En LN+, el periodista analizó la visita del precandidato a la central obrera y el rol de los sindicalistas a lo largo de los Gobiernos
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Es un caso muy raro el de Sergio Massa. Es uno de los máximos responsables de la hecatombe económica que vivimos y, sin embargo, recibe apoyos de todos los sectores del peronismo porque no tienen nada mejor para ofrecer a la sociedad. Para el justicialismo que tiene pánico al llano y a quedarse sin los curros del poder, Massa es el menos malo. Pero para la sociedad en general, Massa es el peor de todos. El presidente decorativo de la Nación, Alberto Fernández dijo que quiere que “se quede hasta al final, es un engranaje importante y quiero que sea mi sucesor”.
La propia Cristina ya hizo tres actos con Massa repitiendo el esquema de Massa al gobierno, Cristina al poder. Es el mismo mecanismo de títere que fracasó con Alberto y que produjo un gobierno que rompió todo y se transformó en el peor desde el regreso de la democracia. Es cierto que le dijo “fullero”, pero también que se había hecho cargo de la debacle y que iba para adelante sin reconocer que adelante hay un precipicio donde todos los días se caen los sectores más pobres y medios de la comunidad.
Los apoyos de Alberto y Cristina son mochilas de piedras. Abrazos del oso y la osa. Pero hoy se conoció algo peor, la alegría por lo que está haciendo Massa con el FMI del delincuente condenado por corrupto de Amado Boudou.
Agustín Rossi, su compañero de fórmula, es alguien que recibe el rechazo serial de sus propios comprovincianos una y otra vez y que en su momento dijo que Massa “y Macri eran lo peor de la derecha”.
En las elecciones presidenciales pasadas, Juan Schiaretti estuvo cerca de Massa, pero hoy el gobernador de Córdoba fue letal: “si alguien expresa el fracaso es Massa. Llevó la inflación del 65% al 130 y el dólar de 240 a 520″.
Estamos cuartos entre los peores países del mundo en la inflación de alimentos. Solo nos superan Venezuela, Líbano y Zimbawe. Está todo dicho: jugamos en las ligas muy menores.
La economía está entrando en una estanflación feroz. Hay cepos y tiros en los pies por todos lados. Nada funciona. El nivel de actividad económica general se cayó un 5,5% en mayo y la del campo se desplomó un 43,8%. Eso es sequía de agua y sequía de ideas. Y castigo ideológico al productor agropecuario. Los jubilados de la mínima perdieron en un trimestre más del 5% de su poder adquisitivo pese a los bonos y las sanatas. Y los jubilados de haberes medios, perdieron algo más del 9%.
Los dueños de la multinacional Zara anunciaron que se van del país y dejan el manejo de la empresa en otro grupo. Ya son alrededor de 30 las grandes corporaciones que huyeron de este gobierno que solo sabe asfixiarlos con impuestos y con regulaciones ridículas pese a que son grandes generadoras de fuentes de trabajo.
Los piquetes del ala montonera del gobierno están liquidando el turismo en Jujuy y quebrando a pymes de hoteles y hosterías.
El apoyo de la CGT con promesa de acto y todo, es lo más insólito. Héctor Daer llegó a decir con orgullo que no habían podido poner candidatos a diputados sindicales en las listas pero que pusieron la fórmula presidencial. Eso es votar al verdugo.
Héctor Daer es uno de los triunviros que maneja la CGT. Tiene 62 años y hace 30 que conduce el gremio de la sanidad. ¿Escuchó? ¡¡¡Treinta años!!! Se pasó la mitad de su vida atornillado a un trono sindical, digno de una monarquía. Igual que casi todos los jerarcas de la central obrera, no presenta públicamente la declaración jurada de su patrimonio pese a que manejan millonarios fondos de las obras sociales.
Héctor Daer fue y es peronista de todos los colores, tal como su ideología lo ordena. Fue menemista, duhaldista, kirchnerista, cristinista, albertista y ahora, massista. Hace poco, muy suelto de cuerpo que “Sergio Massa es el que mejor representa” a su movimiento para ir a las elecciones. Hoy lo recibieron con honores y le rindieron pleitesía en la central obrera.
Más que un massismo oportunista y acomodaticio, estamos ante la presencia de un masoquismo perverso. Ya se lo dije y se lo repito: Masoquismo, según el diccionario de la Real Academia Española, en su segunda acepción es “complacencia en sentirse humillado o maltratado”. La definición describe justo a quienes proponen en nombre de los trabajadores votar a su verdugo.
Daer no es el único, pero fue la vanguardia a la hora de hacer pública su obsecuencia. Elogió su nivel de representatividad, responsabilidad y compromiso de quien es el culpable, entre otros, de que los trabajadores estén pasando por uno de los peores momentos de su historia. Insisto, votar al verdugo. Masoquismo “injusticialista”.
Hoy sufrimos más de 5 millones 600 mil trabajadores en negro y miles de trabajadores registrados que están por debajo de la línea de pobreza. Esto no pasó nunca. Tocamos fondo. Hasta Cristina lo reconoció.
¿Y qué hace la Confederación General de los Trabajadores frente a semejante drama? Expresan su apoyo a quien más los perjudicó sin que se les caiga la cara de vergüenza. Les pulverizó el salario y le agradecen. Mas chupamedias, imposible.
La CGT fue, es y será una corporación más de la gran corporación oligárquica en la que se ha convertido el peronismo secuestrado por el kirchnerismo. Defienden sus curros, sus inexplicables fortunas y sus privilegios. Ya no defienden a los trabajadores.
Es una completa catástrofe. Y como solución Héctor Daer y sus muchachos millonarios proponen votar al que comanda este barco que se hunde. Le dije, masoquismo al palo. Síndrome de Estocolmo. Votar al verdugo.