En LN+, el periodista analizó la recta final de la campaña de cara al balotaje; cómo llegan Massa y Milei y el país que podrían encontrarse el 10 de diciembre
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Se termina la sanata. Basta de versos, chicanas, operaciones sucias y promesas. Mañana ya estaremos en veda y el domingo hablaremos todos los ciudadanos con nuestro voto. Llegó la hora de la verdad de las urnas. No recuerdo una elección tan reñida. No recuerdo una elección con tan poca mística donde la mayoría se tapa la nariz para votar un candidato que no lo enamora pero lo vota igual para derrotar al otro. Hay infinidad de simpatizantes del PRO o del radicalismo que van a votar a Javier Milei con el objetivo de sepultar políticamente a Cristina y a su gerente actual, Sergio Massa. Hay infinidad de militantes de la izquierda kirchneristas o no, que van a votar a Sergio Massa con el objetivo de sepultar políticamente a la derecha y a su representante, Javier Milei.
Es una elección triste, sin alegría ni mística. Es un trámite burocrático pero que sin embargo tiene una gran importancia institucional. Son tan antagónicos los proyectos, es tan profunda la grieta y son tan graves los dramas que deja como herencia este gobierno que tenemos que apelar a nuestra mayor responsabilidad.
Son comicios históricos. Definen el rumbo de los próximos 20 años. Más de lo mismo, mas cristinismo autoritario y corrupto con el rostro de Massa o el comienzo de una etapa extraña, llena de interrogantes pero que puede reconfigurar el sistema político que se cae a pedazos y donde nadie sabe quién es oficialismo, quien es oposición y sobre todo, que proponen para este sufrido país.
Es la hora de la verdad. En segunda vuelta tenemos que optar. Ya elegimos al que más nos gustaba en la primera vuelta. Ahora tenemos que poner la boleta contra el que más nos preocupa. Votar en blanco es una forma de lavarse las manos. Todo el mundo tiene el derecho a hacerlo, por supuesto. Pero es una lástima no poner el granito de arena para inclinar la balanza para un lado o para el otro. Porque ni Massa ni Milei despiertan pasiones ni adhesiones incondicionales, pero no son lo mismo. Digamos todo. Massa ha sido parte de la tragedia que el kirchnerismo derramó sobre esta sociedad y el principal responsable de la hecatombe económica. Milei recién empieza a caminar. Tiene definiciones alocadas y peligrosas. Pero hasta ahora solo se trata de palabras, de ideas que se pueden mejorar, modificar o bloquear en el Congreso de la Nación.
Que alguien me desmienta esto: Si gana Massa el kirchnerato y La Campora se reciclan por 20 años más. Y los Moyano y las relaciones carnales con las tiranías que más violan los derechos humanos y finalmente los que admiran y protegen a los delincuentes en lugar de castigarlos.
Reconozco que los dos candidatos tienen más aristas cuestionables que destacables. Pero no son lo mismo.
Uno es el mal absoluto. Y el otro es una incógnita. No niego que Milei pueda ser un presidente débil o que se desvíe hacia posiciones más autoritarias. Pero todavía no robó, no persiguió y probablemente si gana tenga la contención y la ayuda del Mauricio Macri, de Patricia Bullrich y de muchos de sus cuadros técnicos con experiencia de gobierno. Si eso pasa, si Milei gana, se producirá la implosión y atomización del kirchnerismo y el peronismo logrará liberarse de su secuestro.
Le repito lo que le dije ayer. Se trata de dos muchachos altamente cuestionados. Massa tiene atrás una maquinaria clientelar gigantesca que puede transformar a la Argentina en una Formosa más grande. Y Milei juega la final de la Copa del Mundo con un rejuntado de inexpertos donde la Biblia duerme junto al calefón. Su joven agrupación, La Libertad Avanza es una caja de pandora donde hay muchos males, pero en el fondo está la esperanza. Está claro que Milei es la única herramienta existente para sepultar políticamente a la casta del kirchnerismo cleptocrático y chavista y a la ilusión de dinastía de los Masa-Galmarini. Es lo que hay. Massa es el mascarón de proa para que el populismo continúe con su destrucción del país. Y Milei es la esperanza de que un terremoto novedoso permita barajar y dar de nuevo en el sistema institucional y republicano.
Massa y el kirchnerismo ya demostraron en 16 años como gobierna el populismo chanta que comete delitos en todos los niveles.
Milei todavía no gobernó ni un kiosco. Y eso es bueno y malo a la vez.
Marcelo Gioffré sostiene que “Milei es un peligro hipotético” y que Massa “es el mal absoluto”. Y que “votar en blanco es ceder la decisión a otros con tal de dejar tranquila la conciencia, una cobardía simbólica. Yo Argentino”.
Si votamos lo mismo no esperemos resultados distintos. Si votamos ladrones seguirán robando. Si votamos mafiosos y extorsionadores irán transformando la democracia en un coto de caza para tiranos.
Insisto con esto: todos roban, casi sin excepción. Todos son millonarios, casi sin excepción. Los familiares de Cristina, sus funcionarios, sus secretarios privados, sus diputados, sus dirigentes sindicales vitalicios, extorsionadores y magnates como los Moyano.
Cosechamos lo que sembramos. ¿Hasta cuándo le vamos a dar la oportunidad a los mismos que nos trajeron hasta este precipicio. ¿Cómo es posible que confiemos en que el pirómano va a convertirse en bombero? ¿Massa va a solucionar la herencia maldita que deja Massa?
Alejandro Bongiovanni se define como liberal clásico, fundamentalista del antifundamentalismo, abogado, Magister en derecho y economía y en Ciencia Política. Es muy provocador intelectualmente su planteo que podría resumirse así: “Voto a Milei a pesar de Milei”.
En sus argumentos dice que al libertario le falta capacidad, experiencia política y estabilidad emocional, pero el verdadero monstruo es la Corporación K. Y eso que Milei pasó de llamarlo “amigo del alma a traidor comunista”. Acuñó una historia que explica su postura. Dice que supongamos que le pegan un tiro y se está desangrando. A su lado está un estudiante de medicina que no tiene todos los patitos en fila y el que le pegó el tiro. ¿A quién recurre para salvar su vida?
Se puede discutir todo en política y más en estos tiempos de incertezas y vendedores de humo. Pero no hay duda que tenemos un país destrozado, lleno de delincuentes protegidos, de pobres muy pobres e indigentes, de asfixia impositiva y huida de grandes empresas por la extorsión de piqueteros y sindicalistas millonarios, de adoctrinamiento educativo, de apropiación del estado como botín y de apuesta a igualar para abajo sin premiar al mérito. Lo dicho: un país destrozado.
La pregunta de las preguntas para enfrentar la urna es la siguiente: ¿Massa tiene alguna responsabilidad en esto? ¿Milei tiene alguna responsabilidad en esto?
No haré más preguntas señor juez. Los votos marcarán la hora de la verdad.