El conductor de LN+ se adentró de lleno en la feroz interna que atraviesa el gobierno nacional e intentó responder la pregunta que muchos se hacen
- 6 minutos de lectura'
“¿El Presidente quiso renunciar de verdad?”, lanzó sin titubeos Luis Majul en su clásico editorial de los domingos en La Cornisa, por LN+. En medio de un momento muy crítico de la interna del Frente de Todos tras la renuncia de Martín Guzmán, el periodista profundizó en los conflictos que se dirimen entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Y así, intentó responder a la “pregunta del millón”.
A continuación, la columna de opinión completa de Luis Majul:
¿El Presidente quiso renunciar de verdad? No lo podemos asegurar. Sí sabemos que admitió la posibilidad de hacerlo, por primera vez, en forma explícita, durante la noche del domingo pasado. Fue minutos antes de llamar a Cristina.
Lo escribieron Jorge Liotti, de LA NACION, y Santiago Fioriti, de Clarín, entre otros colegas. Lo escucharon Vilma Ibarra, Gustavo Béliz, Julio Vitobello y Santiago Cafiero, entre otros testigos presenciales. Cuando Alberto y la vice, al final, empezaron a conversar, el abismo estaba ahí, muy cerquita.
Es más: antes de tomar el teléfono, ella ya se había enterado de “la amenaza” de Alberto, abrumado, después de la intempestiva de Martín Guzmán. Dicen que esta vez Cristina también se asustó. Como nunca. Cómo si hubiera tomado conciencia, luego de dos años y medio de permanente acoso, que, tal vez, se le haya ido un poco la mano.
“Demasiado tarde para lágrimas”, comentamos el viernes, en Voces, citando el título de una película de 1947. Cerca del presidente dicen que Alberto, pase lo que pase, nunca le va a perdonar el carpetazo que Cristina le propinó el sábado pasado, en Ensenada, al sugerir que usaba su teléfono de forma inadecuada.
Quiénes comparten la indignación del presidente se preguntan qué pasaría si Cristina entregara su propio iPhone 13 Pro Max, valuado en 600 mil pesos, para que todos podamos ver con quiénes se comunica. Qué curioso: ahora la publicación de las escuchas legales de Cristina, que, antes, los integrantes del albertismo no nato, repudiaban, les sirve para argumentar que desde el teléfono de la vice también se pueden decir y hacer cosas inapropiadas.
Como mandar a apretar jueces. Es verdad que al Presidente y la vice, y también a Sergio Massa, no los une el amor, sino el espanto. Lo que no es cierto es que hayan pactado una nueva alianza. Solo se pusieron de acuerdo en huir hacia adelante. ¿Cómo? Designando a Silvina Batakis, una ministra de Economía sin peso, pero no vetada, de antemano, por Cristina. Y echando la culpa de la grave crisis a cualquiera, con excepción de ellos mismos.
A Guzmán. A Macri. A los medios y los periodistas. A la “embestida de los grupos concentrados”. Pero es inútil. El sol no se puede tapar con la mano. Si hasta los niños se dan cuenta del verdadero pecado original.
Acá no hay mejores o peores. Son todos unos enormes irresponsables. Cristina, en primer lugar. Alberto, compitiendo por el primer puesto. Guzmán, cuyo ego terminó resultando mucho más grande que su capacidad para manejar la economía. Y hasta Massa, quien sobre estimó sus atributos de mediador, y ahora advierte que si se termina pudriendo todo “la gente no va a distinguir entre oficialismo y la oposición y entre periodistas amigos del gobierno y periodistas independientes”.
¿Acaso los asustó lo acaba de pasar en Sri Lanka, cuando miles de personas tomaron el palacio de gobierno, después de la huida intempestiva del presidente y el primer ministro, anclados en el poder desde hace 20 años, debido a la peor crisis económica desde que se independizó del Reino Unido, en 1948?
Nos parece que la mayoría de la sociedad sabe diferenciar entre quienes describimos, investigamos y denunciamos el desastre, y quiénes lo están produciendo.
Los datos están a la vista:
- En menos de un mes, el dólar paralelo aumentó un 25 por ciento.
- Según la consultora de Emmanuel Alvarez Agis, que sigue la evolución de 30 mil productos online, solo durante la última semana:
- La leche fluida aumentó el 2.2 por ciento.
- El pan fresco el 1.7 por ciento.
- Los pescados y mariscos, un 3 por ciento.
- La manzana 2 por ciento.
- La vajilla un 8 por ciento.
- Los muebles 12.1 por ciento.
- La ropa de abrigo, 9 por ciento.
- Las remeras y camisas 14 por ciento.
- Los pantalones casi 7 por ciento.
- El calzado deportivo, casi el 35 por ciento.
Como si esto fuera poco, en las góndolas había un 11 por ciento menos de productos alimenticios, casi un 32 por ciento menos de productos para el hogar y un 6.1 por ciento menos de productos de indumentaria. Ahora casi no se consigue café, azúcar, neumáticos, comida para perros, y todos los derivamos del papel: desde los cuadernos hasta el papel higiénico.
La inflación anual ya se estima en 80 por ciento. El dólar contado con liquidación acaba de cerrar en 300 pesos. ¿Estamos a las puertas de una hiper, parecida a del final del gobierno de Alfonsín, o un Rodrigazo, como el que se vivió en 1974? Ciertos analistas clásicos presentan como una buena noticia el dato del supuesto sinceramiento del escenario político. Dicen que demostraría, por fin, que la que gobierne será Cristina.
Se basan en la última bravuconada de Máximo “Peligro” Kirchner. También se basan en el humor negro de Cristina sobre el juego de voltear ministros. Ayer, el multitudinario banderazo que llegó a las puertas de la Casa Rosada incluyó antorchas en el Obelisco, una guillotina en plaza de Mayo, un reclamo masivo de justicia para los delitos de corrupción que le adjudican a Cristina, un pedido de elecciones anticipadas y la consigna: “Que se vayan todos.”
Jugaron demasiado con fuego y ahora tienen miedo de salir incendiados. Pero nada hace presagiar que hayan aprendido algo del desastre del último fin de semana. Porque Cristina sigue presionando por más emisión, más cepo, y más presión al FMI para que les alargue los plazos de pago de la deuda. En fin: mucha más nafta al fuego, porque gasoil suficiente, todavía, no se consigue.
Alberto, volvió a postergar, por enésima vez, lo que el mismo domingo a la noche, amenazó que iba a hacer: pedir la renuncia a todos, para inaugurar otro sistema de poder, sin la Cámpora ni Cristina. Y Massa, en la última reunión con el presidente, insistió con la idea de que solo aceptaría la jefatura de gabinete con atributos incluidos, y sin que nadie le cuestione las decisiones que piensa tomar.
Es decir: en el medio del derrumbe, siguen agarrados a las cajas y el poder, desconectados de la realidad y de la mayoría de la gente.