrenando en el difícil arte de vender y convencer. Hoy Patricia Bullrich lo presentó en sociedad. Si llega a ser presidenta de la Nación, Melconian, el economista más consultado y conocido, será su súper ministro de Economía.
Lo primero que dijo fue que la sociedad argentina se quede tranquila porque “se viene un cambio disruptivo pero dentro del sistema, con sentido común y sin dogmatismos”. Y un tiro por elevación para Milei: “hay luz al final del túnel, no un salto al vacío”.
De pibe, Melconian se las rebuscaba en los potreros aunque era medio rústico para salir jugando. El amor por Racing puso en su altar cotidiano la elegancia de Roberto Perfumo y el coraje de un caudillo como el Coco Basile.
Hizo la primaria en una escuela parroquial y aprendió a hablar armenio con una maestra particular. Su abuela lloraba cada vez que le contaba la historia de los sobrevivientes del genocidio perpetrado por los turcos. En el Industrial de Avellaneda se recibió de técnico mecánico pero eligió la Universidad de Buenos Aires para hacer una veloz carrera como economista. Después completó un post grado en la Di Tella y muy temprano entró en el Banco Central y en el estudio de Broda. Después se asoció con Rodolfo Santángelo, su amigo de toda la vida y armaron una consultora exitosa.
Hace exactamente, 20 años, la historia puso a Melconian en el mismo lugar que hoy. Carlos Menem había anunciado que si ganaba su ministro de economía sería Melconian. Pero el ex presidente se bajó de la segunda vuelta y le abrió la puerta al reinado de la dinastía Kirchner.
Para esa fecha en Página 12 lo acusaban de ser “uno de los principales responsables de legalizar el proceso de estatización de la deuda externa privada que ideó Domingo Cavallo cuando fue presidente del Banco Central en la dictadura.
Hoy, Melco, como le dicen sus amigos, luce un look más prolijo acorde a sus 66 años pero supo tener bigotazos tipo mexicano y el pelo bien largo.
Tiene 4 hijos y dos nietos y se destaca por el lenguaje coloquial que utiliza para bajar a la tierra conceptos que suelen ser complicados de entender. Abreva en la calle para hablar con llaneza y también posee un manejo suficiente del inglés como para una presentación ante el Fondo Monetario.
Tiene una larga y sólida relación con el periodismo que valora su capacidad de comunicación en temas que suelen ser áridos. Este es uno de los atributos por los que Patricia Bullrich se inclinó por él.
Como muestra basta un botón. Con una metáfora brutal y un dato informativo, destruyó en un minuto la idea de Javier Milei de cerrar el Banco Central. Dijo que todos los países del mundo lo tienen y explicó que hay que ser boludo para cortarse una gamba con el objetivo de que lo dejen sentarse en un colectivo lleno.
Hace más de un año que Melconian viene armando un plan sólido con un equipo totalmente probado de 70 cuadros técnicos. Son reformas profundas y ya tiene redactadas hasta las leyes que se deberán aprobar en los primeros días. El eje es instalar un modelo bimonetario en donde se legalice la posibilidad de realizar contratos tanto en pesos como en dólares. Combate la inflación y el excesivo gasto público, achica la cantidad de ministerios, promete la baja de impuestos, la reducción de la burocracia y quitas la totalidad de las retenciones agropecuarias a las economías regionales. Alienta las inversiones y dice que hay que volver a la tabla del dos.
Fue candidato a senador por el PRO en provincia de Buenos Aires. Presidente del Banco Nación con Mauricio Macri con quien tuvo chisporroteos que parecen haber sido superados. Nunca se llevó bien con Marcos Peña y el día que asumió estuvieron presentes Patricia Bullrich y Luciano Laspina quien seguirá siendo su principal asesor económico. Tiene diálogo con la mayoría de los empresarios, con algunos gremialistas y con gran parte de la dirigencia política. De hecho, hoy es incomprobable, pero si la interna de Juntos por el Cambio la hubiera ganado Horacio Rodríguez Larreta, tal vez Melconian también hubiese sido convocado para el mismo lugar. Es pragmático y flexible. Su lengua es filosa. A Sergio Massa lo definió como el “Caruso Lombardi de la economía” y dijo que Milei era “el rompehielos Almirante Irizar”. A la economía kirchnerista la definió como “Berretalandia”.
Mariela su esposa es economista y psicóloga. Melco estalló de orgullo el día que su hija Bubu se recibió de Licenciada en Ciencias Biológicas.
Igual que Domingo Cavallo en su momento, su cabecera de playa para llegar al gobierno hoy es la Fundación Mediterránea, idea federal de dos visionarios empresarios cordobeses como Piero Astori y Fulvio Pagani. Melconian preside su Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL).
Melco siempre vuelve al sur. A jugar al fútbol con sus viejos amigos, a visitar a sus hermanos que mantienen la zapatería familiar, a recordar que su madre se empeñaba en encerar la vereda pese a esas calles polvorientas. Medio en broma y medio en serio, Melconian le llama el Far West a Valentín Alsina. Tenía que calentar el agua en ollas para bañarse. Y para llegar a la ducha había que atravesar el patio apenas cubierto por una parra.
Patricia Bullrich le pide dos cosas: que ayude a desnudar las propuestas explosivas e irracionales de Milei y que si ganan, contribuya a recuperar la Argentina que fue. La del esfuerzo, el mérito, la dignidad del trabajo, la honradez y la movilidad ascendente que lo hizo el primer profesional de su familia. Una Argentina que tenga futuro para nuestros hijos y una esperanza como la que tuvo la abuela Melconian cuando vino de Armenia.