En LN+, el periodista analizó el dato del IPC informado por el Indec, que dio 12,4% en agosto
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El gobierno tiene una fábrica de inflación y de pobreza. Es casi la única actividad en la que tiene un “éxito” brutal que demuestra el fracaso absoluto de Cristina, Alberto y Sergio Massa. El número incendiario de hoy es muchísimo más grave que un número que marca la fiebre de una enfermedad. Es una alerta roja que avisa que estamos al borde del precipicio institucional. Hay estanflación y súper inflación y un coqueteo suicida con la hiper inflación. Son datos terribles, los peores en 32 años. Agosto dio un 12,4% y la variación inter anual llegó al terrorífico 124,4%. Estamos en dos dígitos y siguen acelerando frente al descontrol y la falta de rumbo.
Estamos en la peor inflación del mundo en compañía de Venezuela y Zimbawe. Y si profundizamos aparece la inflación de los más pobres. Alimentos 15,6% y salud 15,3%. Están jugando con fuego.
La fábrica inflacionaria del cuarto gobierno kirchnerista funciona a todo vapor. En su máxima capacidad. Todos los días superan los niveles de locura porque están a punto de fundir la maquinita de hacer billetes y demuestran gestos de irresponsabilidad que asustan a los inversores extranjeros y a los argentinos. Y con la cara de piedra, Sergio Massa fue capaz de pedirle a los trabajadores que no compraran dólares, que compraran un autito argentino.
Massa ya perdió hasta el último gramo de vergüenza. No tiene estómago ni escrúpulos. Es el fundador de la Chantocracia.
Como si esto fuera poco, la puñalada inflacionaria de hoy amenaza con multiplicar la cantidad de pobres e indigentes, pulveriza salarios y haberes jubilatorios y genera colosales niveles de angustia. Para setiembre ya hay un piso del 10% de inflación. Y siguen insistiendo en los mismos remedios y por lo tanto van a tener los mismos resultados.
“Hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos”. Esta definición de locura se le atribuye a Albert Einstein pero no hay pruebas de que sea así. Si es cierto que encaja como anillo al dedo a lo que está haciendo este nefasto ministro de economía y candidato. Toman las mismas medidas que ya fracasaron. Impulsan decisiones económicas para combatir la inflación y el resultado es todo lo contrario a lo que buscan. El gobierno está atrapado sin salida. Porque todo lo que hace es redoblar la apuesta, en lugar de cambiar el rumbo.
Se quejan de la pandemia y de la invasión criminal de Putin a Ucrania y todos los países vecinos tienen bajísimos niveles inflacionarios, como si el covid y el belicismo de Rusia, no hubiese existido para ellos. El gran ejemplo es Uruguay. Tiene la menor inflación en 18 años.
Alberto, Cristina y Massa van tozudamente, con una ceguera ideológica brutal hacia el mismo lado. Incrementan las tasas a valores siderales y no pasa nada. Siguen aumentando el gasto público porque toman al estado como botín de guerra y conchabo para la militancia y la montaña se hace cada vez más difícil de escalar. Siguen nombrando empleados públicos y no se dan cuenta que se siguen pegando tiros en los pies.
Es increíble. No encuentran el remedio para la terrible enfermedad que es la inflación. ¿Y qué hacen, entonces? Redoblan la dosis. Eso se llama encarnizamiento terapéutico. El remedio es el equivocado. Y en lugar de cambiar de remedio le dan el doble, el triple de dosis. Y la inflación crece hasta límites que estremecen a la sociedad, la llenan de angustias y falta de certezas. Generan inestabilidad y preocupación. Encima se pelean a cielo abierto entre los integrantes del triángulo de las bermudas, es decir Cristina, Alberto y Massa. Eso hace que la credibilidad de este gobierno sea absolutamente nula. Por eso digo que están atrapados sin salida. Porque el plan anti inflacionario es bastante sencillo y tuvo éxito en casi todos los países del mundo. Ellos no creen en esas medidas que repudian y llaman “neo liberales”. Todo lo contrario, sus líderes más talibanes e ignorantes en lo económico, insisten en darle a la maquinita.
Lo único que les falta es repartir dinero en las esquinas o creer que la pobreza y la inflación se pueden bajar por un decreto. Ignoran las leyes básicas de la economía y hasta de la aritmética.
Sergio Massa y sus colaboradores dijeron que iban a redoblar esfuerzos. Y yo me agarré la cabeza. No tienen que redoblar esfuerzos. Porque como está probado, van a obtener el doble de resultados nefastos. Tienen que cambiar la medicina y tomar otro camino. Pero Cristina y Máximo no se lo permiten. Ellos creen en el pasado. En Cuba y Venezuela. Y esos países tienen condenado a la pobreza eterna a su pueblo y encima a la ausencia de libertad y derechos individuales.
Son fanáticos delirantes que se creen que imprimir una catarata de dinero y repartirlo les va a hacer ganar las elecciones y no va a tener consecuencias nefastas para la economía. ¿No se dan cuenta que por ese camino vamos a estrellarnos con una hiper? Y que si eso pasa van a triturar aún más el salario de los trabajadores a quienes ellos dicen defender. Y que es caos va a ser demoledor. ¿Son necios? La ideologitis les anula las neuronas?
Eso es locura. O peor que eso. Es un dogmatismo blindado que ignora la realidad.
Se creen que con controles de precios y comisarios políticos espiando en las góndolas van a solucionar algo. Y como si esto fuera poco, Alberto, el presidente que no preside, se burla de los argentinos más humildes y dice que se trata de una inflación autoconstruida de origen sicológico. No tienen vergüenza ni pudor. Son burros jurásicos con ideas vencidas y hacen ostentación de eso como si fueran superiores moralmente.
Hacen estupideces como buscar culpables en lugar de soluciones.
Por eso digo que no saben qué camino tomar y aunque lo supieran, no cuentan con la confianza necesaria para que la sociedad los acompañe en ese tránsito.
En lugar de combatir la inflación, el gobierno de los Kirchner se convierte en una fábrica de inflación y por lo tanto en una terrible y triste fábrica de pobres e indigentes. Y asi nos va…