Vuelta al cole. A fin de año, la dinámica familiar tiene que volver a acomodarse
El domingo los chicos se acostaron más temprano, También la cena familiar fue más temprano que lo habitual... que lo habitual en lo que va de la pandemia. El lunes Gael volvía al jardín –en el marco de esta nueva y transitoria modalidad de reconexión con el cole, los maestros y los compañeros– y había que poner en marcha el inevitable proceso de desandar los laxos y menos estructurados ritmos de la cuarentena.
"La semana pasada, en un zoom del grupo de padres del que participó la directora de la escuela, nos contaron cómo iba a ser la vuelta a clases", cuenta Stella Dottavio, consultora en comunicación y mamá de Gael, de 5 años, que en este 2020 cursó su salita de 5, y de Nahuel, de 10, en cuarto grado. La vuelta se dio en el formato "burbuja", clases de una hora y media, solo para 8 chicos por "burbuja", primero una vez por semana, y luego dos veces por semana.
Stella y Javier, su marido, trabajan en forma independiente –mucho home office y horas de conexión–, por lo que la vuelta a clases obligó a reformular algunas rutinas. Rutinas, claro, establecidas al comienzo de la cuarentena, cuando las escuelas cerraron sus puertas y el vínculo con la escuela se volvió virtual. Rutinas que ahora, por tiempo indeterminado –¿hasta fin de año?– suman una nueva vuelta de tuerca... hasta nuevo aviso.
"La cuarentena desarticuló, inicialmente, las rutinas de todos los integrantes de la familia y, con el paso de las semanas, fue generando nuevos hábitos y ritmos –advierte Pedro Horvat, médico psiquiatra y psicoanalista–. El retorno paulatino a compromisos anteriores pone a prueba tanto la plasticidad del grupo como su distribución de roles, ya que más allá del inconveniente objetivo, nuevas demandas suponen cambios, renuncias y –con ellos– conflictos".
Para Fernando González, papá de Mateo, de 11, su vuelta a clases supone desandar la endeble rutina de home office/clases virtuales establecida en los últimos meses: "Como son solo dos mañanas a la semana, opté por pedirme días de vacaciones, porque me era imposible delimitar que esas mañanas no iba a estar disponible. Se supone, además, que esto es solo hasta diciembre... Pero quién sabe si no habrá nuevos cambios".
"La falta de vacunas y de certezas en relación con la evolución de la pandemia transforma a toda planificación de mediano plazo más en una expresión de deseos que en un proyecto –señala Horvat–. Al afectar nuestra capacidad de anticipar el futuro, se altera nuestra noción del presente, ya que parte de nuestro sentir respecto del hoy está condicionado por cómo imaginamos el mañana. En este contexto, la respuesta anímica depende de la personalidad de base, desde la reacción depresiva a la más ansiosa. La situación exige una gran capacidad de adaptación y tolerancia a la frustración".
Cronograma en tiempo real
"Si bien desde el colegio nos mantienen informados y nos envían los cronogramas con anticipación, hay movimientos de la logística familiar y laboral que iremos modificando en función de las clases de los chicos", reconoce Natalia Roitman, mamá de Luca y Tomás, de 7 y 10 años, y agrega: "Si yo llevo a uno de los chicos al colegio, mi pareja debe quedarse en casa con el otro que debe seguir con sus clases virtuales. En esto nos iremos turnando, ya que el que se queda en casa puede continuar trabajando. Es inevitable que tendremos que acomodar las reuniones laborales por zoom a los horarios que nos quedan disponibles. Si pudimos adaptarnos a la escuela en casa, podremos adaptarnos a esto también".
"La vuelta a clases hace que por lo menos, en nuestro caso, dos veces por semana, haya horarios fijos a cumplir. Si bien no es obligatorio, es un comienzo de organización", reconoce Soledad Bolomo. "El trabajo se adapta", agrega al tiempo que precisa: "los horarios de trabajo se extendieron, el teléfono suena a cualquier hora, los horarios de descanso ya no existen. No sé, tengo la sensación de que hay un lío importante".
"Teniendo en cuenta que hasta el inicio de la cuarentena el calendario escolar regulaba desde vacaciones hasta las rutinas familiares, que la certeza de su presencia inexorable se daba por descontada y que la totalidad de la población tiene relación con el ámbito educativo, es esperable que su suspensión y ahora su apertura nos afecte tan profundamente", advierte Claudia Quiroga Daldi, integrante del Equipo de Difusión del Counseling de la Asociación Argentina de Counselors.
"Nos afecta sobre todo la falta de certezas a mediano y largo plazo, la sensación de precariedad que este regreso a clases trae aparejado dista mucho en su forma del deseo generalizado de un restablecimiento escolar con una pandemia superada", agrega.
Y qué decir de los que, en este contexto, aun no han recibido notificación alguna sobre cómo será la dinámica escolar del último tramo de este imprevisible 2020. "Chequeo todos los días el chat del cole para ver si hay alguna pista de cuándo vuelven las clases –uno, dos, tres días a la semana o cómo sea–, para volver a organizar la dinámica familiar y laboral. Por ahora sin novedades, mañana no se", dice Javier Herrero, papá de Sandra, de 15, y de Carola, de 8.
Prioridades
Después de meses de aislamiento social y de percibir el ánimo de muchos chicos por el piso, la noticia de la paulatina, gradual y provisoria vuelta a clases hace que muchos padres y madres pongan en segundo plano las vicisitudes que conlleva una agenda en cambio permanente. Después de todo, ¿qué más pedir que los chicos reconecten con su mundo social y con su aprendizaje.
"Aun aceptando que se trata de una decisión tardía y que la reconexión esperada tendrá más importancia simbólica y emocional que pedagógica, frente a la trascendencia de la educación los inconvenientes operativos para las familias pueden ser una molestia, pero no un argumento", opina Horvat.
"Este modo escalonado y gradual no permite dejar atrás la virtualidad que en muchos casos se adoptó con dificultad, pero tampoco seguir con ella exclusivamente; es una situación intermedia y pasajera que provoca inseguridad e incomodidad porque confronta tanto a quienes se sienten mejor en sus casas como a quienes no toleran más esta forma de escolaridad", dice por su parte Claudia Quiroga Daldi.
Pero así como no hay certezas, tampoco hay dudas de que el horizonte –tanto para quienes consideran que todavía no es momento para que sus hijos vuelvan al aula como para aquellos que dijeron sí a la primera convocatoria– es retomar la rutina escolar. Hoy, mañana, en diciembre, en marzo... o cuando sea posible.
"Como ante toda situación inédita, no contamos con aprendizajes pasados a los que recurrir para transitar esta situación de la mejor manera, mucho menos fórmulas infalibles, por eso hay que tener en cuenta subjetividades y que cada persona es única e irrepetible y, como tal, sus recursos también lo son", dice Quiroga Daldi, y recomienda: "Hay que tratar de evitar encontrar certezas, ya que esta pandemia es dinámica y las medidas que se toman también lo son".
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