En su columna de LN+, el periodista analizó el abanico político del oficialismo de cara a las elecciones presidenciales
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Furiosa como casi siempre, Cristina intentó ocultar su impotencia para imponer a Wado de Pedro como candidato a presidente. Armó un relato absolutamente mentiroso buscando culpables para no reconocer su debilidad política que quedó en evidencia en el cierre de listas. Cristina ya no es lo que era. Con palabras cargadas de ira quiso dar vuelta la realidad de su gran derrota. Se mostró totalmente fuera de la realidad. Cristina ya no da miedo, ahora da lástima.
Quedó claro que su poder se achicó notablemente y sus proyectiles tienen la pólvora mojada. Entró en la etapa del patetismo rumbo al ocaso de su liderazgo. Nunca antes le habían torcido el brazo y puesto de rodillas como esta vez. Y eso que ella es la que estaba acostumbrada a poner de rodillas a los demás. No se puede tapar el sol con las manos.
Una vez más profanó el tema de los derechos humanos y utilizó la presentación de uno de los aviones de los vuelos de la muerte para intentar levantar el ánimo a la militancia de brazos caídos. “No lean los diarios, salgan a la calle”, les ordenó. Tal vez por eso prohibió la entrada de periodistas en un gesto autoritario que la caracteriza. Ella solo quiere mostrar lo que ella quiere mostrar. Autoritarismo en estado puro.
Diego Guelar, en un tweet, expresó toda su indignación: “Desde ese avión, tiraron al río a muchos de mis compañeros… se me revuelven las tripas que lo usen como argumento electoral esta banda de delincuentes que han destruido al país y todavía pretenden eternizarse”.
A Wado de Pedro, al que humilló y diezmó en su autoestima, tres veces le dijo que no se preocupara. Pero Cristina lo entregó sin la menor culpa. Tiene estómago para pactar hasta con el diablo y no titubea a la hora de transar en beneficio de sus intereses personales de búsqueda de impunidad y su voracidad de poder sin límites. De hecho, su militancia está triste, confundida y en estado de asamblea permanente.
La falta de capacidad y el capricho de Cristina ya los obligó a votar a grandes revolucionarios como Daniel Scioli en el 2105, Alberto en el 2019 y ahora, a Sergio Massa. Ellos, que admiran al Che Guevara y romantizan el terrorismo criminal de Montoneros, tienen que militar a un gran amigo de los empresarios más prebendarios, el mercado y los Estados Unidos.
La agrupación Soberanos lo denunció en un largo comunicado. Allí están Alicia Castro y Gabriel Mariotto. En su párrafo central, dicen que “no se confronta a la derecha con políticas ni candidatos de derecha”. Citan a Walter Benjamin: “Detrás del retorno del fascismo, hay una revolución fracasada”.
Rechazan apoyar a Massa-Rossi, pero respaldan a Axel Kicillof como candidato a gobernador. Dicen que Massa “cogobierna con el FMI y no logró contener la inflación, permitiendo que se pulverice el poder de compra de los trabajadores activos y jubilados”.
El diagnóstico del ala extrema del cristinismo asegura que no van a permitir que “Massa preserve el orden neocolonial” y que no olvidan que el candidato a presidente que bendijo Cristina “permitió a Macri el resarcimiento de los buitres, fue socio de Gerardo Morales – el carcelero de Milagro Sala – y celebró públicamente la auto proclamación del golpista venezolano, Juan Guaidó”. No lo sumo a Amado Boudou porque en una radio K dijo que la decisión de ungir a Sergio Massa le parecía “acertada”.
¿Se apuró Amado y habló sin consultar a sus compañeres o se fue de esa agrupación kirchnerista leninista? Todos recuerdan que Juan Grabois que va a competir contra Massa y que tal vez recoja el voto de estos insatisfechos por izquierda, ya había calificado al ministro de Economía como “cagador”.
Luis D’Elia prefirió huir del cristinismo en decadencia y se sumó a la lista de Guillermo Moreno en decadencia. No se equivoca nunca. D’Elía, levantó su voz denunciando que Massa “no tiene un carajo que ver con el peronismo. Es un neoliberal, conservador que va a ejecutar el ajuste más salvaje ordenado por el FMI”.
Le faltó agregar que es un fullero, es decir el que hace trampa todo el tiempo. Así lo caracterizó Cristina. La falsedad más grave e insólita fue cuando en un descarado y soberbio autobombo, la reina del Calafate, dijo que “la dirigente que más medía, está proscripta”.
Y ahí está la cobardía mayor. Porque utiliza el verso de que está proscripta cuando claramente no lo está, para ocultar su temor a recibir una paliza electoral de gran envergadura. Si tuviera coraje, Cristina se hubiese presentado de candidata a presidenta. Todo el tiempo y en todos los actos le cantaban “Cristina Presidenta” y nada. No se hagan los rulos. Yo ya di todo. Comprensión de textos. Eufemismos para no confesar la realidad: pánico a ser la mariscal de la peor derrota del peronismo en su historia.
Se vio a Cristina tan despechada que le pegó a Alberto que es como pegarle a una bolsa vacía en el suelo y a Cafiero que no acusa peso en la balanza e incluso a Victoria Tolosa Paz que le contestó con mucha firmeza y sin miedo. Le dije, Cristina ya no da miedo, da lástima. Es un problema de ellos. De este gobierno y de este peronismo a la deriva. Pero faltan más de 5 meses de mandato de este gobierno de inútiles y autoritarios.
Es insólito que el responsable de la hecatombe económica sea candidato a presidente. Massa generó una inflación por las nubes, sequía de dólares en las reservas, pobreza creciente y empresas que huyen del país. Pero es lo que hay. Es lo menos malo que tienen. ¿Estamos asistiendo a la caída de la monarquía patagónica? Todavía falta. El viernes, Cristina perdió la mitad de la batalla. Falta la otra mitad y es que sean derrotados en las urnas en la provincia de Buenos Aires. Cristina lo sabe. Su furia y cobardía, también.