En LN+, el periodista analizó el juicio que empezó contra el llamado “líder mapuche”; “Es un guerrillero de pacotilla”, lo caracterizó
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Facundo Jones Huala es una amenaza terrorista contra la soberanía nacional. Frente a un tribunal confirmó que quiere combatir al capitalismo y que está orgulloso de ser revolucionario. Pero lo más grave es que confesó que le gustaría tener “las mismas ametralladoras que estos policías para enfrentarnos de igual a igual”. Al final, Jones Huala declaró que si querían terminar con su lucha “tendrán que fusilarnos”.
Estamos hablando de un guerrillero de pacotilla, provocador y violento que fue condenado en Chile a nueve años de prisión por incendiar una casa y por portación ilegal de arma. O sea que armas tenía. No eran ametralladoras pero eran armas de fuego. Altanero levantó su puño izquierdo frente a una veintena de pseudo mapuches vestidos con ropas típicas que esgrimían un cartel con la cara de Santiago Maldonado.
Es insólito que insistan con un tema en el que más de 50 peritos confirmaron que Maldonado se ahogó en el río. Es más, alguno de los que huyeron con él cuando llegó la gendarmería, podría ser acusado de abandono de persona. Porque el tatuador anarquista no sabía nada y nadie lo ayudó.
Jones Huala le dijo al juez en la cara que era un corrupto y ahora deberá esperar hasta al martes para conocer su veredicto. Se sospecha que será extraditado a Chile para completar la condena que interrumpió cuando se fugó mientras estaba en libertad condicional.
Sus abogados defensores, que fueron integrantes de Montoneros, le aconsejaron que no tomara alcohol y se comportara con dignidad. Es que fue descubierto en un quincho de la localidad de El Bolsón, absolutamente borracho, con el pelo larguísimo y vestido de mujer.
Una imagen ridícula para alguien que se propone como líder de sus pares. Daba vergüenza ajena, cierta lástima por su degradación y rechazo visceral por su proyecto. Estaba escondido de una alerta roja de Interpol. Pregunta chicanera: ¿Si le gustaría tener las ametralladoras de las fuerzas de seguridad, hasta donde están dispuestos a llegar para conseguirlas? Lo pienso porque en los 70, el foquismo criminal de Montoneros y el ERP mataban policías, robaban armerías y atacaban cuarteles para conseguir pertrechos bélicos.
Tal vez lo más preocupante es la complicidad de este gobierno nefasto con estos grupos marginales que se auto perciben representantes de los pueblos originarios. La mayoría de esos compatriotas repudian su violencia y su falta de raíces y trabajan en paz desde hace años. Algo parecido pasa en Jujuy donde manipulan a un grupito de descendientes de aborígenes y les pagan 5 mil pesos y comida para que corten rutas nacionales. Allí también hay presencia de ex Montoneros como Julio César Urien.
No les importa que los trabajadores de hoteles y restaurantes o los guías turísticos y los artesanos pierdan muchos ingresos por esa salvajada delictiva. Ni el gobierno kirchnerista ni el ministro Aníbal Fernández hacen nada para desalojar esos cortes y miran para otro lado y los abastecen con alimentos y logística a los mapuches que toman tierras privadas y del estado nacional. Los muchachos sienten nostalgia y romantizan aquella lucha armada que terminó en la tragedia brutal del terrorismo de estado.
No hay que olvidar que a Jones Huala no le tembló la voz para convocar a la lucha armada. El comandante de estos violentos antidemocráticos y anti argentinos, mediante un comunicado, convocó a sus soldados a la lucha armada para vengar el asesinato de Elías Garay, que ocurrió en una de sus usurpaciones.
En forma brutal y desde la cárcel en Chile, esta peligrosa marioneta instaló provocaciones intolerables:
- Que su muerte ni ninguna sea en vano, que la sangre sea vengada y la tierra recuperada, sean más que consignas, que las balas se van a devolver, sea más que un cantito.
Esta locura insurreccional y separatista es el corazón de sus palabras escritas. Insisto, no se trata de una declaración hecha de apuro y con bronca a un móvil periodístico. Es una proclama que llama a la guerra total. “Ya no podemos seguir solo con palos y piedras”, dice en otro párrafo.
La paz social y la democracia no pueden subestimar ni naturalizar estos desafíos. Es grave porque promete más sabotajes, más fuego y más muerte. Pero es mucho más grave porque, insisto, cuentan con la complicidad del gobierno de Alberto, Sergio Massa y Cristina. Los que más colaboraron poniendo ideas y el cuerpo fueron Magdalena Odarda y Horacio Pietragalla. Rafael Bielsa, los defiende en los tribunales chilenos. Los ex comandantes Montoneros, Roberto Perdía y Fernando Vaca Narvaja, los asesoran en los tribunales argentinos. Victoria Donda, los arropa. Elizabeth Gómez Alcorta, fue abogada de Jones Huala. Carlos Zannini y Juan Cabandié, retiraron al estado nacional de los expedientes y entregaron las tierras que son de todos.
El mapa del Wallmapu incluye a las provincias argentinas de Chubut, Neuquén, Río Negro, La Pampa y Mendoza y fragmentos de Córdoba, San Luis y Buenos Aires. No piden nada los muchachos. Pretenden medio país. Y el que los apoye estaría incurriendo en alta traición a la patria.
Un delirio absoluto que de inmediato, en su momento repudio Miguel Ángel Pichetto con un tuit: “Es una pretensión secesionista… que el gobierno de Boric está legitimando, una nación seudo mapuche independiente”.
Queman camiones, ocupan propiedades privadas y fiscales, destruyen maquinaria vial o agrícola, cortan rutas y atacan a los puesteros de las estancias y a los gendarmes incluso con armas de fuego y toman tierras por la fuerza y no dejan entrar a nadie.
El que se levanta en armas contra la democracia merece el juicio y castigo correspondiente. No importa que camiseta tenga puesta. Los argentinos ya dijimos Nunca Más. Nunca más a los que utilizan ametralladoras en lugar de ideas. Nunca más a los que matan, dinamitan e incendian en lugar de argumentar. Quien quiera oír que oiga.