Son parientes más o menos cercanos de la Familia Real británica; sus títulos no tienen valor en sus países, pero son reconocidos “por cortesía” por otras Casas Reales
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El cálculo no es preciso. Sin embargo, es suficiente para magnificar una dinastía única. Existen, en la actualidad, alrededor de mil descendientes directos del matrimonio que formaron la reina Victoria del Reino Unido, de la Casa de Hannover, y su primo Alberto de Sajonia-Coburgo y Gotha.
El mayor de sus nueve hijos accedió al trono como Eduardo VII y se convirtió en el primer monarca de la Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha en el Reino Unido. Los ocho restantes, al igual que 26 de sus 42 nietos, se casaron con otros miembros de la realeza europea. De esta manera, Victoria fue llamada “la abuela de Europa” y la mayoría de las Casas Reales terminaron emparentadas.
Hoy, cinco entre los mil descendientes de Victoria y Alberto reinan: Carlos III del Reino Unido, Harald V de Noruega, Margarita II de Dinamarca, Carlos XVI Gustavo de Suecia y Felipe VI de España. Pero serían muchas más las cabezas coronadas si aún existiera la monarquía en otros países: tanto los zares de Rusia y Bulgaria como los reyes de Grecia y Rumania tienen también su cuota de Sajonia-Coburgo y Gotha.
Un detalle a tener en cuenta: la Familia Real británica ya no lleva ese nombre ya que, en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, Jorge V renombró su Casa Real como Windsor debido al sentimiento antigermánico que había entre su pueblo.
Durante el funeral de Estado de la reina Isabel II, una de las plateas de la abadía de Westminster fue consagrada, casi exclusivamente, a la realeza europea. La “familia grande” de Queen Elizabeth. Allí se ubicaron reyes y reinas, soberanos y eméritos, príncipes y princesas. Entre ellos hubo también tres “reyes sin reino”, que recibieron idéntico trato a los que sí tienen trono.
Simeón II, el último zar de Bulgaria
Su nombre de “civil” es Simeón Borisov de Sajonia-Coburgo y Gotha. Accedió al trono a la edad de 6 años, tras la repentina muerte de su padre, el rey Borís III, el 28 de agosto de 1943. Sus regentes, entre ellos su tío, fueron ejecutados por los comunistas tras la revolución del 9 de septiembre de 1944. Lo que quedaba de la Familia Real (la reina Juana, Simeón II y su hermana María Luisa) permaneció bajo arresto domiciliario durante dos años. El 8 de septiembre de 1946, tras la ocupación del reino por el Ejército Rojo, a través de un referéndum, se resolvió la creación de una república socialista y la abolición de la monarquía. Ocho días más tarde, la Familia Real abandonó Bulgaria. Sin embargo, Simeón II nunca llegó a firmar los documentos de abdicación. Formalmente, sigue siendo rey. Algunos se refieren a él como un “ex rey”, mientras que otros insisten en llamarlo “rey sin trono”.
Comenzó el exilio en Egipto y se radicó finalmente en España, invitado por Franco. Allí formó familia y se convirtió en un hombre de negocios. Sus cinco hijos con Margarita Gómez-Acebo fueron protagonistas de la crónica social por sus matrimonios y relaciones al más alto nivel. Tienen miles de páginas en ¡Hola!
Tras la caída del muro de Berlín y la cortina de hierro, que apuró el final de la República Popular de Bulgaria, Simeón II se convirtió en un factor político clave para su país. Pero recién regresó a Bulgaria el 25 de mayo de 1996, después de cincuenta años de exilio, en el avión oficial del rey Juan Carlos I.
Recuperó la ciudadanía búlgara y también le fueron devueltos sus bienes privados (que luego le volvieron a confiscar). Formó su propio partido, al que bautizó, humildemente, Movimiento Nacional Simeón II. El 21 de junio de 2011 se convirtió en Primer Ministro. Su caso es único en la historia: no hay otro monarca que, luego de ser destronado, recuperase el control del Estado bajo forma republicana a través de elecciones.
Bulgaria se sumó a la “familia” de reinos de la Casa de Sajonia-Coburgo y Gotha en 1887, tras la proclamación de Fernando I como príncipe regente. Su predecesor, Alejandro I de Bulgaria, pertenecía a la Casa Real Battenberg.
Margarita de Rumania, la ahijada de Felipe de Edimburgo
Es la hija mayor del Miguel I, el último rey de Rumania, y de la reina Ana. Su padrino de bautismo es el príncipe de Edimburgo, marido de la reina Isabel II. Su familia tiene lazos de sangre directos con las familias reales de Noruega, Suecia, Dinamarca e Inglaterra. En alguna entrevista Margarita se recordó jugando con el Príncipe Carlos, hoy rey Carlos III, en el Casillo de Balmoral.
Si bien en la Casa Real de Rumania rige la Ley Sálica, que privilegia a los herederos hombres sobre las mujeres, su padre personalmente la designó como su sucesora: “El actual heredero de la Jefatura de la Casa Real de Rumanía es Su Alteza Real Margarita, princesa heredera de la Corona de Rumanía, quien será a partir de ahora y se quedará tras mi muerte con la custodia de la Corona de Rumanía”, decretó en un comunicado.
Pero nada de esto tiene validez legal ya que la designación de Margarita no contó con la aprobación del Parlamento rumano. Y lo cierto es que Miguel I jamás hubiese obtenido consentimiento político ya que la monarquía en Rumania había sido abolida 60 años antes, en 1947.
Miguel I, el último rey de Rumania, accedió al trono en 1940, con 19 años, cuando su país atravesaba un momento de gran debilidad. Durante prácticamente todo su reinado, el poder real lo sostuvo el militar Ion Antonescu, que gobernó el país con poderes dictatoriales, fue aliado de Hitler y fue ejecutado en 1946 por ser considerado “criminal de guerra”.
En 1944, el joven Miguel I encabezó un Golpe de Estado que derrocó a Antonescu, cambió la posición de Rumania pasando del Eje al bando de los Aliados y permitió el ingreso de las tropas soviéticas al país para combatir a Alemania. Sin embargo, a fines de 1947, dos años después del final de la Segunda Guerra, tras la proclamación de la República Popular de Rumania, el rey Miguel I fue obligado a abdicar. Lo expulsaron del país y le quitaron la ciudadanía.
Se refugió en Londres primero y Lausana después. Su hija mayor, Margarita, estudió en la Universidad de Edimburgo, donde sostuvo un intenso noviazgo con Gordon Brown, quien luego se convertiría en primer ministro de Reino Unido.
Recién 50 años más tarde, en 1997, Miguel I fue autorizado a volver Rumania. En el 2000 le devolvieron la ciudadanía rumana y un año más tarde el gobierno lo reconoció como antiguo jefe de Estado, lo que implicó también un reconocimiento a su título de rey.
El 5 de diciembre de 2017, tras la muerte de Miguel I, Margarita heredó títulos, tratamiento y honores. El sitio web de la Casa Real de Rumania precisa: “Su título dinástico es ‘Su Majestad la Reina’, pero Su Majestad decidió que por el momento seguirá ostentando el título de ‘Custodio de la Corona’ en circunstancias oficiales”. Al mismo tiempo, su marido Radu de Rumania, quien también asistió al velorio de la reina Isabel II, ostenta el título de príncipe consorte.
Pávlos y Marie Chantal, príncipes de Grecia
Pablo de Grecia nació en 1967. Durante los primeros siete años de su vida fue Príncipe de Esparta, título con el que se denominaba al heredero al trono de Grecia. En 1974, luego de un referéndum que abolió la monarquía, perdió oficialmente sus títulos. Desde entonces, los ostenta “de iure” (expresión latina que refiere a una acción de derecho que puede ser que no esté sucediendo en la realidad) o “en pretensión”. El resto de las Casas Reales se los reconoce “por cortesía”.
Su padre es Constantino II, el último rey de Grecia, hermano de Sofía, reina emérita de España. A través de él, Pablo es primo hermano del rey Felipe VI. Su madre, la reina consorte Ana María, es la hermana menor de la reina Margarita de Dinamarca. A través de ella, Pablo es también príncipe de Dinamarca.
La Familia Real está emparentada con casi todas las Casas Reales europeas. Aquí es imperativo recordar que el príncipe de Edimburgo fue miembro de la Casa Real griega por nacimiento: su padre fue el príncipe Andrés de Dinamarca y Grecia, cuarto hijo varón del rey Jorge I, y la princesa Alicia de Battenberg.
Pablo, que merece tratamiento de Su Alteza Real y ostenta algunas de las distinciones honoríficas más codiciadas en la monarquía, trabaja como corredor de bolsa. Está casado con Marie-Chantal Miller, británica de ascendencia ecuatoriana, hija de un millonario norteamericano. Tienen cinco hijos: la mayor, Olympia, es una modelo e influencer reconocida en todo el mundo.
Alejandro de Serbia, el ahijado de Isabel II
Es el único hijo de Pedro II, tercer y último rey de Yugoeslavia, y la princesa Alejandra de Grecia y Dinamarca. Es a través de ella que se emparenta con los Sajonia-Coburgo y Gotha y la reina Victoria.
Alejandro nació en Londres, durante el exilio de sus padres, en la habitación 212 del Claridge’s Hotel. Para que conservase su nacionalidad -y sus derechos dinásticos-, el primer ministro Winston Churchill redactó un decreto excepcional: declaró a esa habitación, momentáneamente, el 17 de julio de 1945, territorio yugoeslavo. El príncipe heredero fue bautizado en la abadía de Westminster y sus padrinos fueron el rey Jorge VI y la joven princesa Isabel (que, a lo largo de su vida, tuvo más de 30 ahijados).
Nunca reinó. Cuando los nazis fueron expulsados de Yugoeslavia, los socialistas (conducidos por el Mariscal Tito) promovieron una ley del parlamento que abolió la monarquía. Desde la muerte de su padre, Alejandro es jefe de la Casa Real de Karadjordjevic y pretendiente al trono de Yugoslavia.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, a medida que se fue desintegrando su país, los monárquicos más rigurosos lo llamaron primero Alejandro II de Yugoslavia, después Alejandro II de Serbia y Montenegro y, finalmente, Alejandro II de Serbia.
Alejandro pisó Serbia por primera vez en 1991, cuando tenía 46 años. En 2000 se radicó definitivamente allí con su familia y, desde entonces, es un actor político fundamental. Hoy se debate, como una posibilidad concreta, la restauración de la monarquía en el país.
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