Dejó Argentina para estudiar en California y no tuvo la mejor experiencia; decidió mudarse a Miami para fusionar lo latino con la mentalidad de progreso estadounidense.
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“Lo mejor de Miami es que acá casi no viven estadounidenses y los pocos que hay son más abiertos a conocer otras culturas, como la de los latinos. La mayoría de la gente en esta ciudad habla español y hasta los mismos americanos dicen que Miami no es Estados Unidos”.
Quien lo afirma es Claudio Duarte, uno de los tantos argentinos que hoy residen en Miami. Los inicios de su historia, sin embargo, lejos estuvieron de las aguas turquesas y el idioma familiar. Años atrás, el gran país del norte lo recibió en la costa oeste, como estudiante en San Diego, California, una experiencia no siempre sencilla de sobrellevar.
De Argentina a Estados Unidos: un talento y una beca
Claudio dejó la Argentina en el 2003, por entonces tenía 23 años y el sueño de estudiar una nueva carrera; su título de hotelería parecía insuficiente y anhelaba, por otro lado, mejorar su inglés hasta dominarlo de manera fluida, tal como hacía con el portugués.
Para alcanzar su meta, el joven decidió que era tiempo de aprovechar una de sus mayores habilidades, el fútbol, un deporte que jugaba desde niño y que lo había llevado a competir a un alto nivel. Con su as en la manga, Claudio viajó recomendado e inició su campaña para obtener una beca en Estados Unidos. La fortuna y su innegable talento estuvieron de su lado: dos semanas bastaron para cambiar su destino al obtener una beca para estudiar administración de empresas en una universidad en San Diego.
“Mi familia comprendió mi decisión, pero fue difícil, traumático para ellos”, recuerda el hombre de 41 años. “No me quise despedir de mi gente en Argentina. Lo tomé como un viaje largo, me iba a estudiar con el plan de volver al finalizar la carrera, pero no regresé. Mi vida fue cambiando, tuve la oportunidad de viajar por el mundo, ver otras culturas, y eso influyó en mi decisión”.
Una llegada dura: “Nunca se habla de cómo se vive en la universidad acá”
La llegada a San Diego fue difícil, nada resultó ser como en las películas, aquellas en donde Claudio veía reflejado un estilo de vida atractivo, definitivamente alejado de su nueva realidad: “Tengo miles de anécdotas, casi nunca se habla de cómo se vive en la universidad acá, cómo la pasan los extranjeros y qué opciones tienen al salir al campo laboral o la vida; las barreras que tienen que superar. Generalmente, los estudiantes locales no trabajan durante la carrera, solo estudian. No fue así conmigo, a pesar de tener una beca me tuve que pagar parte de la carrera (tenía una que cubría aproximadamente el 75%), me tocaba entrenar de manera dura tres veces por día (a las 6, 12 y 16 hs.) y si fallaba o llegaba tarde me sacaban la visa de estudiante y me tenía que volver”.
Aparte de entrenar, Claudio cursaba por las mañanas, comía algo a la tarde en la cafetería de la universidad y desde las 18 hasta la medianoche se iba a trabajar. Apenas dormía unas cinco horas y todo volvía a comenzar. Los años pasaron y, un buen día, agotado y liberado, el argentino terminó su carrera.
El porqué de Miami: “Me cansé del típico americano”
Al finalizar sus estudios, Claudio emprendió un viaje para conocer otros destinos del mundo y a su vuelta comprendió que, definitivamente, San Diego no era para él, que California no se alineaba con sus valores ni deseos.
“Lo que más me impactó de allí es que la gente está enfocada directamente en que su tiempo vale dinero, casi nadie te ayuda gratis o de onda, siempre te piden algo a cambio. Y bueno, también en mi caso la discriminación fue fuerte en San Diego: el querer hacerte sentir menos por ser estudiante nuevo, el derecho de piso al llegar al equipo de fútbol ¡el mismo técnico nos hacía sentir que era americanos versus extranjeros!, o el hecho de hablar español u otro idioma. Se comportaban como si su lengua fuera la importante y como si hablar español fuese pertenecer a una raza inferior”.
“Me mudé a Miami porque me cansé del típico americano; me cansé de cómo se mueven, cómo disfrutan y viven la vida con tantas reglas, tan estructurados, tan aburridos; pero, principalmente, porque se ofenden por cualquier cosa y muy rápido. No les gusta que seas honesto y le digas las cosas de frente, por lo menos en San Diego. Me cansé de vivir rodeado de gente muy distinta a nuestra cultura”.
La mayoría son inmgrantes: “Miami is not USA”
Así, sin deseos de regresar a la Argentina, pero con ansias de rodearse de otros hábitos y costumbres más cercanas a su ser, Claudio llegó a Miami expectante y esta lo recibió tal como había soñado. A su alrededor percibió risas genuinas provenientes de gente feliz, que deseaba serlo aunque sus cuentas bancarias no estuvieran rebosantes de dinero: “Fue un impacto muy positivo. Acá nadie juzga tanto al otro si sos inmigrante, ¡la mayoría lo son! La gente es mucho más abierta, menos miedosa, Miami is not USA, dice el resto”.
“Tal vez, lo mejor de Miami es que el clima está templado durante todo el año y no hay invierno, no hay nada mejor que eso, la gente se mantiene en forma y vive al aire libre y con ganas de hacer cosas y ¡feliz!, eso es fundamental ya que disfrutás los 365 días del año, a diferencia de otras ciudades con crudos inviernos”, continúa sonriente. “Hay muchas diferencias entre Miami y el resto de Estados Unidos, pero como te dije antes, principalmente, aquí la gente puede hablar inglés con acento o su propio idioma, y ¡es más! hasta se recomienda a un americano, o a quien no hable español, aprenderlo si quiere vivir en Miami”.
“Y el lugar tiene el beneficio, a pesar de los dichos, de estar en Estados Unidos. Las oportunidades laborales en este suelo son infinitas, si uno viene a trabajar y le gusta realmente hacerlo, le puede ir muy pero muy bien. Hay que enfocarse en la pasión o en tu propósito de vida y todo se va dando…”, agrega Claudio, hoy dedicado al negocio de bienes raíces, y abocado a ayudar a inversionistas o familias que desean tener su propio hogar.
Padre Rico, Padre Pobre: “En EE.UU. desde chico tus padres te enseñan a emprender”
Allá a lo lejos, en el 2003, cuando Claudio dejó la Argentina, no halló en Estados Unidos el paraíso soñado. Adaptarse a su cultura resultó demasiado complejo, por lo que finalmente decidió que Miami reunía lo mejor de los dos mundos: la atmósfera latina fusionada con las ganas de crecer y progresar estadounidense.
A su país de origen intenta regresar cada año, aunque aquel evento le recuerda el porqué de su elección de vida: pisar su tierra le provoca inmensa alegría a nivel humano, pero una enorme tristeza en relación a los avances económicos.
“En Argentina veo que todo sigue igual y que no hay progreso, la gente no quiere evolucionar, podemos hacer las cosas mejor, pero no nos interesa. Los argentinos podríamos dominar el mundo y no queremos”, reflexiona “La burocracia aún vigente es incomprensible, como si viviéramos en una época antigua, es el año 2021 y no progresamos. Vi que no hay sillas de ruedas en hospitales, acá las regalan, lo mismo pasa con las vacunas que no llegan. Todas complicaciones. El gobierno nos empuja a sacar el dinero del país para poder estar mejor, o a que la gente emigre; intenta mantener la pobreza para ganar votos”.
“Con mi experiencia entendí la mentalidad que tenemos en casi toda Sudamérica, mentalidad de Padre Pobre: estudiar para tener un buen trabajo y ser empleado toda la vida… pocas veces pensamos como un Padre Rico, o en ayudarnos entre la familia para abrir negocios desde chicos, esa es la gran diferencia que veo con Estados Unidos, tal vez el país con más pequeñas y medianas empresas. Acá desde chico tus padres te enseñan a emprender”.
“Viajar y vivir en otras culturas sin dudas enriquece, era mi objetivo al salir de mi país (aparte de estudiar) y al hacerlo me enseñó cosas que no hubiese aprendido si me quedaba en Argentina, ¡hay temas que no puedo hablar con mis amigos de la infancia, por ejemplo! A lo largo de mi vida recorrí más de 300 ciudades en el mundo, aprendo mucho cada vez que viajo y hablo con la gente local y trato de interpretar cómo piensan, entender su cultura. A veces somos tan distintos los humanos... Sigo leyendo, investigando y viajando para intentar comprender por qué”, continúa. “Muchos tal vez piensen que hice la fácil, me fui y no luché por el país. Pero no todo es color de rosas, sostenerse es difícil y uno ve que el tiempo pasa; ya se fueron mi papá, mi tío, abuela, tía... eso es lo más duro, no haber podido disfrutar de sus últimos años. Sin embargo, vale la pena arriesgar: la vida es una sola”.
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Destinos Inesperados es una sección que invita a explorar diversos rincones del planeta para ampliar nuestra mirada sobre las culturas en el mundo. Propone ahondar en los motivos, sentimientos y las emociones de aquellos que deciden elegir un nuevo camino. Si querés compartir tu experiencia viviendo en tierras lejanas podés escribir a destinos.inesperados2019@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, NO LOS PROTAGONISTAS. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.
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