En LN+, el periodista analizó el Día de la Lealtad, el rol de Máximo Kirchner y los significados atrás del relato
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Hace casi dos décadas que el cristinismo tiene secuestrado al peronismo. La gran incógnita que surge después de analizar lo que pasó es si el kirchnerismo, finalmente, le dará el tiro de gracia para matar al peronismo. El 17 de octubre de 1945 fue el día del parto, el momento fundacional y del nacimiento del peronismo. ¿El 17 de octubre de 2022, será el día del fin del peronismo tal como lo conocemos?
La pregunta es pertinente porque ayer, el Frente de Todos contra Todos quiso hacer una demostración de fuerza y le salió una ostentación de debilidad. Un tiro por la culata. Vimos una gran fragmentación expuesta en la coalición de gobierno, muchos oradores que parecían opositores y pequeñas rebeliones en la granja. Tal vez el dato más importante es que el acto de Plaza de Mayo, organizado por Máximo Kirchner y Pablo Moyano apenas ocupó media plaza y tuvo una modesta respuesta en su convocatoria.
Eso es grave para la liturgia del peronismo. No llenar la Plaza es una patética muestra de la caída en los niveles de representatividad, de gran desilusión por el gobierno nefasto que están desarrollando y de ausencia de liderazgos carismáticos, con excepción de Cristina. Máximo Kirchner y Pablo Moyano deberán pensar muy bien cuál fue el motivo del fracaso del acto.
Tuvieron el aparato de siempre y los cientos de micros a disposición. ¿Qué pasó, entonces? Ni en el palco ni en el llano se vieron intendentes ni columnas de los distritos del conurbano. Y eso que Máximo es el presidente de prepo del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires. El aporte del gremialismo camionero, docente y bancario, también fue pobre en cantidad de militantes. Gente suelta, no encuadrada, casi no fue nadie. ¿Perdió encanto entre los jóvenes el autoritarismo chavista K? ¿Olfatean una derrota contundente en las próximas elecciones del año que viene?
El filósofo gastronómico y lingüista Luis Barrionuevo lo definió a su estilo: “El peronismo está hecho mierda”. El diablo sabe por diablo, pero más sabe por viejo. El escenario del acto de la CGT estaba ocupado por gerontes que hace más de 30 o 40 años que están atornillados a sus sillones de capos de los gremios. Los oradores, solo exigieron más cargos porque ya no quieren estar sometidos al dedo de Cristina y la birome de Máximo. El príncipe heredero los acusó de “traidores”.
La atomización del peronismo no solamente se vio en la diversidad de actos o en la falta de intendentes o en la exigencia de más poder. También se explica en la ausencia de los tres socios fundadores del Frente en todos los actos.
No estuvieron presentes ni Sergio Massa, ni Cristina que no envió ni un video, ni un tuit al acto de su hijo ni Alberto, presidente de la Nación y también del Partido Justicialista. Son datos que muestran la bronca (y hasta el odio) que está creciendo entre los referentes.
Hasta el Movimiento Evita, dijo por boca de su líder, Emilio Pérsico que van a limpiar La Matanza con la candidatura de su esposa, Patricia Cubría.
Le recuerdo que en ese distrito siempre gobernó el peronismo. ¿Quién la ensució, entonces? Otra vez peronistas de este gobierno que critican y acusan a peronistas de este gobierno. Ese jueguito perverso de ser gobierno y oposición al mismo tiempo ya no engaña a nadie.
La historia de Santa Cruz demuestra que el kirchnerismo degrada y destruye todo lo que toca. Ahora es el turno de terminar con la historia del peronismo y arrojarlo al precipicio. Este cristinismo tiene una rigidez ideológica soviética que no se compadece con el pragmatismo que le permitió al justicialismo sobrevivir 77 años pese a sus apuestas extremistas y criminales como López Rega y la Triple A o Mario Firmenich y Montoneros.
El brillante intelectual Loris Zanatta, hoy en el diario LA NACIÓN, cita al padre Benitez “mentor de Eva Perón” que dijo que “el peronismo es un comunismo de derecha, lo que es como decir, un fascismo de izquierda”.
Esa flexibilidad justicialista que fue del neoliberalismo de Menem hasta el chavismo de Cristina, hoy está anquilosada por sumatoria de fracasos económicos que nos han condenado al 50% de pobreza y al 100% de inflación.
Las viejas armas y las ideas jurásicas hoy no dan resultado. Todo lo contrario.
Los ministros huyen despavoridos. Cuesta encontrar reemplazantes. Algunos vuelven a las intendencias y otros a las gobernaciones para tratar de salvar la ropa y su quintita. Hay clima de estampida. De sálvese quien pueda.
Hasta ahora los peronistas clásicos e históricos se arrodillaron ante el altar de Cristina porque era la única que les garantizaba un núcleo duro de votantes a nivel nacional. Hoy, hasta eso está cuestionado. Eso y la posibilidad de que sea condenada por la justicia por la colosal cleptocracia que lideró.
Nadie puede decir que alguien o algo está muerto en política. Y menos tratándose del peronismo que sobrevivió a mil hecatombes auto generadas. Pero en estos tiempos de cólera, parece que Cristina apuesta a mantener su propia tropa de fanáticos aunque cada día sean menos. ¿Cristina arrastrará al peronismo en su caída libre? ¿Sepultará al peronismo como fuerza multitudinaria y popular? ¿O los viejos zorros que gobiernan provincias y municipios adelantarán elecciones, armarán sus propias listas y saltarán a tiempo del Titanic? Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia, la verdadera historia, quien quiera oír que oiga.