El periodista de LN+ analizó lo que depara el futuro de las elecciones presidencias con Javier Milei a la cabeza
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El enigma Milei es el más difícil de descifrar. Es un fenómeno complejo que nos obliga a analizarlo sin preconceptos y sin caer en simplismos de consigna. Un tsunami de más de 7 millones 100 mil votos lo catapultó al primer lugar en las elecciones y al centro de la escena. Pintó de violeta casi todo el mapa del país porque ganó en 16 provincias. Lo hizo sin estructura, casi sin fiscales aunque dicen que el peronismo tenía orden de cuidarle la boleta.
Un diagnóstico equivocado los hizo pensar que el crecimiento de Javier Milei solo iba a perjudicar a Juntos por el Cambio y la realidad confirmó que les comió votos a todos. El batacazo de Milei atravesó en forma transversal todas las clases sociales y todas las edades. Pero el impacto mayor es que en muchos casos ganó entre los sectores más humildes de la sociedad, un electorado históricamente más ligado al peronismo gobernante. El oficialismo todavía no digirió ese sapo. Gabriela Cerruti apeló al dogma de siempre y vio solamente a los ricos detrás de esas urnas sorpresivamente repletas.
Ese es solamente uno de los prejuicios que hay que desterrar para entender con mayor profundidad que pasó el domingo y porque se cayó a pedazos el viejo sistema de partidos políticos. Los aparatos históricos fueron derrumbados por un huracán multicausal que nadie vio venir.
Tal vez muchos nos quedamos con una mirada superficial de las excentricidades del candidato anarco libertario que corrió por derecha a Patricia Bullirch y la empujó hacia el centro. Lo mediático del personaje produjo el primer impacto. Por ejemplo, cuando imitó a Leonardo Favio en la tele.
Muchos emparentaron el surgimiento de Milei con Donald Trump o Jair Bolsonaro. Incluso con la simpatía que provocó el carisma de Carlos Menem contra el aparato partidario que manejaba Antonio Cafiero. Otros plantearon que la irrupción de Milei es de más alto impacto porque no tiene un partido fuerte detrás como los republicanos norteamericanos o los peronistas y tampoco el respaldo de una red religiosa de los evangélicos como en Brasil. Eso es cierto. Pero también es verdad que Milei se apoyó en un partido más moderno que me tomé el atrevimiento de bautizar “PP”, el Partido de las Pantallas.
Milei es un nyc, un nacido y criado en la televisión y una expectativa que se viralizó en las redes sociales. Sus pelos revueltos, sus gritos agresivos, su campera de cuero, y sus confesiones impactantes lo fueron instalando. Apeló incluso a cuestiones íntimas de las que los políticos jamás hablan. No tuve pudor en contar frente a las cámaras y en vivo, de su militancia en el sexo tántrico.
Esa actitud, su insólita relación con sus perros y con su hermana a quien llama “el jefe”, le dio alto rating a alguien que no repetía rutinariamente lo mismo que decían los dirigentes que el bautizó “la casta”. Esa definición, el grito de Viva la Libertad carajo y su identificación con un león que no quiere corderos despertaron la curiosidad primero y luego la adhesión de un sector de los jóvenes, sobre todo de los que votaron por primera vez. Esa rebeldía que en algún momento encarnó La Cámpora cambió de rumbo y se alineó con Milei.
La propuesta económica que más despertó los sueños de sus votantes fue la dolarización de una argentina que ya está dolarizada de hecho. Casi todo se piensa y ejecuta en dólares. Hasta los más pobres cuando tienen un peso para ahorrar, compran dólares. Son años de apostar al billete mágico que ya se convirtió casi en una religión. Esto no ocurre casi en ningún otro país del mundo. El resto de sus propuestas, como cerrar el Banco Central o bajar la persiana en el CONICET son cuestiones más técnicas que generan preocupación porque se ven inaplicables o directamente repudio porque los países más desarrollados del mundo tienen Banco Central y apuestan fuerte al desarrollo científico-técnico.
Pero también es cierto que el kirchnerismo llenó de ñoquis y militantes inútiles el Estado, lo tomó como un botín de guerra y cualquier propuesta de achicar los gastos descomunales y provocadores con la motosierra libertaria, produce satisfacción y apoyo entre los votantes menos politizados que reaccionan con sentido común.
Los costados más cuestionables de Milei tienen que ver con un cordón umbilical que lo une al peronismo y que parece que nunca terminó de cortarse. Y a las pruebas me remito. En el caso de Cristina, Joni Viale le preguntó tres veces si ella era corrupta y no lo dijo, pese a que la vice ya fue condenada a 6 años de prisión por su cleptocracia.
Y eso que Milei suele ser feroz en su lenguaje. Hace pocos días acusó a Patricia Bullrich de ser socialista y de seguir apegada a su pasado de Montonera. A Horacio Rodríguez Larreta lo calificó de zurdo de mierda, sorete, gusano comunista y lo amenazó con aplastarlo hasta en una silla de ruedas. Puro discurso de odio.
Con Sergio Massa también fue excesivamente prudente, algo que es poco habitual en Milei. Chiche Gelblung le preguntó si Massa estaba haciendo una buena gestión y si sabía de Economía y eligió cuidadosamente las palabras para no criticarlo. Casi, casi que justificó el desastre económico y lo despegó del kirchnerismo.
Fue asesor de Daniel Scioli y supo elogiar a Alberto Fernández. Esta semana se abrazó con Massa en un estudio de televisión y eso potenció las acusaciones de un pacto de ayuda mutua en cargos, dineros y listas de candidatos. Se puede asegurar que Javier Milei se convirtió en el instrumento que mucha gente eligió para expresar su hartazgo frente a una dirigencia que en 40 años no pudo garantizar lo que Alfonsín prometió al decir que con la democracia se come, se cura y se educa.
El kirchnerismo destruyó la educación, la salud y la seguridad, potenció la pobreza y el hambre y agotó la paciencia con ideas autoritarias que cancelaron cuestiones básicas de la vida cotidiana como el lenguaje, el adoctrinamiento y la dependencia absoluta, casi esclavista de planes y del estado. La forma más rápida y contundente que encontró mucha gente para expresar su alarido fue votar a Milei.
Nadie nunca antes había logrado ganar una elección presidencial primaria en tan poco tiempo. Pero no está todo dicho. Las elecciones del 22 de octubre pueden hacer crecer o disminuir sus votos. Veremos.
Sus exabruptos sobre la venta de órganos y la portación libre de armas son provocaciones que buscan y logran escandalizar y levantar las mediciones de rating. Su agresividad contra todo tipo de críticas lo convierte en alguien con reacciones violentas absolutamente condenables. A veces, se lo come el personaje. Hay que seguir descifrando el enigma.