Los días en el exterior se convirtieron en semanas, meses y años. En aquel incansable fluir, el largo viaje de Adrián Ares siguió un curso impredecible. Su intención desde hacía mucho tiempo era volver a su país de origen, Argentina, para de alguna manera cerrar el círculo de la vida; regresar al punto de partida siendo el mismo hombre, pero distinto, colmado de aprendizajes, paisajes, aromas y colores, y dispuesto a detenerse en sus raíces. "Pero no tuve las posibilidades laborales, a pesar de una intensa búsqueda", revela Adrián, un hombre que, gracias a su trabajo y su curiosidad por el mundo, tuvo la oportunidad de conocer más de cincuenta países.
Graduado de Ingeniero Forestal en la Universidad de La Plata, hizo una maestría en Ciencia del Suelo y un Doctorado en Agronomía y Ciencia del Suelo, lo que lo llevó explorar Asia y África en numerosas ocasiones. "Te tocan lugares difíciles", le decía su hermana, que no siempre era tan sutil en su opinión ni utilizaba las mismas palabras. Pero de todos los destinos para encontrar su mar de tranquilidad, la isla de Guam, en Micronesia, sin dudas fue uno inesperado. "Antes de llegar se empezó a escuchar más de este lugar cuando el gobierno de Corea del Norte amenazó con lanzar misiles con cargas nucleares a la isla, pero desde que estoy acá nunca oí a nadie hablar del tema. Me parece irónico que, tratando de volver a la Argentina o de vivir más cerca, ahora esté tan lejos. El aislamiento de Guam, sin embargo, es relativo dada su proximidad con los países asiáticos".
Adrián había aceptado una buena oferta laboral y, después de haberse mudado quince veces dentro de Estados Unidos continental, llegó a su nuevo hogar invadido por cierta ansiedad, aunque con las sensaciones de los nuevos comienzos menguadas por la costumbre de una vida de constantes cambios.
Un nuevo destino
Antes de su partida definitiva, Adrián había viajado a Guam para su entrevista y había tenido la oportunidad de llevarse una primera impresión de lo que sería vivir en aquel destino paradisíaco, enmarcado por sus aguas de azules fascinantes y embellecido por sus flores buganvilla, sus árboles de papayos, plátanos, cocoteros y tantos más, y el aroma en el aire de los amancayos y el jazmín. Se asentaría en la isla más grande de Micronesia, con un territorio de apenas 544 kilómetros cuadrados. Situada en el Pacífico Occidental, técnicamente él se encontraba ante su mudanza número dieciséis en los Estados Unidos, teniendo en cuenta que Guam es uno de los catorce territorios no incorporados de dicho país, así como uno de sus puntos estratégicos a nivel militar.
"Al llegar, mi empleador me instaló en un hotel en la zona turística por dos semanas y tuve un auto alquilado a disposición, que me facilitó empezar a familiarizarme con el nuevo lugar y buscar con tranquilidad mi espacio", cuenta, "La disponibilidad de viviendas a precios razonables no era mucha, pero después de algunos días conseguí un departamento cerca de la Universidad. El valor es un cincuenta por ciento más de lo que se pide por algo similar en Virginia, que es de donde vine. El complejo no luce muy bien desde afuera, lo que es común en las construcciones en Guam expuestas a altas temperaturas y humedad. Pero el apartamento es confortable y está completamente equipado".
Al comienzo, la primera impresión de Adrián fue que había llegado a Hawaii, pero en un tamaño mucho más reducido. Al igual que en aquella otra isla donde ya había vivido por algunos años, las principales fuentes de ingresos de Guam llegaban gracias a sus bases militares y el turismo."Me sorprendió ver aviones de gran porte sobrevolando la isla por largo tiempo. Son de compañías japonesas que mandan a entrenar a sus pilotos acá, porque el espacio aéreo allá está muy congestionado".
Pero a pesar de sus similitudes, al poco tiempo pudo distinguir diferencias sustanciales. "Una es la composición étnica de la población. En Guam casi el 40% de la gente es de origen Chamorro, aunque con distintos grados de mestizaje. Los chamorros se supone que llegaron desde Asia hace más de 4000 años. Me llamó la atención que casi nadie habla castellano a pesar de que la isla fue territorio español por más de 300 años", reflexiona, "Solamente algunos términos se incorporaron al lenguaje Chamorro; la gente dice "adiós", "bonita", y cocina empanadas y buñuelos. Apellidos comunes son Santos, Pérez, Gutiérrez, Cruz. En el tiempo que llevo en Guam solo conocí dos cordobesas que viven acá".
La homogeneidad climática y geográfica fue otro factor que lo sorprendió. En Guam, Adrián descubrió a una isla de colinas con una elevación máxima de 400 metros, "aunque los locales bromean y dicen que viven en la montaña más alta del mundo, contando desde el fondo de la fosa de las islas Marianas, la más profunda de todos los océanos", lanza entre risas.
Y con el correr de los meses, se maravilló al comprobar que vivía en el marco de un clima tropical sin sobresaltos, con temperaturas de 30 a 31 grados centígrados durante el día y 22 a 24 durante la noche, y en donde las horas de luz variaban tan solo entre 11,5 y 13 por día, a lo largo de todo el año.
Religión y costumbres
Son varios los que afirman que el carácter social de una comunidad está determinado por el clima. En Guam, Adrián halló a una sociedad tan serena como su meteorología. "La gente sigue un ritmo de vida calmo. Se detienen a conversar en supermercados y oficinas públicas, y caminan con lentitud. En las tiendas las personas pasan un tiempo considerable mirando los productos mientras otros esperan pacientemente detrás", explica Adrián.
Al poco tiempo, y a pesar de no verla reflejada en el idioma, Adrián detectó la presencia de la herencia española a través la religión, con una población en un 70% católica. Entre plegarias e iglesias, le impactó la seriedad del ritual de los funerales. "Hay varios días de rezo del Rosario y muchos concurren a los sepelios donde comen y donan dinero a los familiares. En los diarios son comunes los avisos fúnebres de una página que pueden costar hasta 3000 dólares. El sentido de familia es muy fuerte. Se pueden ver grandes grupos en restaurantes, aunque son más silenciosos que en Argentina. En una típica familia chamorra se busca que el solar familiar pase a las generaciones siguientes y existen lo que aquí llaman `campamentos´, que consisten en varias viviendas construidas en un lote donde habitan diferentes miembros de la familia".
En relación a la comida, con marcadas influencias chamorras, asiáticas, y europeas, Adrián se dispuso a disfrutar desde el comienzo de las típicas preparaciones como el "kalaguen" (pollo marinado con cebollas y limón), "eskabeche" (pescado con vinagre y vegetales"; "finadene" (salsa que combina sabores dulces, salados y picantes) y "latiya" (nata de vainilla).
"En Guam hay diecinueve villas y cada una está consagrada a un santo patrón u otro motivo religioso, lo que promueve la celebración de fiestas en el día del santo que duran varios días y en donde, después de asistir a la iglesia, se come y bebe copiosamente", explica Adrián con una sonrisa. "Vivo en la comunidad de Chalan Pago, que honra al Sagrado Corazón de Jesús. Se discute qué villa da la mejor fiesta y en la de Inarajan se enorgullecen con la del Coco, que honra a San José Obrero. Pero, lamentablemente, la comida chatarra ha reemplazado en gran medida a los alimentos tradicionales y hay una gran incidencia en la obesidad, diabetes y otros problemas de salud.Un número importante de personas masca nuez de betel, que se vende legalmente y es la tercera sustancia narcótica más consumida en el mundo".
Vínculos, turismo y milicia
Para Adrián, los vínculos también fluyeron tal como lo hace el clima. Inserto en una población naturalmente amable, le llamó la atención el fuerte sentido de respeto hacia las personas mayores y en cargos jerárquicos."Me recibieron muy bien en un equipo de tenis de la liga local en la que participo. Nunca presencié una discusión o mala actitud entre los jugadores de los distintos bandos", asevera complacido. "En cuanto a la calidad de vida valoro que, estando en una pequeña isla de 50 km de largo y 6 a 19 km de ancho, existan las comodidades necesarias en cuanto a salud, comercio, y entretenimiento, a pesar de alguna falta de productos y servicios específicos".
Sin embargo, y desde el comienzo, Adrián supo que vivir en una isla del Pacífico perteneciente al territorio estadounidense, implicaría relacionarse estrechamente con la vida militar y el turismo. "En Guam, las fuerzas militares están representadas por 7000 efectivos, que controlan un tercio de la tierra. Su presencia, sin embargo, pasa casi desapercibida. Existe una cantidad considerable de veteranos de guerra nacidos en Guam que participaron en distintos confrontamientos bélicos", afirma, "Por otro lado, la isla recibe un millón y medio de turistas por año, japoneses y surcoreanos en la misma proporción. Tumon es una mini-Waikiki con hoteles, restaurantes, bares, locales de tatuajes, y casas de masajes. Un fenómeno sorprendente es el del supermercado K-Mart, que pertenece a un cadena que se declaró en bancarrota en 2002 y 2018 en los EE.UU. Acá es absolutamente popular entre los turistas, que peregrinan desde sus hoteles para comprar artículos de uso diario. Como consecuencia, el K-Mart de Guam es el más grande y redituable de los 200 locales que todavía existen".
Regresos y aprendizajes
En cada uno sus regresos a la Argentina, Adrián nota que lo que crece son las ganas de compartir el presente, sin tanto relato acerca de sus aventuras en otras tierras. Siente que su familia y amigos se han acostumbrado tanto a su vida en lugares lejanos, que ya no le preguntan demasiado. "El último día suelo pasarlo con un compañero de estudios de la Universidad de La Plata; tomamos mate y caminamos un poco por la ciudad donde viví por tres años, cerca de la Plaza Moreno y la magna catedral. A otro amigo le sorprendió que todos los días lea las noticias de Argentina y me ocupe de la realidad nacional, siendo que para él yo vivo en lo que considera un paraíso".
Para Adrián, su tiempo en Guam reivindica sus aprendizajes y experiencias pasadas en otros países del mundo. "Acá, como en gran parte de nuestro planeta, la mayoría de la gente es buena y trata de sobrellevar de la mejor manera posible los avatares de la existencia, siempre buscando darle una calidad de vida superior a sus hijos. Vine a esta isla para ver con qué me encontraba y he concluido que si me renuevan en mi trabajo me quedaré por varios años más. Me gusta la gente, la ausencia de frío, el color del mar y la posibilidad de conocer más países de la región. Y comprendí que para mí dar, brindarse al prójimo, es la mejor enseñanza. Tengo la fortuna de que mi trabajo me permite ayudar a los jóvenes, que es lo que más me interesa en esta etapa de mi vida", concluye, con cierta convicción de que tal vez aún no sea su tiempo de cerrar el círculo de la vida, pero sí de reconocer dónde es que habita su mar de tranquilidad.
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Destinos inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com .
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