En LN+, el periodista analizó los dichos de Sergio Berni tras el asesinato de Andrés Blaquier
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En medio del pánico y el dolor por el fusilamiento de Andrés Blaquier, esta señora, hizo el análisis político más certero. Estaba indignada, harta ya de estar harta, ya se cansó y dijo que este cuarto gobierno kirchnerista apoya siempre a los delincuentes. No se equivocan nunca. Siempre están del lado del eje del mal. A favor de los victimarios y en contra de las víctimas. Y tiene razón la señora. La cultura presuntamente progre, pero en realidad, profundamente reaccionaria e inhumana del falso garantismo zaffaroniano fue entronizada por Néstor y Cristina.
Sergio Berni contó que el asesino de Blaquier tiene más detenciones que años. Tiene 18 años y fue detenido 21 veces por cometer delitos y por supuesto, fue liberado 21 veces por una
justicia permisiva, cobarde e irresponsable que se lava las manos y los larga a la calle a la velocidad de la luz. La tristemente célebre puerta giratoria funciona como siempre.
El delincuente avisó 21 veces que estaba en la carrera criminal y la justicia en lugar de frenarlo, se la aceleró. Lo blindó. Le dio impunidad. Y ese descontrol termina siempre en la muerte. Muere la víctima del robo de la moto como fue Blaquier o el mismo pistolero que a veces es asesinado en medio de un tiroteo.
Berni quiso sacarse la responsabilidad de encima y mostró el legajo y los antecedentes de este criminal al que me niego a llamarlo “Lucianito”. Lucianito, las pelotas. Es un asesino. Debía estar preso pero el juez de garantías se negó a dejarlo entre rejas. “Ese juez –dijo Berni- debería estar acá dando explicaciones”.
Berni dijo que esta fue la crónica de una muerte anunciada que se podría haber evitado, que no es un hecho aislado y que pasa todos los días. Chocolate por la noticia. Berni no dijo que esos jueces son los amigos del gobierno. Que son todos hijos putativos de la escuela de Eugenio Zaffaroni que, a esta altura, debería reconocer que su doctrina abolicionista es un fracaso que lo único que hizo fue empoderar a los delincuentes y aterrorizar a los ciudadanos decentes.
Berni, es tugo. Berni, es tu gobierno. Todas las señales que emite el kirchnerismo desde que llegó al poder son de ayuda y protección a los malandras y bandidos de toda especie.
Berni es un soldado de Cristina y Zaffaroni, también. Ambos responden a la misma jefa y todos son responsables del aumento de los robos, los crímenes, la ferocidad y la impunidad.
“Sensación de inseguridad”, diría Aníbal Fernández. Mandan los delincuentes y muchos jueces y fiscales los liberan más rápido que un bombero. No tienen vergüenza ni dignidad para ejercer su profesión. Tienen que impartir derecho. Y no me vengan con la fría letra de la ley y los tecnicismos. Algunos jueces son corruptos. Pero a la mayoría les falta sensibilidad y les sobra pánico. Tienen mil zonas grises en la ley y en lugar de colocarse del lado de los derechos humanos de las víctimas, protegen a los delincuentes. Siempre encuentran alguna vuelta para liberarlos. Y digo que tienen pánico a dos situaciones. A la venganza de los cómplices que después aprietan o amenazan a los jueces y fiscales. Y al qué dirán de los muchachos falsamente progresistas que todavía ven en un ladrón en patota o en un criminal a un subproducto de la injusticia del sistema capitalista. Zaffaroni Básico. ¿Hasta cuándo van a seguir repitiendo esas boludeces de que la seguridad es una bandera de la derecha y de los ricos? Todos los días matan laburantes o jubilados.
Los barras violentos y muchas veces narcos, tampoco fueron combatidos por el cristinismo. ¿Se acuerda de la agrupación hinchadas unidas? ¿Y del Vatayón militante que sacaba presos para llevarlos a actos políticos disfrazados de culturales? Por algo los Fernández ganaron por paliza las elecciones en los penales. Porque saben que esa fuerza, simpatiza y favorece a los que cometen delitos.
Necesitamos urgente que se haga justicia. Y no demagogia barata y criminal. Castiguemos a los que nos matan y cuidemos a los que nos cuidan. Porque si no, ¿Quién nos va a cuidar?
En el ADN del cristinismo chavista está el delirio de premiar delincuentes y victimarios y de castigar a las víctimas. Todo lo contrario de lo que significa defender la ley y los derechos humanos. Siempre apelan a ese dogma jurásico de ponerse del lado del mal. Con Putin, Daniel Ortega, Maduro o Hamas, más allá de nuestras fronteras. Con los violadores que tienen su misma camiseta partidaria como José Alperovich. Con los jerarcas sindicales millonarios y patoteros tipo el Pata Medina o el clan Moyano. Con los ladrones y criminales liberados de las cárceles al comienzo de la pandemia con una frivolidad suicida o con los corruptos de estado como Amado Boudou y Milagro Sala, por ejemplo. Y nombro a estos dos delincuentes porque ambos están condenados con sentencia firme, incluso de la Corte Suprema de Justicia.
La señal hacia la sociedad es demoledora. En lugar de celebrar a los que con mérito y esfuerzo se destacan en la ciencia y el arte o en la innovación tecnológica o en su vocación de servicio solidario, estos muchachos siempre levantan la bandera de los bandidos y asesinos.
Aún en estos momentos de mayor debilidad, con la economía explotada de pobreza, desocupación e inflación, los muchachos no frenan en esa despreciable carrera para apuntalar liderazgos absolutamente tóxicos para las instituciones republicanas. Empezando por Cristina, la jefa de la corrupción más grave de la historia democrática.