En LN+, el conductor analizó el fallo del máximo tribunal sobre las elecciones en Tucumán y San Juan y la histórica pelea de poder con el kirchnerismo
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Por cadena nacional, Alberto acusó a los miembros de la Corte de ser un puñado de jueces anti democráticos, todo poderosos al servicio de Macri y de la oposición política, económica y mediática. Dijo que la democracia es rehén de esos jueces. El colmo del ridículo fue insistir en la persecución a Cristina y en que estos jueces han creado la grieta. Todo el mundo sabe que a Cristina la persigue el Código Penal y las leyes que violó y que fue condenada por corrupta con todas las garantías y toneladas de prueba. Es una delincuente de estado. Y la grieta, es una creación absoluta del matrimonio Kirchner que inoculó odio político en una sociedad donde el odio no existía.
De todos modos, lo que diga o haga Alberto Fernández no le importa a nadie. Cristina lo vació de poder y lo convirtió en un espantapájaros, en el presidente decorativo de la Nación. Pero el ataque permanente de Cristina y sus talibanes contra la Corte Suprema de Justicia si tiene una extrema gravedad institucional y debe encender todas las alarmas. Porque van a fondo con sus embates golpistas y todavía tienen un gran poder de daño. La columna vertebral de esa violación permanente de la división de poderes es una frase que Cristina repitió varias veces: “Están sentados ahí de por vida por una rémora monárquica.”
Justo la reina Cristina Primera de El Calafate y la Recoleta habla de monarquía, se queja de que esos cargos son eternos y los llama “dispositivos de control de la voluntad popular”. En realidad la Corte lo que hace es un control constitucional. Esa es su tarea. Y este esquema rige en los países del mundo que más han progresado social y culturalmente. Por eso Cristina cada vez más descaradamente desnuda su admiración por autocracias y dictaduras como la china o cubana. Allí los que son eternos son los gobernantes. Es más, los ciudadanos ni siquiera votan. ¿Serán esas una rémora monárquica o unas tiranías que violan los derechos humanos y dinamitan la libertad?
Cristina habló a través de sus voceros habituales. El de más alta responsabilidad institucional es el ministro del interior, Wado de Pedro que ni siquiera le dirige la palabra al Presidente ausente. En tres minutos, De Pedro pateó el tablero de la democracia y la llevó al borde del abismo. Dijo mentiras y barbaridades autoritarias. La más grave es que dijo que “con esta Corte no hay democracia posible”.
¿Es una expresión de deseo o una amenaza? Ese intento de tirar abajo el sistema democrático tiene que ver con dos cuestiones: con la desesperada búsqueda de impunidad de Cristina y con algún atajo autoritario para evitar la peor derrota electoral de la historia del peronismo.
Entre las mentiras, Wado, que fue vendido y comprado por muchos empresarios como el dirigente moderado y razonable de La Cámpora, dijo que la Corte ya proscribió a Cristina y ahora quieren proscribir el voto de los tucumanos y los sanjuaninos. ¿Otra vez con ese verso infame de la proscripción a Cristina que no existe? Los tucumanos y los sanjuaninos van a poder votar como todos los argentinos pero sin las trampas que no respetaron el mandato de las constituciones provinciales.
Wado marcó el camino por orden de Cristina. Pero el Cuervo Larroque, el otro lugarteniente cristinista, cometió el sincericidio de decir que si el peronismo no gana las elecciones siempre, la Argentina está condenada a la disolución nacional.
Otra vez. ¿Expresión de deseo o amenaza? ¿En qué países gobierna siempre el mismo partido? Otra vez: China, Cuba, Venezuela, Nicaragua.
Hablando de amenazas, el mayor chupamedia de Cristina, el diputado Leopoldo Moreau habló de la Corte de Magnetto y Saguier e incitó a la minoría intensa de la militancia porque, dijo que “solo el pueblo movilizado puede impedir”, las decisiones de la Corte. Otra intimidación para jueces y fiscales independientes. Otro ultimátum. Si la tiran a Cristina al bombo, va a haber kilombo. O che gorila no te lo decimos, si la tocan a Cristina que kilombo se va a armar. Cantos de guerra de las patotas alimentadas por un dinero ducto que baja desde el poder.
Nada nuevo bajo el sol. Vienen hostigando a los miembros de la Corte desde hace mucho tiempo. Hackearon y espiaron sus teléfonos, fogonean un impresentable juicio político, robaron sus declaraciones juradas. El ministro Martín Soria los llamó atorrantes. Hebe de Bonafini en su momento convocó a tomar el Palacio de Justicia, un juez militante como Ramos Padilla regó de bolsas de basura los tribunales.
Trece gobernadores votaron a favor del proyecto insólito de elevar los miembros de la Corte a 25.
Wado también dijo que la Corte, avaló la persecución a Cristina. ¿Perdón? Hoy lo repitió Alberto que ya no sabe cómo humillarse más ante su jefa.
Cristina no se rinde. Busca con desesperación su impunidad y no descansa ni un segundo en su proyecto de colonizar la justicia y la Corte Suprema. Siente que dominar los tribunales es la única forma que tiene de escapar una condena que la lleve a la cárcel.
Cristina está desesperada porque es consciente de que el tiempo político se le está terminando. Sospecha que con una derrota electoral en el 2023, las causas más graves en la justicia tomarán mayor velocidad y un rumbo claro: el penal de Ezeiza.
No quieren una Corte Suprema de prestigio e independiente. La quieren convertir en una Unidad Básica llena de militantes y esclavos. Chavismo en estado puro.
Ojalá la democracia no se transforme en monarquía. Ojalá que la República Argentina no se transforme en la República Cristina. Sería el triunfo del golpismo y la corrupción.