Vivió en Alemania, quedó deslumbrado, pero decidió volver a Argentina; desilusionado en su tierra, emigró una vez más y nada salió como había esperado hasta que se topó con el “Estado de bienestar” noruego.
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Cuando el avión comenzó a descender en las cercanías de Bergen, Gastón no pudo creer lo que sus ojos divisaban: a su alrededor la belleza era desbordante. Entre montañas, fiordos, un sinfín de islas y valles de ensueño, el argentino estaba absolutamente hipnotizado.
Su pulso se aceleró y nuevas emociones surgieron, intensas. Nunca había visto un paisaje igual en su vida, ni jamás hubiera imaginado que un día viviría en Noruega.
Volver a la Argentina: “Quien haya pasado un tiempo fuera puede entender la tragedia que es vivir con inflación”
Gastón Aguirre había dejado la Argentina en el 2010, de la mano de una beca de estudios en Bremen, Alemania. Jamás había viajado a Europa y el país germano lo dejó deslumbrado, tanto que decidió extender su estadía a dos años. Por entonces ya tenía más de 30 y, como biólogo marino, trabajó en un instituto de investigación donde disponía de recursos casi ilimitados y las últimas tecnologías. Al finalizar la beca, y a pesar de tener una oferta laboral en Alemania, decidió regresar a la Argentina. Gastón tenía sus dudas, pero no se imaginaba viviendo el resto de su vida fuera de su tierra natal.
“Pero Argentina me recibió con los problemas de siempre”, recuerda. “La comparación con Alemania era inevitable, permanente. Quien haya pasado un tiempo fuera de Argentina puede entender la tragedia que es vivir con inflación e inseguridad”.
Así fue que, a fines del 2015, Gastón decidió “quemar las naves” y regresar a Alemania. Aunque en esta vuelta llegaría sin empleo, contaba con una clara ventaja: su pasaporte europeo y un espíritu aventurero. Su familia, dolida por la partida, lo apoyó en todo momento, algo que le resultó fundamental para no echarse atrás en su plan: “Dejar Argentina en forma definitiva no es una decisión que pueda tomarse de un día para otro. Me llevó al menos un año organizar mi partida”.
Las dificultades en Alemania y un destino inesperado: Noruega
En Alemania las cosas no salieron como había esperado. Gastón deseaba trabajar pronto en su profesión, pero descubrió que todo argentino tarda entre uno y tres años en conseguir empleo como profesional, ya que hay que homologar diplomas, perfeccionar el idioma, entre otras cuestiones.
“Es algo que el profesional que emigra debe saber”, observa. “Pero tengo que admitir que en Alemania nunca me faltó trabajo. La necesidad me llevó a reinventarme y así adquirí experiencia en la industria del software y el comercio electrónico”.
En su camino inesperado, Gastón jamás bajó los brazos. Soñaba con volver a trabajar de biólogo marino y envió durante dos años más de cien currículums por toda Europa y muy de vez en cuando conseguía la ansiada entrevista laboral, como aquella que le tocó realizar una mañana vía Skype con un panel de científicos noruegos y de la que luego no tuvo noticias.
“Pero, para mi sorpresa, varios meses después recibí en mi correo electrónico una oferta laboral para trabajar como biólogo en un instituto de investigaciones marinas en la ciudad de Bergen, Noruega”, revela. “Lo más sorprendente fue que me ofrecían una posición permanente sin siquiera conocerme personalmente, además de pagarme el avión de Alemania a Noruega y otros gastos de mudanza. Fue mi primer contacto con el Estado de bienestar noruego”.
Facilidades para emigrantes y comidas peculiares: “El sushi de salmón no es japonés”
Gastón llegó a Noruega en 2018 sin conocer a nadie ni manejar una palabra del idioma. Pero el país lo asombró desde el primer instante, no solo por el impacto de los paisajes fascinantes, sino por su evidente calidad de vida, superior a todo lo que había visto, Alemania incluida.
“Y debo decir que también estaba muy acostumbrado a la formalidad alemana, en donde todos los trámites se hacen por escrito y muchos formularios se envían por correo postal. Y, por supuesto, siempre en alemán. En Noruega es todo lo contrario. A excepción del primer registro de domicilio ante la policía, luego casi cualquier trámite se realiza en forma online, con firma digital y todo puede realizarse en inglés, eso facilita mucho el comienzo como emigrante”, asegura el argentino.
“Y si uno llega con contrato de trabajo a Noruega, como fue mi caso, la adaptación es muy sencilla. Otra cosa llamativa es que ya casi no se utiliza el dinero físico. Absolutamente todo puede pagarse con tarjeta o con aplicaciones en el celular. Desde un auto hasta un chicle. La economía en negro no existe, simplemente porque es imposible: todo está bancarizado”.
“Eso sí, salir a tomar algo es muy pero muy caro. Me refiero en particular a beber alcohol. Una pinta de cerveza en un pub cuesta unos 10 euros (100 coronas noruegas) o más. Además, los supermercados solo venden bebidas hasta 4,7% de graduación alcohólica. El resto se consigue en tiendas que pertenecen al gobierno y se llaman Vinmonopolet, el `monopolio del vino´. Estos locales son una fuente formidable de ingresos para el Estado noruego”, continúa Gastón, a quien también le llamó mucho la atención el brunost, un ícono de la cocina noruega compuesto por un queso marrón bastante dulce, así como las bolas de papa y harina llamadas raspeball. “Por supuesto, los productos de mar son de primera calidad”, agrega. “Entre ellos el famoso bacalao noruego. Además, aquí aprendí que el sushi de salmón no es japonés, sino que es un invento noruego, algo que poca gente sabe”.
“Pero lo más llamativo en materia culinaria son los `viernes de tacos´, sobre todo en reuniones con amigos o familiares. En los supermercados suele haber al menos una góndola únicamente dedicada a los productos para preparar tacos. Aún desconozco cómo fue que esta comida mexicana se hizo tan popular en Noruega, hasta ser la comida típica todos los viernes”, dice sonriente. “Eso sí, me resultó difícil acomodarme a los horarios, el almuerzo se sirve a las 11:30 y la cena a más tardar a las 18”.
Noruega y el respeto por el balance entre la vida laboral y personal
En Bergen, la segunda ciudad más habitada de Noruega después de Oslo, Gastón se incorporó al trabajo con un gran entusiasmo, lo que lo llevó a lograr una buena integración. Gracias a su empresa, organizadora de campañas oceanográficas, pronto comenzó a develar otras maravillas noruegas y del mundo, como Tromsø y el archipiélago ártico de Svalbard “donde hay más osos polares que humanos”, o las islas escocesas de Shetland y Orkney.
Asimismo, quedó encantado al descubrir el respeto por el balance entre la vida laboral y la personal, con una jornada de casi ocho horas (con almuerzo incluido) en invierno, y una reducida a siete horas en verano: “También, tengo una hora a la semana para realizar deportes en horario de trabajo. Si tengo que ir al médico o al dentista, lo hago en horario laboral. Por ley, tengo 25 días de vacaciones”, cuenta complacido.
“Nunca imaginé que podía disfrutar una calidad de vida como la tengo en Bergen. Es una ciudad con todas las comodidades del mundo desarrollado, pero con hermosos paisajes naturales al alcance de la mano. No importa en qué parte de la ciudad uno viva, siempre habrá cerca un sendero, un lago, una montaña, un fiordo”, asegura. “La salud en Noruega es pública y de excelente calidad y la educación primaria, secundaria y universitaria son gratuitas. Si bien este país exporta petróleo, Noruega es líder en el uso de autos eléctricos, los cuales se pueden cargar gratuitamente en lugares públicos. Además, los residentes en Noruega somos beneficiarios al jubilarnos del millonario Fondo de Pensiones Noruego, el más grande en su tipo del mundo”.
“El otro gran shock fue la total sensación de seguridad. Yo venía de Alemania, que por supuesto es más seguro que Argentina. Pero aquí en Noruega la tranquilidad es total. No trabo la puerta de mi casa, dejo las ventanas abiertas si hay buen clima, y la bicicleta siempre está sin candado y ¡ojo! no vivo en un pueblo, es una ciudad”, continúa el argentino. “Es cierto que el costo de vida es elevado, pero puedo ahorrar la mitad de mi salario. Y no es que alquile una pieza en un piso de estudiantes, vivo solo en un departamento de tres ambientes con vista al hermoso fiordo de Bergen, rodeado de montañas, y a solo 20 minutos en bus del centro de la ciudad”.
Las mayores dificultades en Noruega
Entablar amistades fue, tal vez, el desafío más complejo en el proceso de adaptación. A diferencia de la Argentina, Gastón comprendió que podía tomar bastante tiempo lograr un vínculo de confianza significativo.
Para lograrlo, el argentino se propuso aprender el idioma a fin tener una vida social activa: con el inglés, hablado por todos, no sería suficiente. Sin embargo, el reto no resultó sencillo.
“Es un inconveniente, en Noruega existen cientos de dialectos, como consecuencia de su geografía colmada de montañas, fiordos e islas. El idioma local, en mi caso, es el bokmål y una palabra tan básica como `yo´ (`eg´en Bergen), se dice diferente que en otras ciudades”, explica el biólogo marino. “Por eso creo que el idioma es la principal traba en Noruega, pero su gente es muy correcta y, sobre todo, honesta. Por supuesto, nadie está por encima de la ley y me animo a decir que la corrupción es prácticamente inexistente”.
El valor de ser flexible y tener paciencia: “Vivir en el extranjero es una experiencia que todo argentino debería atravesar una vez en la vida”
En su camino de vida, Gastón dejó la Argentina dos veces, la segunda de manera definitiva y, aún así, lleva a su país de origen en el corazón, cada día. Para él, volver a tierras australes significa un cable a tierra, un recargar energías. El reencuentro con la familia y amigos es muy esperado y siente que la calidez humana de los argentinos es muy diferente a la de países del norte europeo, donde considera que la espontaneidad es un bien escaso. Sin embargo, el suelo escandinavo hoy se siente confortable. Noruega es una tierra que, luego de años de búsqueda tenaz, le abrió las puertas a su gran sueño de trabajar de su profesión; es un país que elige y lo ayuda a enriquecerse.
“Si bien Noruega es muy diferente a la Argentina, en lo personal, el proceso de adaptarme me hizo una persona más comprensiva en todo sentido. Aprendí a tener paciencia y entender que hay cosas que necesitan tiempo. El esfuerzo y la tenacidad son fundamentales, pero llega un punto en que se trata de paciencia, una cualidad poco valorada y que es clave en los momentos de desánimo”, reflexiona.
“Creo que vivir cierto tiempo en el extranjero es una experiencia que todo argentino debería atravesar al menos una vez en la vida. Y si es un país con un idioma distinto al castellano, mucho mejor. A través de las noticias, tengo la impresión de que aquellos argentinos que pueden viajar buscan lugares muy parecidos, como Uruguay, o donde se hable castellano, como en España o Miami. Lo encuentro poco interesante”, manifiesta pensativo. “¿Frío? Durante el invierno europeo hace más frío en Berlín o Viena, que en Bergen. Es verdad, los inviernos son oscuros y rara vez se ve el sol, pero la otra cara de la moneda es el verano, cuando el sol brilla durante casi 24 horas”, continúa sonriente.
“Y, sinceramente, la calidad de vida y mi poder adquisitivo es muy superior aquí que el que hubiese logrado jamás en Alemania, porque biología marina es una disciplina fundamental para la economía noruega. Pero más allá de los destinos, quiero transmitir que yo emigré a Alemania pensando que estaba preparado para el desafío de conseguir trabajo en mi profesión: ya conocía el país, tenía amistades y contactos profesionales, sabía bastante alemán. Pasaron dos años y no lo logré. Pero fui flexible para buscar en otros países. Tuve mucha paciencia y ya estar en Europa fue fundamental”.
“Me viene a la mente el famoso discurso que Steve Jobs dio en la Universidad de Stanford: no se pueden conectar los puntos o eslabones de nuestra vida mirando hacia el futuro, solo pueden unirse cuando uno mira al pasado. Por eso, el único camino, la única opción que nos acerca a nuestros objetivos es ser fieles a nuestros instintos y perseguir nuestros sueños. Si me hubiese quedado en Argentina quejándome de `lo mal que está todo´ nada de esto me hubiera sucedido. Nada ni nadie te prepara para ser migrante, se aprende sobre la marcha, andando”, concluye.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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