En LN+, el periodista analizó el camino paralelo que llevó a uno y otro candidato a emerger como una figura de poder
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Es una noticia en desarrollo, pero está claro que los parecidos, de forma y de fondo, entre Javier Milei y Carlos Saúl Menem son cada vez más sólidos. No hablo solamente de un rostro decorado con patillas y pelo revuelto. Ambos llegaron al escenario mayor de la política desde el margen. Outsider, se les dice ahora. Tapado, se decía entonces. Nadie los vió venir y ambos derrotaron a aparatos presuntamente poderosos e infalibles. En aquella interna del PJ, Antonio Cafiero resolvió no llevar más gente a votar en los taxis porque sus pasajeros elegían la boleta de su rival. Cafiero lo había acusado de manochanta. Algo así como decirle : “desquiciado”.
La gran diferencia es que el riojano tenía experiencia de gobierno y vida dentro de un partido mayoritario y el anarco capitalista nunca manejó ni un kiosco.
Menem se construyó en los medios periodísticos, producto de sus declaraciones explosivas y sus apariciones estelares junto a integrantes de la farándula. Milei es nacido y criado en las pantallas de las computadoras y de la tele. Y con Fátima Florez ahora y con la cantante Daniela antes, también exhibió esas relaciones sin pudor. Incluso no tuvo problemas en hablar del sexo tántrico.
Más allá del tema capilar, ambos parecen cortados por la misma tijera. Sus caballitos de batalla marketineros pegaron fuerte. Menem prometió “salariazo” y Milei “dolarización” que es la fantasía de un salariazo por otros medios. Menem pidió que lo siguieran que no los iba a defraudar y Milei dice que no quiere que o sigan corderos, que quiere despertar leones.
Menem, en muchos casos, hizo todo lo contrario a lo que había prometido y confesó que si decía lo que realmente iba a hacer, no lo hubieran votado. Milei genera una contradicción tras otra. La Libertad avanza y La Libertad recula en un mismo día en un mismo tema. Nadie sabe lo que realmente va a hacer. Creo que ni él lo sabe. Millones los votaron de buena fe, con ilusiones y expectativas de que jubilaran a la clase política. Milei la denominó “casta”. Pero ambos apelaron a dirigentes antiguos que más que el cambio, representan lo más viejo de la política. Y a mecanismos de construcción oxidados que decían repudiar. Hay muchos ejemplos. En principio, todos los acuerdos con Sergio Massa. Las listas de Milei sembradas de peronistas de Massa. Lo confesó con dolor el propio Juan Grabois.
Juntos por el Cambio calificó de pacto lo que ocurrió hoy. Sergio Massa accedió al pedido de Milei de tratar la ley de presupuesto después de las elecciones. El martes llegó la nota a Economía y en menos de 48 horas, se aprobó. Rápidos para los mandados los muchachos. Pareció una jugada de pizarrón. Centro de Milei, cabezazo de Massa. Gol de Tigre y Chacarita.
Pero eso no es todo. Dos de los principales asesores de Milei, fueron figuras claves en el gobierno de Menem: Carlos Rodríguez vice ministro y Roque Fernández, ministro de economía.
En La Rioja, Martín Menem ya fue candidato de Milei en las elecciones parlamentarias del 2021. Milei es un producto de la factoría Eurnekian del cual fue empleado durante mucho tiempo y el empresario fue un gran amigo de Menem e hizo fortunas durante su gobierno.
Los acuerdos entre Milei y Luis Barrionuevo van en el mismo sentido. Se podría jugar con las palabras y decir que Barrionuevo, casta vieja. O más casta no se consigue, como dijo Grabois. Algo yo le anticipé ayer, pero Carlos Pagni lo contó con lujo de detalles. En LA NACIÓN escribió que “Milei encargó a Barrionuevo que organice la fiscalización de la elección. Una tarea que supone involucrar a 200.000 militantes. El gastronómico se comprometió además a establecer dos plataformas que permitan el acercamiento de dirigentes intermedios del peronismo de todo el país al proselitismo del líder de ultraderecha”.
Es casi calcado lo que Barrionuevo hizo con Menem. En este caso, se cambia el apellido y quedaría una Mesa Sindical Milei Presidente y la agrupación
Juventud Peronista con Milei. Música para los oídos de Ramiro Marra que viene del menemismo. Esa fue una cara de las mil caras del peronismo y Javier Milei ayer nomás, se puso en el lugar de Juan Domingo Perón. Calificó a las críticas que recibe de todo el espectro político como la renovación de la Unión Democrática.
Apeló a aquella coalición que desde conservadores hasta comunistas pasando por los radicales se aliaron contra Perón.
Barrionuevo hace 44 años que está atornillado a su sillón en el gremio. Pidió que se dejara de robar por dos años y en su obsesión por el poder se peleó fuerte hasta con su cuñado, Dante Camaño. Se auto percibe alguien con olfato político porque se sumó a Menem en la primera hora. Pero en realidad es un oportunista del poder que para pertenecer no tiene vergüenza de pasar de un lado al otro del espectro ideológico. Primero se convirtió en una suerte de jefe de campaña de Wado de Pedro, lugarteniente de La Cámpora e hijo de la generación diezmada y después de las PASO, dio un salto mortal en el aire y dijo “cada vez me gusta más Milei, va a ganar en primer vuelta y sin chicote”.
Este acercamiento de Milei a las ideas, metodologías y dirigentes del menemismo se apoya en que fue votado por muchos sectores populares que tradicionalmente eran cautivos del peronismo. Suenan muy parecido los gritos de “Viva Perón, carajo” y “Viva la Libertad, carajo”.
¿Quién lo diría? A Carlos Menem le gustaba compararse con Facundo Quiroga, el Tigre de los Llanos y Milei se ofrece como un león. Ambos felinos son atractivos de lejos, pero de cerca, con sus garras pueden producir mucho daño.
Seguimos con las metáforas zoológicas. La gran duda es si el apoyo de Barrionuevo potenciará su candidatura o será el abrazo del oso. Milei creció prometiendo luchar contra la casta y Barrionuevo es lo más rancio de la casta. Como diría Gramsci: “Lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir. Las urnas tienen la palabra.