En LN+, el periodista analizó la crisis de identidad que se generó dentro del Gobierno; “El ciclo kirchnerista está tocando fondo. Se puede ver su ocaso en el horizonte cercano”, aseveró
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El resultado de las elecciones tal vez confirme algo que se huele en el aire. Hablo de la derrota cultural de Cristina. El relato perdió mística y épica. Se llenó de demasiadas mentiras, fracasos y contradicciones. Se convirtió en un producto jurásico y en descomposición. El humo y la neblina sobre la ciudad de estos días, puede interpretarse como una metáfora. Han perdido brillo, se han oscurecido y ya no seducen a las nuevas generaciones.
El principal motivo es la hecatombe de la gestión de este cuarto gobierno kirchnerista. Chocaron la calesita. Pusieron cientos de excusas pero la realidad es que hay más pobreza, más inseguridad, más inflación y quedó claro que ninguno de los integrantes del Triángulo de las Bermudas pudo controlar las principales variables. Ni Alberto, ni Cristina ni Massa pueden exhibir eficiencia en la gestión ni esperanza en las ideas. Están parados en arenas movedizas: mientras más se mueven, más se entierran. El ciclo kirchnerista está tocando fondo. Se puede ver su ocaso en el horizonte cercano.
Se han vaciado de contenido. Les cuesta encontrar algún candidato taquillero. Y lo poco competitivo que tienen son dirigentes chamuscados como Daniel Scioli, casi el símbolo del felpudismo o Sergio Massa, un panqueque que gira como una perinola y que devaluó para siempre su palabra. El resto de los muchachos no acusa peso en la balanza. Wado de Pedro expone pensamientos primitivos y no tiene el suficiente nivel de conocimiento para buscar los votos que necesitan para evitar el papelón.
¿Cuál es el motivo? ¿Por qué Cristina es la única que más o menos puede mover el amperímetro? Porque su liderazgo es absolutamente verticalista y autoritario.
No pudo parir herederos políticos. No dejó crecer a nadie. Al que asomaba la cabeza, Cristina se la cortaba. Siempre maltrató a los que se animaron a poner algún matiz en su discurso blindado y vetusto. Por donde pasó Cristina, nunca más creció el pasto de la dirigencia. Ella prefiere a los militantes del fanatismo. Talibanes que se tatúen su imagen en el cuerpo y no políticos que se atrevan a tener un pensamiento propio. La prueba está en que dirigentes que estuvieron muy cerca de Néstor Kirchner y de ella misma, hoy sienten un rechazo visceral por su figura. Hablo de Alberto, de Aníbal, de Agustín Rossi, hasta de Luis D’Elía que se cansó de chuparle las medias mientras ella le daba cajas millonarias y poder a su hijo y La Cámpora.
La derrota cultural quebró al gobierno y al Frente de Todos. Hasta el obsecuente del Cuervo Larroque dejó La Cámpora para armar otra agrupación. Y se asoció con Axel Kicillof para tomar distancia de la abulia y la inacción de Máximo que se hace acompañar por Martín Insaurralde. Hicieron todo al revés.
De prepo, con plata y las polleras de Cristina pusieron al frente del Partido Justicialista de Buenos Aires a un Máximo que no tiene capacidad ni para manejar una unidad básica.
Se cansaron de inventar falacias que por más energía que le pusieran, se caían a pedazos en dos minutos.
Que Cristina está proscripta. Una mentira grande como la Patagonia. Alberto y Aníbal, ayer mismo, dijeron que ella puede competir electoralmente sin problemas.
Hay un operativo clamor para que sea candidata pero, simultáneamente dicen que está proscripta. Pura confusión y falta de rumbo. Dicen Luche y Vuelve y ella está, no se fue a ningún lado. Solamente se escondió para intentar demostrar que este no es su gobierno. Pero este es el presidente que ella eligió.
Dicen que hay una persecución a la que llaman Lawfare. Falso de toda falsedad. Las toneladas de pruebas en la causa vialidad demuestran que fue la jefa de una asociación ilícita monumental tal como lo reclamó en su apelación el fiscal Luciani. Y ni le cuento cuando eleven a juicio oral la causa de los cuadernos de las coimas K. Es la más grande cleptocracia de la historia democrática e involucra a toda la familia Kirchner, a gran parte de sus funcionarios y a muchos empresarios corruptos. Todos millonarios, por supuesto. Todos ladri progresistas que levantan la bandera roja de Cuba y Venezuela pero que en realidad son una banda de mafiosos.
Insultan al Fondo Monetario con Cristina, Máximo y Grabois a la cabeza pero mandan al cadete de Sergio Massa a que mendigue una ayudita por el amor de Dios. Ese es el ataque especulativo que hay. El de los cristinistas extremos que fingen ser anti FMI.
Y encima, un burócrata gris y mediocre como Sergio Chodos acusa de antipatria a economistas de la oposición.
Viven de la falacia. Borraron el valor de la palabra. Muy pocos le creen. Alberto fue uno de los críticos más duros de Cristina. Le dijo de todo. Sergio Massa juró en la televisión que nunca más iba a volver al kirchnerismo, que iba a meter presos a todos los corruptos y que iba a barrer a los ñoquis de La Cámpora.
Game over. El juego macabro está terminando. Asistimos a la peligrosa decadencia de las brigadas de Cristina que todavía tienen mucho dinero y capacidad de daño. Más de 25 mil soldados camporistas metieron en el estado. Y son kamikazes dispuestos a todo. No son gente democrática y humilde como para asumir la derrota cultural y le derrota electoral que se viene. Ya lo demostró Cristina que nunca quiso entregarle los atributos de mando a Macri. Las fuerzas democráticas y republicanas deben estar alertas y unidas en defensa de la legalidad y la paz social. Tienen que tener la guardia alta frente a posibles trampas o emboscadas. Los K son malos perdedores. Cristina está condenada y registra que cada día tiene menos poder y está más cerca de la cárcel. Odia el futuro que se imagina. Ojalá no tire del mantel de las instituciones. Ojalá no patee el tablero. Ojalá no lleve a este país a un callejón sin salida. No hay más espacio para los corruptos de estado ni para los autoritarios.