¿Y si tu próximo jefe fuera una computadora?
Hace algunas semanas tuve la increíble oportunidad de exponer en la reunión sobre Trabajo del G-20 en Mendoza. Allí se reunieron los ministros y equipos de trabajo de ese área de las mayores potencias mundiales para discutir los desafíos laborales que la humanidad enfrentará en los próximos años. La idea de que las computadoras y la inteligencia artificial amenazarán muchos de los trabajos actuales, que hasta hace tres años parecía una idea descabellada que solo unos pocos locos vaticinábamos, ahora aparecía omnipresente, casi como una certeza de lo que se avecina. Quizás las advertencias de figuras prominentes del mundo de la tecnología, como Bill Gates, Elon Musk y Mark Zuckerberg, o de dirigentes globales como Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial, terminaron de instalar el mensaje en la agenda de los funcionarios. O tal vez haya sido por las noticias que aparecen con frecuencia creciente, sobre computadoras logrando realizar tareas más y más complejas con un nivel superior al de las personas que llevan hoy a cabo esas tareas. En cualquier caso, la preocupación era palpable.
El eje de mi exposición a los ministros del G-20 fue destacar que la manera de enfrentar este problema es dejar de ver a las máquinas como competencia y aprender a jugar en equipo con ellas. En algún sentido, disponer de una inteligencia artificial con capacidad sobrehumana para ciertos aspectos de tu labor actual es como decir que "Messi se sumará a jugar en tu equipo". ¿Para quién podría ser eso una mala noticia? Como Paulo Dybala se ocupó de mostrar, contar con Messi en tu alineación solo puede ser perjudicial para que el que está determinado a jugar en la misma posición que la estrella. A la vez, la escasez casi total de títulos en los 12 años que contamos con Lio muestra que no basta con un talento descollante en una sola posición para alcanzar resultados en una tarea de equipo.
Una de las áreas en las que las computadoras están alcanzando logros asombrosos es en la medicina, superando con creces el "ojo clínico" humano para diagnosticar enfermedades e indicar el tratamiento más apropiado para cada paciente, incluyendo información genética y una multiplicidad de datos individuales inmanejable para un cerebro humano. ¿Significa esto que los médicos van a desaparecer? Bueno, eso habrá que preguntárselo a ellos. Si la mayoría se resiste a utilizar el conocimiento de las máquinas para realizar sus tareas y la disyuntiva para los pacientes es elegir entre un camino u otro, es muy posible que las computadoras ganen la batalla. Si, por el contrario, se entusiasman con la idea de "jugar con Messi" y adoptan un lugar complementario, centrado en la conexión humana, y delegan el aspecto más técnico, no dudo que la mayoría elegiremos interactuar con médicos "centauros", resultantes de la combinación de los talentos humanos y la capacidad de las inteligencias artificiales.
Este desafío no es excluyente de los médicos. Disyuntivas similares seguramente se presenten en todas las profesiones actuales. Y las grandes barreras para esta transición serán el conocimiento tecnológico de la población y el ego. ¿Estás dispuesta/o a que una máquina sepa más que vos sobre aspectos claves de tu trabajo y te diga lo que tenés que hacer? En la respuesta a esta pregunta quizás resida la clave de tu éxito profesional futuro.