Warren Beatty, un actor comprometido
Tiene juicios muy críticos sobre el funcionamiento de la democracia en su país. Dice que las empresas condicionan a republicanos y demócratas
Su madre enseñaba arte dramático, su padre era profesor, su hermana se convirtió en estrella con el nombre de Shirley MacLaine. Nacido en 1937, Warren Beatty se transformó en un mito desde su primera película, Esplendor en la hierba, de Elia Kazan, rodada en 1961. Actuó, entre otros, en films de Arthur Penn (Bonnie and Clyde), y de Robert Altman (John McCabe) antes de dedicarse a dirigir en El cielo puede esperar (1978). Reds (1981), su segunda obra, recibió el Oscar al mejor realizador. Muy próximo a los demócratas, Beatty respaldó a Gary Hart en 1984. El escándalo mediático que provocó la caída del candidato le dejó al actor y director un regusto amargo.
Para hablar de su film Bulworth, una sátira devastadora de las costumbres políticas norteamericanas que incomodó muchísimo a la Fox, productora y distribuidora de la película, Warren Beatty nos recibe en su enclave privilegiado de Beverly Glen, entre las colinas de Hollywood. Ha cumplido 63 años el 30 de marzo, está por nacer el cuarto hijo que tendrá con la actriz Annette Bening, y el año último el rumor de su candidatura presidencial provocó un torrente mediático.
La Fox, dirigida por el conservador Rupert Murdoch, hizo que el film saliera el mismo día que Godzilla, suicidio comercial que muchos vieron como un gesto deliberado. ¿Cómo es que esa película llegó a ser producida por la Fox?
"¡Con enormes dificultades! (Se ríe.) La situación data de hace varios años. Yo tenía que dirigir Dick Tracy para la Fox, pero ellos pensaron que yo no sería capaz de respetar el presupuesto. La película entonces, fue hecha por Disney (en 1990), y sí respeté el presupuesto: Dick Tracy fue una película que dio mucho dinero. Eso me dio una ventaja sobre la Fox, que me seguía debiendo un film. Pero yo sólo les había transmitido una sinopsis de unas pocas frases. Si me hubieran rechazado la película, se hubieran visto obligados a pagarme muchísimo dinero, y como el dinero es lo más importante para la Fox, decidieron hacer Bulworth. Me sorprendió cómo la descuidaron. Las críticas fueron excelentes, las mejores que tuvo una película de la Fox durante los últimos 15 años. Le escribí personalmente a Murdoch; nunca me respondió.
-En Bulworth, usted hizo de todo: fue actor, director, productor, guionista. ¿Cuál fue la mayor dificultad que encontró?
-Las relaciones con el estudio... Directamente, me ignoraron. Y lo peor que se le puede hacer a un actor es ignorarlo.
-¿Por qué eligió una comedia para expresar sus ideas acerca de la situación política actual?
-El problema del dinero en política es tan escandaloso que no hay otro modo de abordarlo.
-Su compromiso político se remonta a la época de Kennedy...
-Me lancé a la política en cuanto debuté en el cine... Pero ya desde la infancia había despertado en mí la conciencia política.
-¿Cómo definiría el cambio en el ambiente político desde la década del 60?
-No quisiera ser reduccionista, pero creo que desde la década del 60, tras el fracaso de Vietnam, ha habido una incapacidad de ocuparse de los problemas nacionales y un rechazo a aumentar los impuestos...
-Entre los actuales candidatos a la presidencia, ¿cree que alguno podría expresarse con la impertinencia con la que lo hace Bulworth en su película?
-Todos los candidatos son honestos y bienintencionados. Gore, Bradley, Bush, McCain... todos. Pero se mueven dentro de un sistema muy corrompido. Hacen lo que pueden por sobrevivir en él. El problema es la manera en que se financian las elecciones. Las campañas de financiación, ése es el gran obstáculo para la democracia. De eso habla Bulworth. ¿Expresarse libremente como el senador Bulworth? Es posible. Creo que McCain dice lo que piensa, por ejemplo.
-¿El ambiente empresarial es peligroso para la democracia?
-Sí. Se acerca el momento en que el ciudadano llegará a comprender que ha sido eliminado del proceso. Pero es posible remediar la situación. Como dijo Churchill, la democracia no es un sistema perfecto, pero es mejor que todos los demás.
-¿Cree que el sistema bipartidario funciona en los Estados Unidos?
-No. Sólo hay un partido, el del dinero. Las mismas personas dan la misma suma a ambos partidos.
-Su nombre integra regularmente la lista de posibles candidatos, pero usted nunca se ha presentado. ¿No se siente preparado?
-Creo que nadie está preparado nunca. Es imposible lanzarse a esa carrera y después, por ejemplo, volver al cine. Y además, en cada elección presidencial yo tenía un amigo entre los candidatos. ¿Para qué presentarme, entonces? Siempre he negado los rumores que circulaban acerca de mí, pero en agosto de 1999, cuando volvieron a hablar del asunto, no desmentí el rumor. Durante ese período, de agosto a diciembre, no concedí ninguna entrevista, ni a la televisión ni a la prensa. Pero pronuncié dos discursos. Uno, cuando recibí el premio Eleanor Roosevelt, y otro en Harvard. Cuando uno pronuncia esa clase de discursos, que duran 45 minutos, la gente relaciona lo dicho con el contexto político del momento.
-¿Su vinculación con Hollywood no sería una desventaja si fuera candidato?
-Si me presentara, sin duda sería más tristemente convencional que Bulworth. Es más fácil representar a un político como Bulworth que serlo en la realidad. Hollywood no es una desventaja, para nada. al menos no en este momento.
-Su película es, por momentos, casi un llamado a la revolución. ¿Piensa verdaderamente que las revoluciones son necesarias a veces?
-Digamos que creo en el cambio. Y eso puede hacerse en las urnas. No son los discursos los que provocan el cambio. Si observamos el derrumbe de los regímenes totalitarios comunistas, veremos que la imagen ha desempeñado un papel más importante que los discursos. Y eso también vale para nosotros... La educación y la información son la mayor esperanza. La realidad de la vida de otras personas se vuelve cada vez más visible. Los pobres ven cómo viven los ricos, y los ricos ven cómo viven los pobres. Eso los atrapa, como una película. Y puede crear movimientos sociales de consecuencias inesperadas. Creo que eso es lo que va a ocurrir...
-Su película aborda también el problema racial en Estados Unidos...
-Ahora hay tanta disparidad dentro de la comunidad negra como dentro de la comunidad blanca. El problema cada vez es más de clase, no de raza.
-Bulworth hace pensar en las películas de Frank Capra, pero en un Capra que hubiera perdido su idealismo para volverse cínico como Billy Wilder. ¿Puede establecer alguna correlación entre esos realizadores y su propio film?
-Capra y Wilder estuvieron muy marcados por las circunstancias de sus vidas, por la formidable amenaza que era Hitler... algo mucho peor que lo que nos puede ocurrir aquí. Billy tuvo que irse de Alemania y Capra combatió en la guerra. Me parece que las películas de ellos reflejan más eso que nuestra situación interna.
-¿Cómo ve su propia carrera?
-En general, me esfuerzo por no mirar hacia atrás. Pero creo que fui extremadamente privilegiado, ya que mi primera película, Esplendor en la hierba, de Kazan, fue un gran éxito. Después, cada película que hacía era considerada una reaparición. Los films que produje son aquellos que me interesaban profundamente. Todos ellos tienen algún tipo de conciencia social o política. Siempre me ha apasionado lo que hago. Nunca produje por producir, nunca he hecho películas solamente por dinero. Las películas que hice salen de mi propia vida. Los personajes no se parecen a mí, pero las películas sí.
-¿Es tan satisfactorio actuar como dirigir una película?
-Me resulta difícil separar mis diferentes actividades: actuar dirigir, producir, escribir. Cuando escribo, debo repetirme como actor y, si además dirijo, también debo ser productor: es la única manera de tener control sobre la película. Y si produzco, debo hacer lo mejor posible como guionista. Cuando escribo, mis colaboradores se encuentran en una situación delicada, porque modifico constantemente. En el caso de la escritura, uno no termina nunca verdaderamente, sólo abandona. La cuestión crucial es saber en qué momento abandonar.
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