Aunque pudo quedarse en Estados Unidos, apostó al país; pero tuvo que hacer un cambio para poder sortear los obstáculos que se presentaron.
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Su intención siempre había sido clara: volver a su país para devolverle, de alguna forma, todo lo que sentía que había recibido en materia de salud, educación, trabajo y amigos. Mientras cursaba el colegio secundario, había tenido la oportunidad de viajar como estudiante de intercambio a California, Estados Unidos. Y, para su sorpresa, lo que era en principio un viaje de un año se convirtió en una estadía de cuatro años con una carrera que le dio un título como Licenciado en Economía y la posibilidad de hacer una experiencia única. Sin embargo, aunque estaban dadas todas las condiciones para que permaneciera en aquel país, a Pablo Meglioli siempre le había interesado poder volver a la Argentina para retribuir a su patria por las oportunidades que le había dado.
Criado en la provincia de San Juan, en una familia de clase media muy trabajadora, recuerda su infancia como una etapa solitaria marcada de forma prematura por la necesidad de buscar una vida diferente a la que conocía. Por eso, al momento de regresar de aquel viaje tan revelador, supo que su camino estaría vinculado a la posibilidad de emprender como una manera de servir a la comunidad, de poder hacer una diferencia generando trabajo.
“Mientras la empresa crecía, yo la pasaba cada día peor”
Así, con mucho esfuerzo, disciplina y mentalidad de progreso, pudo dar forma a un grupo de empresas de servicios en seguros y medicina laboral que rápidamente creció en la región de Cuyo, en el centro oeste del país. “Durante más de una década, las empresas empezaron a crecer. Eso ocurrió a medida que nos fuimos vinculando más con la comunidad y siendo más solidarios. Mientras más sumábamos a la comunidad, más crecíamos y nos expandíamos a distintas rubros que incluyen al día de hoy los rubros de gastronomía, turismo y construcción”.
Sin embargo, el crecimiento no fue gratis. “Tenía ya 40 años y el estrés empezó a pasar factura. Eran muchos frentes los que había que atender y los equipos laborales todavía no estaban bien armados. Las noches de insomnio, la acidez estomacal y el cansancio mental fueron volviéndose cada día mas recurrentes. Y cuando la mente está estresada y agotada no se toman buenas decisiones. De modo que esos años fueron revueltos y de relaciones y vínculos poco saludables”.
Él éxito laboral continuaba en auge, pero algo hacía cada vez más ruido al interior de Pablo Meglioli. De hecho, llegó un punto en el que sentía que tenia mucho pero al mismo tiempo advertía un gran vacío por agotamiento. Mientras más obligaciones tomaba, también aparecían los compromisos sociales, los eventos y actividades. Era algo que se había convertido en una constante. Y él se sentía cada vez más apagado. Como no quería seguir así, empezó a ejercitarse. Y, si bien la actividad física le hacía muy bien al cuerpo, no lograba descansar la mente.
“Es muy estresante liderar en contextos tan cambiantes como los que se presentan en Argentina. Cuanto más trabajo uno tiene, son más las preocupaciones. Esto lleva a no poder desconectarse y por lo tanto aparecen los síntomas que viene con ello: insomnio, ansiedad, bajas defensas. En mi caso, me encontré a los 40 años atravesando todos esos síntomas. Mientras la empresa crecía, yo la pasaba cada día peor”.
“Todo cambió y no hubo vuelta atrás”
Había escuchado hablar del yoga y la meditación como opciones para su malestar. Fue en ese contexto que se animó a probar una clase. Pronto encontró en la práctica herramientas que le resultaron valiosas para ejercitar y relajar el cuerpo, pero a la vez para despejar la mente a través de la meditación y la respiración.
Se puso firme en darle prioridad a sus prácticas de yoga, respiración y meditación todos los días. “Todo cambió y no hubo vuelta atrás. Mi vida se modificó para bien así que ese nuevo estilo se volvió innegociable. Dejé de lado mis actividades sociales para tener más tiempo para mí a la vez que aprendí a decir que no a tanto compromiso y ruido. También pude dejar de estar permanentemente conectado al trabajo y establecer horarios claros y diferenciados entre lo personal y lo laboral. Cambió además mi alimentación hacia una más saludable, consciente y vegetariana”.
Eso no fue todo. Su disciplina y compromiso con el cambio hizo que se viera modificada su forma de emprender. Entonces, con una mente más enfocada, pudo tomar mejores decisiones. Las empresas siguieron creciendo y hoy Pablo -con una estructura a su cargo que comprende a 40 mil clientes y 200 empleados directos- ya no está en el día a día porque pudo formar equipos responsables y comprometidos con la misión de ayudar a los demás generando trabajo. “Lo más valioso que tengo ahora, aparte de la salud, es el tiempo que valoro y cuido como oro: le doy prioridad a lo que sume y no invierto ni un segundo en lo negativo, lo tóxico o lo complicado”.
Dejar el ruido y buscar la paz interior
Las prioridades y los intereses comenzaron a mostrarse en su vida con otras formas. Parte del trabajo lo había llevado durante varios años a viajar de forma regular a España. Los destinos elegidos dentro de ese país siempre habían sido las populares Marbella o Ibiza. Pero ahora, esos lugares ya no se presentaban tan atractivos y, en esta nueva etapa, Pablo decidió visitar el centro de yoga más emblemático de Madrid en busca de un camino distinto.
“Tuve el honor de poder ir a Madrid a conocer al gran maestro de yoga Ramiro Calle, maestro de yoga y escritor. Con él pude compartir 40 días de prácticas y charlas. De esa maravillosa experiencia, surgió la idea de plasmar lo vivido en un libro que ya he compartido con más de mil conocidos entre clientes y amigos”.
Siguieron los aprendizajes. “Gané paz mental, calidad de vida, sabiduría, generosidad, humildad, salud, amigos increíbles, una mente más curiosa y mejor enfocada y mayor respeto a los demás seres vivientes como los animales”. Hoy, a sus 50, Pablo asegura que su vida es una bendición y que está transitando su mejor etapa.
“Siempre estoy viendo cómo ayudar a los demás, cómo ser útil en las empresas como asesor y dedicándole dos horas al día a las practicas que son las dos mejores horas del día. Quiero disfrutar de lo simple, conectar con la naturaleza y por eso me propuse conocer todos los parques nacionales. ¡No hace falta viajar tan lejos para descubrir la maravillosa belleza de naturaleza que tenemos en nuestro país”.
Está convencido que vino a este planeta a dar y no a quitar. Como no tiene hijos, piensa donar lo que haya generado a lo largo de su vida a causas humanitarias. “Como diría mi gran amigo y maestro de yoga Ramiro Calle: el único sentido de la vida es buscar la paz interior y hacer el bien a los demás, de otra manera la vida queda corta y vacía. Creo que soy un afortunado en haber encontrado y creado una vida más simple, mas abundante y volcada al servicio. Es un camino que valió la pena recorrer”.
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