En LN+, el periodista analizó los tironeos de poder entre el Presidente y la vice por el ministro de Economía
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A esta altura, el ministro Martín Guzmán es un muerto político aunque no se haya enterado. Cristina quiere su cabeza y cuando Cristina quiere algo, no afloja hasta que lo consigue. Es implacable. No tiene estómago ni escrúpulos. Está practicando tiro al blanco con el discípulo de Joseph Stiglitz. Cristina ya logró vaciarlo de credibilidad. Todos los días, Andrés Larroque, su killer político, lo acribilla con humillaciones. En el Instituto Patria se burlan y le dicen “Pollo al spiedo”. Porque está cocinado, pero sigue dando vueltas.
El último disparo del Cuervo francotirador, fue esta mañana y, como siempre, lo hizo desde la trinchera de radios cristinistas. Dijo que “la coalición no puede ser rehén de alguien que no tiene representatividad”.
Más claro imposible. Le están dando un ultimátum a Alberto Fernández para que se rinda y entregue a su protegido ministro al spiedo. Pero Larroque, autor material de los ataques que tienen a Cristina como autora intelectual, dio más detalles: “No puede pasar que el jefe de la coalición sea el ministro de Economía. No hay que temerle al poder y mucho menos ser agentes del poder”.
Listo. Game Over. Si Alberto quiere escuchar que escuche. Su silencio es tan patético como su falta de reacción. Siempre supo que las relaciones de Cristina tienen solo dos posibilidades, “esclavo o enemigo”.
Como estará en el horno Martín Guzmán que Alberto es su único defensor y con solo el 19% de imagen positiva, no le da el cuero ni para defenderse a sí mismo.
Y como si esto fuera poco, frente al fuego cruzado del comandante camporista, la única voz que se levantó para defenderlo fue la del reciente albertista, y piquetero en caída libre, Luis D’Elía. “A vos tampoco te votó nadie. Tu único mérito es ser amigo de Máximo”, le dijo al Cuervo que había pegado primero asegurando que a Guzmán no lo había votado nadie. Chicana política: si tu único abogado defensor es Luis D’Elía, pon tus barbas a remojar, porque verás tu cabeza cortar.
En realidad, todos están diciendo la verdad. A ninguno de estos muchachos los votó nadie. Ni a Guzmán, ni a Larroque, ni a D’Elía ni a Máximo. Por lo menos, el príncipe heredero tiene portación de apellido y se cuelga de las polleras de su madre.
Larroque además de decir que no conocía a Guzmán lo responsabilizó de la paliza electoral que recibieron en las elecciones de medio tiempo. Lo ubicó en el lugar de mariscal de la derrota.
Como si esto fuera poco, anuncian que Martín Guzmán va a disertar un seminario del círculo rojo, o del establishment en Bariloche. Varios de los empresarios más importantes aseguraron su presencia y además van a participar Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta. Los cristinistas lo van a tomar como una provocación. Están bancando una muestra fascista en la ESMA donde dicen que Macri y otros liberales son asimilables al terrorismo de estado por ser “endeudadores seriales”.
No creo que les guste ver en ese lugar a Guzmán y rodeado de tantos enemigos. Veremos si chocan los planetas o Guzmán tiene un problema de agenda o una leve indisposición y a último momento se excusa de participar.
Le están advirtiendo que ni él ni Alberto tienen que ser agentes del poder, y piensa a ir a Bariloche. Es como desobedecer una orden de Cristina. Y eso, en el universo del Cartel de los Pingüinos Millonarios no se perdona.
Dicen que no habrá tregua entre Cristina y Alberto hasta que el presidente no le extienda el certificado de defunción política a Guzmán. Esa extorsión es la principal arma que Cristina está utilizando para serrucharle el piso al Presidente. Es su forma de condicionarlo, de desestabilizarlo, de darle un golpe palaciego y dejarlo colgado del pincel. Cristina quiere transformar en espantapájaros al títere de Alberto. Y lo está consiguiendo. Le tiene rodeado el rancho. O mejor dicho, a Casa de Gobierno.
Lo que Cristina no tiene es un plan económico ni un ministro que reemplace a Guzmán. Salvo que piense en un chavista como Roberto Feletti, asesorado por un delincuente con condena firme de la Corte Suprema como Amado Boudou. Tal vez ese sea su plan económico y multipliquen el populismo por mil, se apoderen de algunas cajas y sigan repartiendo millones de la maquinita mágica que fabrica billetes e inflación. De esa maquinita, Boudou sabe mucho. No puede ser ministro porque la justicia lo inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos. Pero puede ser ministro en las sombras y poner a Feletti a dar la cara.
Larroque sigue buscando municiones para seguir disparando. Ya le dijo a Alberto que había sacado el 4% de los votos como jefe de campaña de Randazzo y que gobernaba “con 5 amigos”.
Cristina actúa como si Alberto no existiera. De hecho institucionalizaron el Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires y lo arreglaron entre ella, Axel y Sergio Massa. Ni siquiera invitaron a ningún dirigente albertista y eso que en el gabinete tiene varios intendentes con peso territorial.
No se puede seguir mucho tiempo con este jueguito de tirarse granadas bajo la mesa y actuar como si no pasara nada. ¿Qué hará Cristina? ¿Hasta cuándo someterá al jefe de estado a sus caprichos? ¿Avanzará a fondo y lo empujará a un abismo institucional para quedarse ella en la Presidencia o renunciará para refugiarse en la provincia? Solo Cristina lo sabe. De esta mujer tóxica, mega corrupta y profundamente autoritaria, depende el futuro inmediato de la Argentina y del presidente que ella eligió por Twitter. Así estamos. Cría cuervos y te sacarán los ojos.