Tiene tres patas. Perdió una cuando era cachorra, víctima del ataque de un tigre desde una jaula contigua en el zoológico de Batán, en el suroeste de Buenos Aires, cerca de Mar del Plata, mientras vivía en aquellas instalaciones. La lastimadura fue tan grave que no quedó más remedio que amputar.
Nacida y criada en cautivero, Tania -una yaguareté ("gran felino", en la lengua guaraní)- tiene hoy 9 años y es sin dudas una superviviente. Se sobrepuso al ataque y luego al encierro. Pero, aunque sus primeros años habían transcurrido en una jaula, en un gesto por contribuir al proyecto de re-introducción de yaguareté en el Iberá, fue cedida a la Fundación Rewilding Argentina y allí comenzó un viaje que hoy la tiene como protagonista de un ambicioso proyecto para repoblar ciertas zonas críticas del país con su especie.
Con ese objetivo, y ya bajo la cautela de la Fundación, Tania pasó unos años en la isla San Alonso, en el corazón del Parque Nacional Iberá, 700.000 hectáreas de humedales alimentados solo por agua de lluvia en la provincia de Corrientes. En la isla, Tania se cruzó con Chiqui, un macho llegado desde Paraguay y tuvo la posibilidad de ser madre. Sus dos crías, Mbarete y Arami, son la avanzada del regreso del yaguareté a esos pantanos vírgenes, de donde desapareció hace 70 años víctima de la caza. La reinserción de Mbarete, Arami y otros tres ejemplares adultos fue el broche de oro a siete años de trabajo de relojería realizado por Rewilding, que trabaja en el rescate de especies amenazadas.
Argentina ha sido hostil al yaguareté, como a otras tantas especies de animales. En los esteros del Iberá, al sur de la provincia de Misiones, el yaguareté se extinguió en los cincuenta, víctima de los ganaderos que temían por sus vacas y los cazadores ávidos de pieles. Había entonces unos 1.000 ejemplares. Por eso el rol de Tania fue tan importante en ese sentido.
La reinserción de una especie en un nuevo hábitat es un trabajo metódico, divido en fases con protocolos estrictos y puntillosos. El proceso comienza con ejemplares en cautiverio que ofician de reproductores, como Tania y Chiqui, el macho de Paraguay. Y, aunque esos yaguaretés nunca serán salvajes, sus crías sí podrán serlo. En la fase dos, los cachorros crecen en corrales sin contacto con el hombre. Se los monitorea mediante cámaras trampa y se los alimenta con presas vivas, como carpinchos o ciervos, siempre con sumo cuidado para que el animal no asocie en ningún momento al humano con algo bueno. Por eso los yaguaretés nunca ven cuando alguien ingresa al recinto para dejar alimento.
En la fase dos también se trabaja sobre ejemplares que fueron salvajes y por algún motivo dejaron de serlo. Luego, los biólogos estuvieron ya en condiciones de iniciar la fase tres. En esa etapa, y bajo el proyecto de repoblación, cinco yaguaretés fueron liberados en un corral de 30 hectáreas y comenzaron a valerse por sí mismos, sin ayuda humana. Luego, a futuro, llegará la liberación definitiva. Habrá un único macho libre, y la idea es que se cruce con otras dos hembras que, junto con los chachorros de Tania, forman la familia que poblará de nuevo el Iberá.
¿Por qué es tan importante la vuelta del yaguareté? Porque devolverá el equilibrio al humedal, hoy saturado de carpinchos, monos y yacarés (cocodrilos), animales que perdieron su predador natural. La reinserción, sin embargo, no es el principal desafío. Si no cambian las condiciones que hace 70 años produjeron la extinción del yaguareté en Iberá, la descendencia de Tania y Chiqui vivirá muy poco.
Hembra clave
Por eso es que el viaje de Tania todavía no terminó. Después de varios meses de chequeos veterinarios, evaluaciones e informes, Tania fue finalmente trasladada a el Impenetrable, en la provincia de Chaco, donde se le construyó un jaulón especial. Allí tiene una nueva misión: atraer a otro yaguareté macho, de nombre Qaramta, dentro del enorme territorio que este animal recorre, calculado en unas 90.000 hectáreas.
Qaramta es el único yaguareté silvestre confirmado dentro del Impenetrable. Es un macho solitario de unos 5 años de edad, y 108 kilos de peso. Como no hay registros confirmados de hembra en la zona, está en la dificultad de reproducirse. La única posibilidad para que se reproduzca es cruzarlo con una hembra de cautiverio.
Desde que Tania llegó a la provincia, Qaramta recorre grandes distancias y la visita periódicamente, especialmente durante su período de celo. En este momento, desde Rewilding Argentina están trabajando en la construcción de un gran corral especialmente diseñado para que el macho silvestre se pueda cruzar con la hembra en cautiverio y así intentar reproducirse.
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"Es una gran noticia que un animal con una minusvalía y que parecía condenado a la vida en cautiverio como Tania, no sólo pueda vivir en condiciones seminaturales y cazar por sí misma, sino que se haya convertido en la madre de las primeras crías liberadas en el Iberá. La historia de superación de Tania nos inspira a seguir trabajando y colaborando con otras instituciones para cuidar y restaurar el patrimonio de todos los correntinos y argentinos", aseguran desde la Fundación.
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